Por Claudio Nazoa
A la familia López
y a Tarek William Saab
I
Qué triste la vida del
verdugo. Ser verdugo es una degradación del Homo sapiens, único animal
capaz de idear torturas para producir sufrimiento y muerte a su propia especie.
Ningún otro animal hace daño ex profeso a sus congéneres. Aunque parezca
contradictorio, la tortura y la maldad son propias de la inteligencia y de la
conciencia.
Dios creó la tierra perfecta y
bella. Lo malo era que solo él podía apreciar su obra. En un acto egocéntrico,
hizo que monos horribles evolucionaran a humanos pensantes quienes,
eternamente, agradecerían y se regocijarían ante tanta perfección. Seres
capaces de apreciar el imponente cerro el Ávila de Caracas que, sin la
presencia humana, permanecería verde y bello pero ignorado.
Los opuestos a la perfección
de la creación son aquellos seres involucionados dedicados a hacer sufrir al
prójimo. A Dios se contraponen los demonios disfrazados de humanos que viven
entre nosotros.
II
Es abrumador lo padecido por
la familia de Leopoldo López. Es indignante lo que sufren los jóvenes
encerrados en esa horrible celda llamada la Tumba. Es infame lo que soportan
los presos recluidos en el Helicoide en donde, como le ocurrió al comisario
Simonovis, no han visto el sol en años.
Quizás peco de ingenuo, pero
no creo que todos los que apoyan al gobierno, aprueben este aberrante y
vergonzoso horror. ¿Será que no se dan cuenta de que la historia los pondrá
junto al sanguinario Nereo Pacheco, torturador del régimen de Gómez o del
despiadado Pedro Estrada, el Chacal de Güiria, o de Lavrenti Beria, sádico mano
derecha de Stalin, o de Heinrich Himmler, implacable director de la SS de
Hitler, o de Pol Pot de Camboya o de Kim Jong-un de Corea del Norte?
Qué dice el amigo poeta Tarek
William, el defensor del pueblo. ¡Coño, William! No entiendo por qué estás del
lado de los malucos. Tú sabes que lo son. Tú eres un poeta y deberías ser
creador de belleza. No te calles, Tarek. Estás a tiempo de convertirte en un
verdadero revolucionario que haga respetar los derechos humanos en Venezuela.
Tarek: los poetas viven para
siempre en el corazón de sus pueblos. Los indiferentes se hacen cómplices de
los verdugos.
El pueblo alemán, al terminar
la guerra, se escudaba con: “Yo no sabía que ocurría eso”. Los aliados los
llevaron con palas a los campos de concentración para que enterraran a las
víctimas de su indiferencia cómplice.
Tarek: espero seguir viéndote
con tu pluma y no con una pala en la mano.
25-01-16
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