No pocas cosas han cambiado
a un año de la suspensión de las elecciones en el sindicato de Sidor. El portón
III de la acería, tribuna del movimiento siderúrgico, es ahora una especie de
archipiélago desolado donde, de vez en cuando, alguna corriente sindical expone
sus ideas.
En cada andén de la terminal
de pasajeros –por la cual transitan más de 15 mil trabajadores– hay propaganda
electoral de 2015, cuando el Sindicato Único de Trabajadores de la Industria
Siderúrgica y Sus Similares (Sutiss) se preparaba para los comicios internos.
Todas las mañanas el
movimiento oficialista Alianza Sindical abre la jornada con sonido tres veces
más potente que el de sus contrincantes. Cuesta escucharse mientras los
dirigentes oficialistas tienen encendidas sus cornetas. A veces es una oración,
algún dirigente “chaqueta roja”, o simplemente música.
“Por nuestros beneficios
salariales y nuestra Sidor productiva, vota Julio López”, se lee en el andén
seis y siete. “Vota 9”. “Vota 2”. Los sidoristas presencian una campaña
extendida que, desde hace un año, es perenne porque nadie sabe cuándo serán las
elecciones de Sutiss. Ni siquiera el sindicato.
Pero no a muchos le importa.
Hace más de 16 meses que Sutiss no converge en una sola tarima, ni preside una
asamblea general de trabajadores para tomar grandes decisiones. De hecho, es
como si no hubiese un sindicato, sino dos y tres.
Sin estruendo
El jueves 14 de enero nadie
recuerda un hecho en particular. Hace un año, en un día como este, la Sala
Electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) suspendía los comicios en
atención a la petición de tres trabajadores aún desconocidos. Un hecho inédito,
violatorio de la libertad sindical.
Pese a la intromisión, este
jueves no hay gran bulla. El presidente no recuerda la última vez que estuvo en
el portón y los trabajadores tampoco.
La producción es la gran
preocupación de los sidoristas desde que -hace unas semanas- corrió el rumor de
que no había flujo de caja y que la empresa mandaría a un grupo con vacaciones
colectivas a su casa. Fue un comentario de pasillo que propició un debate
frente a una verdad que, según Freddy Solano, un sidorista miliciano, resume en
cuatro palabras: “Sidor está contra el suelo”.
Algunos números dan cuenta
de ello. La producción es la equivalente a la de hace 38 años cuando aún no se
construía la ampliación del plan IV. Las pérdidas de 2015 duplican las de 2014,
y los activos de la empresa. En términos financieras, Sidor está en quiebra.
Lo trabajadores repiten como
un mantra “queremos producción”, mientras el Ejecutivo encuentra una fórmula
adicional, distinta a las que en ocho años han ensayado en búsqueda del modelo
socialista. El número de intentos es directamente proporcional a las caídas
productivas.
Recientemente, el movimiento
Alianza Sindical, en esa eterna búsqueda de responsables, se decantó por los
gerentes como los nuevos sospechosos. El ingeniero Wilfredo Yajure, directivo
de la empresa, incluso concluyó que el problema de la fábrica es que no ha sido
administrada por los sidoristas en control obrero.
Pero este jueves los
sidoristas no piensan en el sindicato. Solano, un sidorista miliciano, mira la
cámara como si delante estuviese el propio Nicolás Maduro. “No hay como
resolver la nómina de Sidor. Nos está comiendo porque hay demasiada gente, 18
mil y muchos que están sin trabajar y los más viejos estamos sacando el 15 por
ciento”, dice con vehemencia, agitando las manos, frente al lente.
No es para menos: para la
mayoría, los días de la acería están contados si siguen a ese ritmo. “Esto va
pa’ abajo, va pa’ abajo”, advierte Régulo Alcalá, trabajador con 20 años de
servicio. Y a ese ritmo, concluye, “esto se va a parar en cualquier momento”.
-Aquí no hay insumos, ni
nada. Pararon el horno 1, y el 2 lo paran y eso va pa’ abajo. Lo que hacen es
destruirlo. Eran seis hornos, y de esos seis, nos quedan dos. No hay
refractario, y ellos lo único que dicen es que no hay repuestos y… ¿cómo hace
uno?
La zozobra es perenne, como
la propaganda electoral en Sutiss. Y Régulo no tiene empacho en reconocerlo:
“uno se siente cada día peor, ¿cómo nos vamos a sentir?”. “Cada día se escucha
peor, que van a parar la planta por tantos días. Y ¿qué van a hacer con 18 mil
trabajadores? ¿Qué van a hacer?”. Y la verdad, dice, “primera vez en la
vida que se ve esto”.
La sombra de Ternium
Mientras la privatización es
a los sidoristas como el Coco (el espanto imaginario) y en 2016 suena más que
nunca por una ecuación sencilla. Si no hay producción, y los precios del barril
del petróleo caen. ¿Con qué recursos el Gobierno va a garantizar la nómina?
Aunque este nunca ha sido un
escenario del Ejecutivo, por ser esta su única bandera, la sensatez les dice a
los trabajadores que algo anda mal. “Yo no sé quién sea el culpable, pero esto
parece como jugar a una privatización”, repite Régulo.
De hecho, en 2014 fue el
propio dirigente oficialista, José Meléndez, quien advirtió de esta intención
por parte de un sector del Gobierno. “Quieren entregársela a los chinos”,
repetía.
La solución, plantean, es la
inversión. Recursos que Sidor se encargó de publicitar, colocando carteles por
toda la empresa con el desglose de las inversiones. Como los que todos los días
los trabajadores ven en una gigantografía, en el portón III, con la insignia de
“Sidor informa”. Se trata de los 314 millones de dólares aprobados por Hugo
Chávez en su última visita a Guayana, y el único pasaporte posible para que,
entonces, la acería llegara a buen puerto.
Mas, en el corazón de la
siderúrgica, los trabajadores no perciben el apalancamiento. Bartolo López
asegura haber escuchado “con mis propios oídos cuando el difunto Chávez bajó
los recursos, y eso está igualito. No le han hecho nada”.
López, uno de los 12 mil
tercerizados beneficiados con su incorporación a planta, no ve “seriedad” en el
Gobierno y tiene la esperanza que la Asamblea Nacional ayude a resolver algo,
porque “no es por nada, pero Sidor hoy es una vergüenza nacional”.
Conspirativo
Los trabajadores de base no
se detienen tampoco en los tantos planes conspirativos denunciados por el
Gobierno. Saben que algo pasa, y lo que pasa debe resolverse.
En las recientes elecciones
parlamentarias del 6 de diciembre, los segundos comicios perdidos por el
chavismo en 17 años, algunos sidoristas encuentran respuesta, también en Sutiss
donde –según Bartolo – se debe empezar de cero con unas elecciones.
En la siderúrgica, que
durante los primeros años de la nacionalización fue el principal bastión del
Gobierno en la región, hay temas que ya no son tabú, como por ejemplo hablar de
la oposición. “Eso que pasó en la asamblea está bien, porque así hay un
contrapeso. Era muy necesario porque no se le puede dar toda la administración
a una sola parte”, opina Daniel Barceló, un joven trabajador con aspiraciones a
dirigente sindical.
La privatización, un recurso
usado por el Gobierno para intimidar a los trabajadores, es incluso una
posibilidad en CVG Bauxilum donde la dirigencia ha planteado hasta una alianza
estratégica con capital privado como la única vía para salvar la cadena del
aluminio.
Los sidoristas ahora se
preparan para nuevas mesas de trabajo, mientras la acería nuevamente se
paraliza. Por eso, quizá, este trabajador peruano que llegó en la década de los
70 no quiere opinar. “¿Qué te puedo decir? Nosotros aquí prácticamente venimos
es a cumplir horario”.
26-01-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico