Por Rafael Serrano, 16/07/2016
Un planeta saludable, con una economía circular innovadora, en el que
no se desperdicie nada, los recursos naturales se gestionen de forma sostenible
y la biodiversidad se proteja. ¿Un mundo
ideal o uno que aún estamos a tiempo de construir? Si atendemos al ritmo de
vida actual, en el que no se hace un uso eficiente de los recursos naturales y
las emisiones contaminantes aumentan, hablamos de una auténtica utopía. Lo
alentador es que aún podemos revertir esa situación y empezar a respetar los
límites naturales.
La Unión Europea lleva años trabajando
para conseguirlo, a través diversas
iniciativas destinadas a proteger nuestro capital natural, estimular la
innovación y fomentar un uso eficiente de los recursos para garantizar un
respeto absoluto de los límites naturales de la Tierra. Para ello, se centra en
mejorar la aplicación de la legislación, aumentar la información sobre el medio
ambiente, incrementar las inversiones en I+D+i y gestionarlas de una forma más
óptima, y lograr una integración completa de requisitos y consideraciones
medioambientales con otras políticas.
Con todo lo anterior, sentaremos
las bases de un futuro más eficiente y unas ciudades más sostenibles, algo
esencial si tenemos en cuenta que para el año 2020 el 80% de los habitantes
europeos vivirán en zonas urbanas y periurbanas. Además, deberán enfrentarse a
desafíos medioambientales a escala mundial, como el cambio climático, un gran
conocido que seguimos tratando como un desconocido. Por eso, los acuerdos como
el de la Cumbre de París, donde los 195 países participantes ratificaron un
acuerdo para limitar el aumento de la temperatura –que la media a final de
siglo no supere los 2 grados−, son importantes, porque muestran una mayor
concienciación.
Vamos por el buen camino, pero los esfuerzos se tienen que multiplicar
y el reciclaje y la valorización de
recursos jugarán un papel fundamental, muy especialmente el de los residuos
eléctricos y electrónicos. La razón es sencilla, hoy prima tener el último
modelo de cualquier dispositivo tecnológico y su evolución es vertiginosa. Solo
en España, cada año se ponen en el mercado más de medio millón de toneladas de
aparatos eléctricos y electrónicos de uso doméstico, por lo que al menos
225.000 toneladas de este tipo de residuos deberían ser gestionadas
correctamente.
El reto es que todos se gestionen de una
manera adecuada, lo que implica
indagar en el residuo para que tenga una segunda vida o, en su defecto, para
recuperar y sacar el máximo partido a algunos de sus componentes, altamente
valiosos para, por ejemplo, fabricar un nuevo dispositivo. Esto se traduce en
un ahorro de recursos y energía.
Y ese es precisamente el desafío para el que desde Ecolec llevamos años
trabajando: hacer una óptima gestión de los residuos eléctricos y electrónicos.
Somos pioneros en la trazabilidad,
control e información de los mismos, clave para garantizar un correcto
tratamiento.
Igual que con las emisiones, debemos ser capaces de reutilizar, reciclar y valorizar todos
los residuos que generamos. Es una de las palancas que nos permitirá preservar
el planeta del mañana y convertir la utopía del principio en una realidad.
Rafael Serrano es director de Relaciones Institucionales de la
Fundación Ecolec.
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