Por Froilán Barrios
Son tiempos difíciles por no
decir jamás vistos en nuestra historia contemporánea, quizás se asemejen por lo
dramático a las calamidades que sufrió la población venezolana durante la
guerra de independencia o en las guerras civiles que sacudieron a la naciente
república, a lo largo del siglo XIX. Incluso la tragedia que padecemos en pleno
siglo XXI supera a los calificados días duros de la dictadura perejimenista,
quien cercenara en grado sumo los derechos políticos, más no el valor del
bolívar y su capacidad adquisitiva.
Lo alarmante y preocupante
de la situación actual en nuestro país, es que el vasto nivel de conflictividad
social observado en pueblos, ciudades y centros industriales, tiene solo como
respuesta gubernamental el cinismo, de opiniones de la vocería oficialista de
ignorar la realidad, como éstas: “Para nosotros no hay escasez. Lo que hay es
amor y patria”, “la derecha dice que el pueblo protesta por hambre.
Hambre se
pasaba en la cuarta república”, “Venezuela ha importado productos como para alimentar
a tres países”, “el pueblo no tiene hambre, en algunos existen antojos y
caprichos, pero no hay hambre”, “En Venezuela no hay hambre, pasamos un momento
difícil pero el pueblo tiene acceso a los bienes”. En definitiva una más
que otra, refleja la subestimación y el desprecio a un pueblo que le dio su
apoyo esperanzado en el objetivo de reconstrucción de un país en crisis.
Por tanto ignorar el hambre
que corroe hoy a cada grupo familiar, es una peligrosa apuesta que en otras
latitudes ha derribado a reyes, ejércitos, sórdidas policías secretas y a
todo género de aventureros que la han subestimado. Comenzando por la Revolución
Francesa cuya principal causa entre otras, fue la respuesta de la población a
siglos de injusticia y desigualdad que los condenaba a la extrema pobreza y al
hambre.
Y si se trata de algunos
homónimos del presidente obrero, cuya cualidad fue ignorar el flagelo del
hambre, mencionemos a Nicolás II de la dinastía Romanov y Zar de las Rusias,
para quien el parlamentarismo y la democracia eran una aberración, profundizó
las condiciones de servidumbre y miseria a millones de campesinos, en un país
de baja población obrera por la escasa industrialización. Se alejó tanto del
pueblo ruso para quienes el Zar era un dios, que en octubre de 1917 cuando los
bolcheviques tomaban el Kremlin, éste tan alejado de la realidad se encontraba
cazando venados en los jardines del palacio, en el contexto de la revolución de
octubre que los exterminó.
El carrusel de la historia
cita a Nicolás Ceausescu y su mujer Elena (1989), quienes gobernaron con mano
de hierro durante 24 años a Rumania y condenaron a la precarización de la
población, sin calefacción, desnutrición, sin viviendas en el objetivo de sus
planes económicos, sufrieron con su ejecución el odio del pueblo rumano. Son
lecciones universales de como al ignorar las calamidades de la condición
humana, convierte a los gobernantes en blanco de la ira de los pueblos.
06-07-16
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