FÉLIX PALAZZI 16 de julio de 2016
@felixpalazzi
Nos
encontramos en una realidad tan compleja que palabras como tolerancia,
resignación, perdón, olvido, indiferencia y resistencia entran fácilmente en el
reino de la arbitrariedad. Cada quien las usa a su conveniencia y en el marco
de su propia ideología o creencia. Cuando no pensamos los conceptos que usamos
o escuchamos, corremos el riesgo de extraviarnos en la relatividad de sus
significados, y vaciarlos de todo contenido y sentido humano.
Una de
nuestras dificultades radica en aceptar que todo pensamiento implica
repensarnos a nosotros mismos como seres individuales y sociales a la vez. Sin
embargo, pareciera que la salida más fácil fuese el seguir a ciegas a una
ideología, con su proliferación de ideas o consignas repetidas, y de conceptos
vacíos que no conectan con lo que le sucede a la mayoría de un pueblo. De este
modo, nuestro propio lenguaje va imposibilitando el encuentro con el otro, a la
vez que relativiza la realidad común y lo más verdadero que nos sucede a todos.
Por este camino se desvirtúa lo real.
Tolerancia
La
tolerancia es, para muchos, una palabra tan repudiada como la resignación, ¿qué
sentido puede tener hablar de tolerancia a una madre o a un padre que han
perdido a su hijo por la violencia?, ¿podemos tolerar el hecho de vivir con
escasez?, ¿no será esto la forma más clara de claudicación?, ¿cómo podemos
pedir que se tolere al autoritarismo? Si las madres de los hijos asesinados
salieran a una plaza, sencillamente no hubiese plaza que pudiese albergarlas.
Si
comparamos la nefasta cifra de los asesinados en un año en nuestro país, casi
alcanza a los asesinados o desaparecidos en los siete años que duró la
dictadura argentina. Aquí no hay plaza ni mes de mayo, porque no hay lugar ni
fecha en la que la violencia termine.
Tolerar
no es olvidar, ignorar o resignarse. Mucho menos es reducir a una persona a una
cifra. Por el contrario, implica sacar del olvido y de las sombras a los
rostros concretos sin los cuales no podemos reconocer nuestra propia realidad.
Es luchar por la justicia y hacer que ella sea una realidad para todos, un bien
común. Ello se traduce en que la vida tenga espacio en todos los niveles y a
cada momento, sin políticas de segregación, exclusión o discriminación.
En el marco de la justicia
La
tolerancia se practica en el marco de la justicia o caerá en la resignación, el
engaño o la indiferencia. Se debe reconocer la existencia del otro porque la
verdadera tolerancia protege la vida. Este sentido concreto de la tolerancia es
el que debemos construir como narrativa alternativa a la violencia, el odio y
la exclusión.
Ante
los hechos de violencia cada vez más evidentes, la reacción no puede ser la
indolencia o el acostumbramiento. Al contrario, ha de ser la indignación, el
espanto, el horror frente a lo que sucede. Esto nos llevará a reencontrarnos
con los rostros de tantos que padecen la injusticia. Cuando la tolerancia nace
de la indignación nos impulsa a apoyar los esfuerzos en pro de la justicia y la
reconciliación. Si la voz de la violencia pretende recluirnos en nosotros
mismos, la voz de la paz y la justicia ha de impulsarnos a salir al encuentro
del otro.
Si hay
una verdad común a todos en este momento responderá al hecho de que lo que haga
hoy para que el otro no padezca las consecuencias de la violencia y la
impunidad, es lo que me salvará a mí de no tener que padecer eso mismo en carne
propia. Una sociedad sin tolerancia no será capaz de vincular a los diferentes
sectores sociales, y vivirá de la anarquía y la fragmentación.
Felix
Palazzi
felixpalazzi@hotmail.com
@felixpalazzi
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico