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jueves, 9 de marzo de 2017

De la cabilla al Metro solo hay un paso por @froilanbarrios


Por Froilán Barrios


En las primeras décadas del modelo puntofijista los encontronazos en el mundo sindical eran dirimidos, en numerosas circunstancias, por los cabillazos del más fuerte, e incluso por las tropelías de las cuestionadas bandas armadas de los burós sindicales; en aquel entonces la democracia obrera sufría el control férreo de los partidos, lo que no impedía que los trabajadores eligieran en diferentes niveles a sus dirigentes.

Fue una época en la cual los actuales gobernantes se rasgaban las vestiduras por la libertad sindical, leían los textos de Lenin sobre los sindicatos y eran fanáticos del filme del italiano Elio Petri La clase obrera va al paraíso (1971), y del personaje central Gian Maria Volonté, quien se transforma de símbolo de empresarios burgueses en el líder de la rebelión obrera. Fueron momentos en los que soñaban con un sindicalismo democrático hasta que llegaron al poder, y mostraron su verdadero rostro ante la democracia sindical.

Todo viene al caso ya que acaban de realizarse las elecciones del Sindicato de Trabajadores del Metro de Caracas (Sitrameca), donde militaron largo tiempo y mantienen una influencia directa quienes ejercen hoy la presidencia de la República y el flamante ministro del Trabajo actual, proceso que, debiendo ser un modelo de libertad, de participación laboral acorde con los sueños juveniles de revolución, es fundamental que sea conocido, ya que si los medios de comunicación no lo registran simplemente no sucedió.

En realidad el proceso de elegir libremente a los dirigentes de Sitrameca se convirtió en una tragedia para los 8.000 afiliados a este sindicato, ya que desde un principio la gerencia del Metro de Caracas y la actual directiva del sindicato secuestraron el proceso electoral con la colaboración del Estado, impusieron la comisión electoral, excluyeron la única plancha independiente del gobierno y sus partidos, utilizaron al CNE para avalar unas elecciones fraudulentas, y finalmente al TSJ que desechó la medida cautelar solicitada por la fórmula sindical independiente ante tanta irregularidad, lo que impidió que los trabajadores del Metro eligieran libremente a sus dirigentes.


Todo este curso antisindical fue complementado con el despido de una decena de trabajadores cuyo delito fue presentar una plancha contra la directiva sindical patronal, premiada finalmente con un nuevo mandato, a través de unas elecciones en las que los trabajadores fueron obligados a votar, y amenazados con represalias de no obtener la victoria el sindicalero de turno.

Como podemos observar, hay demasiada coincidencia de lo sucedido en Sitrameca con el resto del sindicalismo venezolano, citado en los casos de los petroleros y su federación Futpv, los sidoristas con el sindicato Sutiss, donde se identifica una práctica de realizar las elecciones al tener absolutamente controlado el resultado y cuando las realizan se identifica la violación y el suplicio a la libertad sindical sufrida por los trabajadores del Metro. Cualquier coincidencia con la realidad, con la suspensión de elecciones en poderes públicos no es pura casualidad, es la visión del nuevo Estado comunal dictatorial.

08-03-17




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