Por Luis Ugalde S.J.
Los venezolanos en estos
dramáticos momentos necesitamos tener metas claras, atractivas y fáciles de
entender. Afortunadamente, el 30-3-17 el ejecutivo-judicial con las decisiones
155 y 156 de la Sala Constitucional del TSJ puso en evidencia la ruptura del
orden constitucional por una dictadura que viola los derechos humanos y la
vigente Constitución.
El régimen lleva 18 años
empeñado en implantar una realidad socioeconómica de muerte con su dominación dictatorial
y búsqueda de la supresión de la iniciativa privada como antesala del paraíso
comunista. El Vaticano con la carta del secretario de Estado (1-12-16) y
nuestra Conferencia Episcopal (13-1-17) lo denunciaron valiente y
contundentemente. La reacción frente a las decisiones dictatoriales 155 y 156
fue nacional e internacionalmente clamorosa y Maduro trató de apagarla con un
simulacro de corrección, pero sin reconocer la AN anulada. La gente con una
buena conducción política no se desorientó y salió a protestar. Llevamos mes y
medio multitudinariamente movilizados para rescatar la democracia plural con
economía productiva frente a la dictadura reinante. Así nos lo exigen nuestra
conciencia y la Constitución. La meta clara para los demócratas es cambiar este
régimen y su modelo dictatorial económico, político y socio-cultural.
El gobierno también trató de
parar las protestas con la amenaza de 500.000 milicianos con sus fusiles y
50.000 motorizados desbocados contra las marchas; amenazas infladas que tampoco
pararon a los demócratas. Luego Maduro ofreció la zanahoria de las elecciones
de gobernadores arbitrariamente anuladas el año pasado y también volvió a sacar
el trapo rojo del falso “diálogo” de hace 6 meses que el cardenal Urosa llamó
burla y el Papa juego de “tin pin perulero” mientras el país agoniza. El falso
diálogo murió y hay que enterrarlo. En algún momento serán necesarias
verdaderas negociaciones para la transición y reconstrucción de la democracia
con economía y vida, pero con otros facilitadores distintos de los ex
presidentes nombrados unilateralmente por el gobierno.
En el último intento de romper
el creciente cerco nacional e internacional, el gobierno ha ofrecido una
constituyente originaria, pero resulta que el dictador no es el depositario de
ese poder, sino el pueblo que fue privado de su referéndum revocatorio. El
artículo 347 de la Constitución dice taxativamente que “el pueblo de Venezuela
es el depositario del poder constituyente originario” y que este “en ejercicio
de dicho poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el
objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y
redactar una nueva Constitución”. La dictadura lo convoca ahora para dividir y
desactivar a los demócratas, imponer la constitución totalitaria cubanoide
rechazada en referéndum de 2007, y arrancar de raíz la Asamblea Nacional
democrática, eliminando totalmente los procesos democráticos con voto libre,
secreto y universal, sustituyéndolos con elecciones fascisto-corporativas con sectores
electorales inventados por el gobierno al modo comunista. La oposición tampoco
ha caído en esta trampa.
La Presidencia del CEV salió
adelante de inmediato (5-5-17) con un documento claro titulado No Reformar la
Constitución sino Cumplirla. Por falta de espacio copio solo 5 puntos del
mismo:
“3. Actualmente lo que más
necesita el pueblo venezolano es comida, medicamentos, libertad, seguridad
personal y jurídica, y paz. Todo ello se conseguiría si el gobierno actuara
apegado a lo previsto en el texto constitucional vigente y con mayor
sensibilidad ante tantas carencias. Los temas presentados por el presidente de
la República para apoyar su propuesta, no apuntan a resolver los graves
problemas que aquejan a los venezolanos, sino a prolongar la permanencia de su
gobierno en el poder.
“4. La propuesta presidencial
de una asamblea constituyente sectorizada para la reforma de la Constitución es
innecesaria y resulta peligrosa para la democracia venezolana, para el
desarrollo humano integral y para la paz social, pues el objetivo fundamental
de dicha Asamblea es ‘constitucionalizar’ el ‘Estado comunal’. Esto equivale a
reeditar la reforma constitucional de 2007, planteada también por el Poder
Ejecutivo, que fue rechazada por el pueblo en el referendo consultivo de ese
mismo año. En definitiva, esta propuesta es querer imponer el ‘Plan de la
Patria’, traducción operativa del ‘socialismo del siglo XXI’, sistema
totalitario, militarista, policial, violento y represor, que ha originado los
males que hoy padece nuestro país.
“5. La convocatoria a una
asamblea manejada en sus bases y en la elección de sus miembros por el
gobierno, la hace parcial, monocolor y excluyente. Es un nuevo intento en el
afán de sustituir a la actual Asamblea Nacional, elegida por una mayoría
abrumadora representativa de la soberanía popular. Pero, además, esta
iniciativa presidencial es engañosa, al dejar en la penumbra muchos aspectos de
su diseño y aplicación, y daría amplio margen a interpretaciones ambiguas de su
reglamentación.
“6. No podemos olvidar ni
poner de lado la tristeza y el sufrimiento que este régimen está provocando a
nuestro pueblo. Además, en el último mes ha hecho alarde de su naturaleza
represiva mediante la sofocación de la legítima protesta con excesiva e
inhumana violencia, generada por los organismos de seguridad del Estado,
particularmente de la Guardia Nacional Bolivariana, y los grupos armados
llamados ‘colectivos’ que actúan bajo la mirada protectora de las autoridades.
Se agrava la situación, al actuar no solo en contra de quienes, apoyándose en
sus derechos civiles levantan su voz de descontento y reclamo en la calle, sino
también en contra de grupos familiares que en sus propias residencias han sido
blanco de lo que parece ya violencia institucionalizada. Hacemos nuestro el
dolor del pueblo venezolano y decimos: ¡Ya basta de tanta represión!
“7. Ante toda esta lamentable
situación, rechazamos la convocatoria a esa asamblea constituyente, y
exhortamos a la población en general a no resignarse, a levantar su voz de protesta,
pero sin caer en el juego de quienes generando violencia quieren conducir al
país a escenarios de mayor confrontación con el fin de agravar la situación y
mantenerse en el poder”.
Nuestra
meta clara: frente a la dictadura recobrar la democracia para la esperanza y
vida de los venezolanos. Democracia con elecciones, liberación de todos los
presos políticos, pleno reconocimiento de la Asamblea Nacional, apertura a la
ayuda humanitaria internacional y entierro de este modelo fracasado que atenta
contra la vida de toda la población con economía de miseria y hambre, sin
medicinas y sin seguridad ciudadana.
11-05-17
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