Páginas

lunes, 31 de diciembre de 2018

2019 por @polis360



Por Piero Trepiccione


El próximo año, que ya se asoma en el horizonte pinta de una complejidad tal en materia económica, que verdaderamente asusta según el pronóstico de muchos analistas. El problema de fondo es que el modelo va a contravía de lo que significa la racionalidad y la transparencia en el manejo de los recursos. Como diríamos en Venezuela, vamos “tragando flecha” en una avenida de mucho tráfico vehicular. Esto, naturalmente, genera una maximización de la complejidad económico-social del país.

Ahora bien, todo el problema económico pasa por la resolución o al menos, el procesamiento sabio, de las disputas políticas que nos han caracterizado durante los últimos años. Y allí la cosa se vuelve aún más complicada. Comencemos por el gobierno para describir la situación-coyuntura. Indudablemente, no la tiene fácil. Las presiones tanto internas como externas lo tienen a la entera defensiva. La influencia cubana y los intereses estratégicos para la isla, que evidentemente, no lo son ya para Venezuela, reducen considerablemente el margen de maniobra de Nicolás Maduro. Cada vez que éste va o mira hacia La Habana, se desmontan decisiones tomadas en Caracas aún con el concurso de diversos factores internos del gobierno y con el aval de Moscú y Beijing.

Lo cual indica que en muchos casos la última palabra la tiene La Habana. La Asamblea Nacional Constituyente, controlada por Diosdado Cabello y que funge como un supra poder que en cualquier momento pudiera tomar decisiones que contravengan las acciones del gobierno y aún sin fecha de culminación de actividades. Sumémosle los compromisos de deuda para el próximo año que nublan el margen de maniobra financiero del gobierno y las difíciles condiciones sociales de la población que cada día aumenta la presión sobre el Estado buscando respuestas a su caos actual.

Como ingrediente particular y definitorio del gobierno tenemos el problema migratorio proyectado a más de cinco millones de venezolanos a finales de 2019 según la Acnur.


En resumidas cuentas, un gobierno débil y debilitado por las circunstancias. Del lado opositor, las cosas no parecen ir tampoco bien. La palabra debilidad también resume su caracterización al inicio de 2019. La cantidad de islas e islitas de poder partidista e intrapartidista hacen que la dispersión y la incoherencia sea el signo distintivo del planeta opositor venezolano. A pesar de los enormes intentos por recomponer o reconstruir el liderazgo opositor, todavía no se vislumbran acuerdos definitorios que relancen la unidad. Tienen también la enorme presión de más de un ochenta por ciento del país pidiendo a gritos cambio político pero sin identificarse con los partidos o las figuras actuales.

Un escenario complicado

A todo esto hay que agregar que una muy buena proporción de países representativos del mundo no reconocerán a Nicolás Maduro en su nuevo periodo presidencial y continúan aplicando sanciones económicas a la cúpula dirigencial del país, buscando presionar para una salida negociada al conflicto venezolano, pero con el grave problema que cada vez se hace más difícil ubicar a un interlocutor válido y representativo de la oposición para llevar adelante, esas negociaciones.

Esta caracterización de la oposición y del gobierno en Venezuela proyectan un escenario realmente complicado para 2019. Un año sin precedentes en nuestra sociedad. Luego de haber transcurridos trece meses de hiperinflación y yo agregaría de “hiper deterioro” de las condiciones socioeconómicas de la nación, se vislumbra un año de “alta definición” donde los desenlaces políticos y económicos pudieran darse empujados por las circunstancias sociales que están siendo ignoradas por actores estratégicos nacionales e internacionales.

30-12-18




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico