Luis Manuel Esculpi 18 de diciembre de 2018
Tengo
una impresión que puede parecer extraña, por las distintas versiones que
circulan a través de algunos de los medios digitales y por la polémica
existente en las redes sociales.
Pienso
que las divergencias entre los líderes de los principales partidos de la
oposición, no es que no existan como es lógico y natural, sino que son mucho
menores de lo proyectado en esos medios y por las redes
Por
supuesto las decenas de laboratorios oficialistas potencian las divergencias
que aparecen, las magnifican y trasmiten como posiciones insalvables.
Si se
trata de alcanzar una aspiración muy noble, pero poco realizable en el actual
contexto como es lograr la unidad global de todo el universo opositor, hoy por
hoy pareciera improbable, solo sería posible en una coyuntura en la que se
visualizará la inmediatez y eminencia del cambio.
No se
ha valorado en su justa dimensión los recientes eventos del Frente Amplio,
desde la realización de veinticuatro congresos regionales, con la participación
de más de una decena de miles de participantes, hasta su exitosa culminación en
el magnífico acto realizado en el Aula Magna de la Universidad Central.
En la
clausura del Congreso estuvieron presentes los dirigentes de los partidos
principales, más de una treintena de los diputados de la Asamblea Nacional,
representaciones de las iglesias, las Universidades y las Academias, dirigentes
sindicales y empresariales y múltiples representantes de organizaciones de la
sociedad civil. Si algo se aproxima a la tan pregonada “unidad superior” es
justamente, la diversidad reflejada en el Frente.
El
ruido causado por una polémica a esta altura innecesaria, por las vías
mencionadas al principio de este artículo, ha opacado la trascendencia del
esfuerzo realizado para reconstituir una plataforma opositora. Convertir el
centro del debate en el campo opositor, la participación o no en los procesos
electorales más recientes, no pareciera ser lo más pertinente, menos aún, si
los partidarios de una u otra forma se atrincheran en sus posturas,
convirtiendo en una razón de principios demostrar lo equivocado de la posición
que no se compartió.
Es una
realidad innegable que la abstención en las dos últimas elecciones, no se
produjo porque los electores obedecieron al llamado de las organizaciones
políticas que optaron por esa opción, lo que hicieron esos partidos fue
reconocer el ambiente existente y surfear sobre esa ola.
Es
también cierto que la sociedad venezolana ha perdido la confianza en el voto
como instrumento de cambio, existe justificada desconfianza en la estructura
electoral del CNE, es indubitable la actuación del gobierno para favorecer la
abstención en el campo opositor.
Un
dato muy importante es que en las elecciones municipales la abstención
oficialista fue bastante significativa, le explicación lógica es el malestar
existente en ese territorio con la pésima gestión del gobierno
Rescatar
la confianza en la potencialidad del voto para dirimir los conflictos por vía
democrática y pacífica no es una tarea imposible, ni se trata de lograr todas y
cada una de las condiciones óptimas o ideales, para que el electorado hoy
decepcionado y escéptico se anime a participar, pero es factible conquistar
condiciones muy superiores a la de los procesos más recientes.
Recordemos
que de acuerdo al calendario formal el próximo proceso electoral será en el
2020 para elegir diputados a la AN, cuando sostengo que el debate a esta altura
es innecesario, lo hago pensando que una elección antes de esa fecha, solo la
posibilitaría el que la presión internacional y nacional; más la de factores en
el seno del oficialismo obligaran al gobierno a negociar una salida que pase
por la celebración de unos comicios adelantados.
De
presentarse esa posibilidad por supuesto que las condiciones de participación
serían muy distintas, porque ellas constituirían un elemento esencial de esa
supuesta negociación. Así el debate sería totalmente pertinente.
Luis Manuel Esculpi
@lmesculpi
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