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viernes, 28 de diciembre de 2018

Presos políticos: la hipocresía comunista, por @trinomarquezc




Trino Márquez 27 de diciembre de 2018

La farsa comunista siempre queda al descubierto por el miedo de sus dirigentes a perder el poder y por la inagotable capacidad que poseen sus líderes de reprimir el descontento popular y mantener las cárceles llenas de presos políticos. Los desmanes ocurren a pesar de que su discurso lastimero se funda en subrayar la importancia de la protesta y defender los derechos humanos. Esos ideales los enarbolan cuando están en la oposición. Luego que conquistan el poder, se desentienden de ellos. Esta es la historia de los rusos, los cubanos, los nicaragüenses, los pueblos de Europa del Este y de otras zonas del planeta donde los rojos han gobernado.

En el pasado, varios connotados dirigentes del régimen construyeron su carrera política levantando las banderas de los derechos humanos. José Vicente Rangel, Tarek William Saab y Eleazar Díaz Rangel son algunos de esos nombres. Hoy estos personajes son cómplices de que Venezuela sea el país de América Latina con mayor número de presos políticos, sitial que se disputa con Nicaragua, azotada por la crueldad del binomio Ortega-Murillo.

De acuerdo con el Foro Penal, 2018 cerrará con 278 presos políticos, entre civiles y militares, la inmensa mayoría de los cuales no saben ni siquiera de qué se les acusa. No se les han respetado sus derechos procesales, no se les ha asignado un defensor, ni les nombrado jueces imparciales. Emblemático es el caso de Juan Requesens, quien para el momento de su detención era diputado de la Asamblea Nacional. El gobierno, amparado por una decisión de su obediente TSJ, violó su inmunidad parlamentaria. El atropello contra Leopoldo López también resulta ejemplar. La principal acusación contra él consistía en que su discurso en 2014, cuando “La Salida”, había incitado al odio y la violencia. La experta contratada para validar este señalamiento no encontró ninguna prueba en las intervenciones públicas del líder de Voluntad Popular. Iván Simonovis lleva más de catorce años detenido sin que el régimen haya podido presentar ninguna prueba que lo incrimine como responsable de los sucesos de abril de 2002.
Contra los presos políticos el gobierno actúa con maldad, alevosía y nocturnidad. El Foro Penal señala que -además de los dirigentes partidistas, militares, policías, sindicalistas- al menos cincuenta de los detenidos fueron apresados por haber escrito un comentario contra el régimen en tuiter, facebook o instagram. La paranoia lleva a los jerarcas hasta el delirio.

La locura no solo afecta a los venezolanos, también perjudica a los extranjeros. El joven periodista y documentalista alemán, Billy Six, lleva dos meses detenido en el Sebin. Está siendo acusado de espía y de atentar contra la vida del señor Nicolás Maduro porque se atrevió a tomarle unas fotos al mandatario en un acto público celebrado en el estado Falcón. ¡Pero, bueno!, ¿Maduro no es acaso el Presidente de la República, el hombre más fotografiado de la nación? Por supuesto que un periodista tenía que tratar de tomarle una instantánea. A ese joven, hasta ahora, el gobierno alemán lo ha dejado solo. Su padre es quien ha salido a enfrentar la barbarie tropical a través de mensajes en los que pide la liberación de su hijo.
La represión, producto del terror y la alucinación persecutoria del jefe del Estado, incluye a venezolanos y extranjeros. Dentro del territorio nacional no hay quien esté seguro. El propósito consiste en inyectarle el miedo hasta los tuétanos a la gente. Quien proteste, quien se queje, quien se oponga, podrá sufrir el castigo de los cuerpos policiales y de los tribunales, convertidos en brazo ejecutor del terrorismo de Estado.

La eventual visita al país en las próximas semanas de Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, será una oportunidad excepcional para que el tema de los presos políticos y, en general, de los derechos humanos, se trate con la amplitud y profundidad necesarias, se desenmascare al gobierno y se le obligue a terminar con el secuestro de los reos detenidos inustamente. En su estadía, la señora Bachelet tendrá que reunirse y analizar el problema con los diputados, familiares de las víctimas, los partidos opositores y las organizaciones no gubernamentales que monitorean la situación de los derechos humanos y los presos políticos. La expresidente de Chile deberá romper con los prejuicios tan arraigados de la izquierda, en la que ella milita, que llevan a aplaudir de forma mecánica todo lo ejecutado por los gobiernos “progresistas” y condenar de antemano la actitud y comportamiento de los gobiernos “derechistas”.

El año 2019 pinta duro y difícil, tanto o más que 2018. De todas maneras les deseo, especialmente a esas víctimas de la intolerancia que son los presos políticos, lo mejor en los tiempos por venir. ¡Feliz Año!

Trino Márquez

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