Por Vanessa Davies
“Nos tocan unas navidades,
más que para festejar, para celebrar” con la familia, con lo que tengamos a
mano y como se pueda, propone el educador e integrante del equipo fundador de
Cecodap
Cuando Oscar Misle sostiene
que hay que hacer mucho con poco este 24 de diciembre, realmente lo dice con
conocimiento de causa. Es decir, la suya no es solo la sugerencia de un docente
que saca todos los trucos de magia para encantar a niñas y niños con lo poquito
disponible. Por el contrario, Misle habla con base en las memorias de su
infancia: la niñez en una familia que tenía más menos que más. Por eso, en su
mensaje para las familias venezolanas este 24 de diciembre –hacer de los
momentos juntos lo más importante- hay mucho de su carne y de su hueso.
“Estas navidades son muy
particulares, porque la carencia es lo que está presente: la ausencia de
recursos para hacer lo que tradicionalmente se hace y lo que la persona vincula
con la Navidad, que es comprar, comer, tomar, festejar”, expone Misle, uno de
los fundadores de la organización Centros Comunitarios de Aprendizaje
(Cecodap).
Sabe por qué lo dice. Pasó
su infancia en una casa en La Pastora, y de las tres familias que compartían el
techo, la suya era la que menos bienes de fortuna tenía. “Vivíamos en el último
cuarto, y cuando el Niño Jesús venía, había una desproporción entre los regalos
de mis primitos y los nuestros. Siempre le preguntábamos a mi mamá si es que el
Niño Jesús no sabía calcular, y ella nos decía que la casa era muy larga, y que
cuando el Niño Jesús llegaba hasta nosotros, ya no le quedaban juguetes”.
Más celebración que festejo
Hoy en Venezuela, y debido a
los precios impagables de la hiperinflación, “nos tocan unas navidades, más que
para festejar, para celebrar” que parece lo mismo pero no lo es. “Festejar es
algo externo; tiene que ver con comprar, con brindar, con las tradiciones que
son importantes”, pero “celebrar es algo interno: es el momento de
reencontrarnos como familia, de conversar, de contar cómo lo vivimos antes,
porque no todas nuestras navidades fueron festivas y alegres”.
Decir que todo tiempo pasado
fue mejor es mostrar una pequeñísima parte de la historia nacional, y por eso
el educador insiste en que estas navidades hay que hablar en familia de los
momentos duros y ver también qué se puede rescatar en medio de lo difícil.
Además, y aunque la fantasía
lo haga parecer diferente, “no todas las navidades en las que tuvimos un montón
de cosas las pasamos felices o divertidas”, recuerda. “Algunas fueron muy
aburridas, o no estábamos donde queríamos estar y con quien queríamos estar”.
Días de estrellas y de
inventario
El montaje del nacimiento, y
también su contemplación, son una oportunidad. Por ejemplo, en el pesebre hay
una estrella, que según la tradición católica dio la ubicación del nacimiento
de Jesús. Misle plantea algunas preguntas para la reflexión con niñas y niños:
“¿La estrella solamente está en el pesebre? ¿Qué persona en nuestra familia, en
nuestra comunidad, ha servido como guía y orientación en estos momentos complicados
que hemos vivido?”.
Al hablar de quiénes han
sido las estrellas seguramente brilla el nombre de las abuelas, las grandes
protagonistas de un año marcado por la migración forzada y de pequeños dejados
a su cuidado. Pero también puede salir a relucir un vecino, un maestro, una
madrina o una figura relevante para transitar un camino empedrado.
El cierre del año también es
un momento para examinar lo que se hizo, lo que se dejó de hacer, lo que se
logró, lo que se perdió. “En ese inventario también hay cosas que agradecer”,
asevera.
-—¿Por ejemplo?
—Lo que nos dicen los niños
es que se quedaron en Venezuela con su abuela, y que esa abuela “está
echándole”. Empiezan a valorar a las abuelas. ¿Otra cosa para agradecer? Que
nos podemos comunicar mediante la tecnología. Solamente el que tiene a alguien
afuera sabe lo que significa tener un Whatssap. El hecho de sentir que se
acuerdan de ti todos los días es para agradecerlo: da valor a esa frase
trillada de que “el amor no sabe de distancias”. También es momento para
agradecer la salud si la tenemos, así como la solidaridad de la gente o la
persona que nos acompaña.
Navidad sin los grandes
juguetes
Posiblemente –por no decir
que seguro- en 99% de los casos las familias no podrán comprar el súper juguete
que cuesta más que un mes de trabajo con sus días y sus noches. “Pero podrás
tener otros juguetes y otros juegos, y para eso la creatividad tiene que
funcionar”, subraya.
Otro elemento es el manejo
de la frustración, que en este caso se resume en la frase: “No hay juguetes
este año, pero hay otras cosas”. Es válido que los niños se sientan tristes o
molestos porque su expectativa no fue satisfecha, “pero en la medida en que
aprendan a manejar la frustración, van adquiriendo otras fortalezas”.
En esta lista del “quiero
pero no puedo” entra también la comida de Navidad. Porque la regla de hoy es el
plato navideño incompleto, y la excepción la constituye la mesa con hallacas,
pernil, pan de jamón y ensalada de gallina. “A lo mejor no vamos a poder comer
el plato navideño típico, pero entonces vemos: ¿Qué podemos preparar?”.
Las lentejas, grandes
compañeras de los venezolanos en este difícil 2018, se sientan en la mesa de
Navidad y de Año Nuevo. Y su presencia puede ser motivo de chiste: “Un amigo me
dijo que le daba miedo salir si llovía, porque ha comido tanto grano, que teme
germinar”. Tampoco faltan la yuca, las sardinas o lo que esté al alcance de la
cartera.
Se trata, como lo resalta
Misle, de poner el acento en lo que tenemos y no en lo que nos falta. “Es dejar
de llorar y reclamar por lo que no tenemos, para ver qué tenemos, porque muchas
veces, por dar por hecho que tenemos lo que tenemos, olvidamos los detalles”.
Es no dejarse atrapar por lo material hasta el punto de olvidar todo lo demás.
24-12-18
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