Gonzalo González 26 de diciembre de 2018
La
reciente visita de una flotilla aérea compuesta por lo más avanzado de la
panoplia rusa del aire, y el anuncio de unas venideras maniobras militares
ruso- venezolanas en nuestro territorio es un asunto a reflexionar y analizar
sin alarmismo ni frivolidad.
Creo,
a riesgo de errar, que de escenificarse los ejercicios militares anunciados,
serían los primeros en territorio suramericano en los cuales participan
militares rusos o sus antecesores soviéticos; me refiero a maniobras porque en
el pasado otros países suramericanos: Perú en la época de Velasco Alvarado y
Venezuela con Chávez adquirieron armamento y tecnología bélica procedente de
ese país.
Estaríamos
entonces, en presencia de una circunstancia inédita y de consecuencias gruesas
La
gran interrogante es si el régimen chavista y sus valedores externos (en este
caso Putin) han decidido dar un salto de calidad en la internalización del
conflicto venezolano al asumir “la política por otros medios” tal y como
definió la guerra Von Clausewitz o si estamos ante un globo de ensayo o ante un
farol.
Seguramente,
si no lo han hecho ya, los voceros del régimen justificarán tal perspectiva
desde el argumento de que se trata de legítima defensa ante las agresiones del
imperialismo yankee y la derecha internacional contra el país.
El
argumento de marras tiene patas cortas y nula credibilidad porque las sanciones
adoptadas hasta el momento son contra la nomenclatura roja y bolichicos. Por
otro lado, los voceros de la coalición de países democráticos que exigen la
vuelta a la constitucionalidad niegan y rechazan reiteradamente el escenario de
una intervención militar foránea para resolver la crisis venezolana. Y, hasta
el momento, no se ha visto ni rastro de Marines ni efectivos militares de esos
países en las fronteras terrestres o marítimas de Venezuela.
Putin
y su régimen se han trazado como objetivo fundamental recuperar para Rusia su
condición de potencia imperial y de jugador fundamental en la geopolítica del
siglo XXI. Su reciente actuación en el Báltico, Crimea, Siria habla de la
seriedad y empuje de sus propósitos. La política aislacionista del gobierno
Trump es una ayuda invalorable para los objetivos rusos.
El
chavismo decidió aferrarse al poder a toda costa y pareciera que no escatima
esfuerzos ni medios para lograrlo. Es por ello que en el 2016 completaron la
demolición del régimen democrático previsto en la Constitución vigente e
instauraron la dictadura vigente. Conscientes del rechazo mayoritario de los
países democráticos y el consecuente aislamiento han buscado y reforzado el
respaldo de los principales regímenes antidemocráticos del orbe.
Es
fácil advertir que la confluencia de intereses entre Rusia y el Gobierno
nacional es natural y está lista para escalar a nuevas y más estrechas formas
de cooperación. ¿Qué sigue? Un Tratado de Defensa Mutua, la instalación de una
Base Militar de ese país en territorio nacional.
¿Pretenden
o buscan Maduro y Putin una solución tipo Siria en Venezuela?
Guardando
las distancias debidas entre el conflicto sirio y la situación venezolana, hay
una coincidencia fundamental entre ambas: el propósito continuista de los
gobernantes de ambos países. Y como agregado el interés de Rusia de ganar
influencia geopolítica de cualquier modo.
Los
venezolanos, empezando por los propios militares, debemos reflexionar y
considerar los potenciales escenarios a concretarse en el futuro inmediato si
el asunto se decanta por “la política por otros medios”. Porque todos son de
consecuencias sumamente negativos para el país y sus habitantes
Gonzalo
González
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