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jueves, 20 de diciembre de 2018

Unidad para la transición, por @luisjosemart




Luis Martínez 20 de diciembre de 2018

Hacer del 10 de enero una fecha definitoria del destino del país, es un error. Es persistir en generar ilusiones de salidas o cambios de gobierno, sin tener fuerza ni sustento para poder realizarlo. Es elevar la expectativa de la gente más allá de reales posibilidades de lograr el objetivo de cambio. En contrario, después del 10 de enero, esas expectativas se transformarían en decepción, desesperanza e incredulidad respecto a partidos y líderes que la promueven.

Estos errores han salido muy caros a quienes apuestan por un cambio de gobierno. Tan caros que, lo que han logrado es atornillar aún más en el poder a quienes pernotan en Miraflores, cuando tienen mayor debilidad y rechazo de la población venezolana

Por tanto, no puede colocarse el 10 de enero como fecha emblemática, mucho menos cuando la oposición en su conjunto, con sus insalvables diferencias, no tiene la fortaleza institucional (solo la Asamblea Nacional) como para generar un conflicto que produzca una transición hacia un cambio de gobierno; además de sufrir una división estratégica que debilita aún más, cualquier posibilidad de presentarse como opción de poder ante el mundo y ante los venezolanos.

Entonces, solo queda abordar mediante un proceso de negociación con el gobierno, la posibilidad de restablecer la credibilidad de las instituciones y el respeto entre ellas; así como, acordarse en torno a su relegitimación, mediante un proceso electoral pacífico y constitucional, que ofrezca todas las garantías nacionales e internacionales para que el pueblo venezolano se exprese libremente, sin presión ni chantaje alguno y pueda retornar al camino democrático y la senda del progreso.

Varios sectores de la oposición venezolana, deben revisar sus propuestas políticas, pues, estas no están dando los resultados que tanto han pronosticado.

La oposición extremista se la pasa en una eterna siembra de ilusiones, jugando a una lotería que aspiran les dé, el numero ganador que les permita coronarse en el poder. Por ese camino podríamos, de igual manera, pasar los 50 años de penurias que el pueblo cubano ha vivido, sin que el numero ganador para el cambio, haya salido

La oposición ni-ni, ni una cosa ni la otra, se bate entre dejarse influir por la política que imponen las redes sociales que lo acerca a la oposición extremista o defender el voto como opción de cambio. Es una propuesta suma cero que desvirtúa el papel que debe tener el liderazgo y los partidos políticos como orientador de los ciudadanos. Aparecen dubitativos y desorientan, aún más al pueblo venezolano.

La oposición electoral, afectada por el síndrome del avestruz que se apodero de la gran mayoría de los venezolanos, quienes han preferido esconder la cabeza multiplicando el abstencionismo y no apostar al voto como instrumento de cambio. Tampoco articula una política clara, precisa y contundente que oriente un camino hacia el cambio democrático a través de un proceso de transición, que lleve a la legitimación de todos los poderes públicos. Por ello, los resultados de los dos últimos procesos electorales, han sido pírricos e insuficientes como para acumular fuerza institucional, que bien hubiera servido para tener mayor capacidad de negociación ante el gobierno.

La oposición venezolana con esas tres posturas se ha creado su propia trampa y ha vuelto redundante, a un gobierno que vive su peor momento, medrando en el poder sin poder cambiar nada, con un pueblo expectante que lo rechaza. Solo queda unificar criterios estratégicos, inclusivos, amplios y contundentes que, mediante una negociación política, pueda lograr una transición pacífica, constitucional y electoral que relegitime todos los poderes por el bien del país. Unidad para la transición.

Luis Martínez

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