TOMER URWICZ 20 de diciembre de 2018
@Turwicz
Estiman que los inmigrantes de ese país
serán 12.000.
Empecemos
por el final. Para el brindis del cierre de 2019, de Venezuela habrán huido
5.384.876 personas. A escala uruguaya, esta proyección de Naciones Unidas
equivaldría a que en cinco años se fueran unos 600.000 compatriotas; cinco
veces más de los que emigraron con la crisis de 2002. Es de tal magnitud el
éxodo venezolano, ese que ya ha sido catalogado como "el mayor en la
historia de ese país", que sus consecuencias se seguirán sintiendo en toda
la región. Y también en Uruguay.
Si la
migración venezolana tuviese la apariencia de cursos de agua, los ríos
principales corren hacia Colombia, Perú y Ecuador, en ese orden. De hecho el
pasaje por la frontera hacia Colombia es tal que se parece a una catarata (ya
supera el millón y medio de venezolanos). Los arroyos —más pequeños que los
ríos— fluyen hacia Brasil, el Caribe y el sur de Sudamérica. Y dentro de este
último curso, algunas "gotas" salpican hacia Uruguay.
Esas
"gotas", dicen los expertos, no son para nada despreciables. Sobre
todo no lo son para un país como el Uruguay que estaba bastante "seco"
de inmigración. En concreto: este 2018 termina con 9.000 venezolanos en el país
y un año después rondará los 12.000 (un tercio de incremento).
Pero
más allá del incremento de la migración, Naciones Unidas advierte que quienes
huyen de Venezuela lo hacen —y lo harán— cada vez en peores condiciones. El
salario mínimo, para aquellos que tienen la suerte de trabajar, apenas roza los
US$ 5 por mes. Súmesele la escasez de alimentos, de medicamentos, de
profesionales que atiendan a los enfermos…
Es por
eso que 95 organizaciones de 16 países, entre ellos Uruguay, se acaban de unir
a un Plan Regional de Respuesta de Refugiados y Migrantes (RMRP) que impulsan
las agencias de Naciones Unidas especializadas en migración.
Es un
plan para "responder a la urgencia humanitaria", pero también es un
"llamado a la comunidad de donantes", dijo Eduardo Stein,
exvicepresidente de Guatemala y enviado de Naciones Unidas para la migración
venezolana. Es que la hoja de ruta trazada requiere una inversión de US$ 738
millones.
Otra
vez, algunas "gotas" de ese dinero también se necesitan en Uruguay.
La Cruz Roja local demanda US$ 477.000, la ONG Idas y Vueltas unos US$ 178.000,
y Manos Veneguayas cerca de US$ 314.000, por mencionar los principales actores
que trabajan en la ayuda humanitaria.
Incluso
previo a este plan de emergencia, "ya se viene notando un cambio en el
perfil migratorio y en las necesidades de los recién llegados", explicó
Vanessa Sarmiento, de la ONG Manos Veneguayas.
"Antes
veíamos muchos jóvenes profesionales que llegaban probando suerte, ahora, en el
mejor de los casos, se ven grupos familiares completos. Y, en el peor, solo uno
de la familia que logró salir mientras el resto sigue allá".
Hace
dos meses llegó una mujer sola, de 34 años. Traía unos "bultitos" en
su seno que, por la falta de atención médica en Venezuela, no le dio mayor
importancia. En Montevideo le descubrieron que acarreaba un cáncer
"hiperavanzado". En su país de origen había dejado a sus dos hijos,
de 5 y 8 años, pero pese a la delicada situación no pueden reencontrarse con su
madre porque no tienen documento de viaje ni de identidad. Sucede que en
Venezuela la cédula se suele obtener recién a los nueve años. De ahí que un
grupo de venezolanos esté en una campaña de recolección de fondos. Según la
consultora Datos Group, hasta un 27% de los venezolanos mayores de 18 años
tienen planificado salir del país en el próximo año. Aunque, claro está,
"no todos lo lograrán".
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