Beltrán Vallejo 20 de diciembre de 2018
Mi
ateísmo es tan consistente que ni cuando era chamito creí eso de mandarle
cartas a San Nicolás ni al niño Jesús en diciembre; pero en los actuales
momentos, debido al hambrazón que estoy pasando, debido a que la plata no me alcanza
ni para cepillarme, no me queda otra, obligado por la desesperación, que
escribirle al “niño Dios”, para ver si en verdad existe y me manda los
siguientes obsequios; y si lo hace, me sepulto en un monasterio.
El
primer regalo que le pido tiene que ver con Nicolás Maduro y su pandilla para
que salgan prontamente del poder, y sin traumas y por la vía constitucional;
pero no puedo transmitir este deseo en detalle por aquí debido a que quizás
esta correspondencia, por cuestiones del destino, pudiera no llegar a sus
manos, y en su defecto caiga en las de cualquier “patriota cooperante” que
confunda lo constitucional con lo insurreccional o con el golpismo, y me
apliquen la “ley contra el odio”, o me lleven a tribunales militares, o me
metan en el calabozo especial llamado “la tumba”, en el Sebin, y terminen mis
huesos impactando el asfalto en cualquier lanzamiento loco desde un ventanal de
ese organismo.
El
segundo regalo tiene que ver con los amigos extranjeros de Maduro, y con los
supuestos amigos de los que se oponen a su despotismo. Sobre los primeros,
refiriéndome a chinos y a rusos, los pesos pesados, no los lambiscones, le pido
al niño Dios que dejen de estar usando a Venezuela en su nueva “guerra fría”
contra Occidente, que dejen de estar financiando a los sátrapas de aquí para
que se enriquezcan, y que dejen de estar haciendo el mayor desastre ecológico
nunca antes visto en el arco minero.
Por
otro lado, le pido al niño Jesús que le dé un poquito de luz a esos países del
hemisferio latinoamericano, a la Europa, a los gringos, para que en verdad, si
es que quieren ayudar a Venezuela, apliquen una estrategia más consistente, que
dejen la retórica, que no sean contradictorios ni ambiguos, que tampoco sean
embusteros, ni manipuladores.
Pero
el principal regalo que le pido al niño Jesús es que el país no quede en
ruinas, y que los habitantes de esta tierra no terminen como zombis; que no
termine esta patria en llagas, y que sus casas no queden solas porque todos se
van. Por favor niño Dios, evita que este pueblo se rinda y se entregue a la
existencia indigna de la mendicidad, se acobarde, se sumerja en la anomia, se
arrodille. Es verdad que el país está enfermo de dictadura; pero señor Niño
Jesús, no hace falta que la nación se acabe, y que aparezca otra más allá de
sus fronteras, en otros países, a donde se han ido millones de venezolanos
buscando pan, salud, seguridad, trabajo y calidad de vida, lo que no encuentran
aquí.
¿Qué
más le puedo pedir al niño Jesús? sino que para el 2019 el pueblo venezolano
despierte y se sacuda. Entonces, que nazca en verdad una vanguardia; sí, una
vanguardia para generar esperanza, para organizar el descontento, para
recuperar la dignidad
Y al
respecto de los que se han ido de Venezuela, le pido al Niño Jesús que no se
queden por allá, y que estén listos para volver; deben ayudar a reconstruir su
nación.
Dijo
una vez José Rafael Pocaterra que “hay dos clases de venezolanos: los que
quieren vivir como sea y los que sólo saben vivir como deben”; que prevalezcan
estos últimos, niño Jesús; es lo que más te pido.
Beltrán
Vallejo
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