Ismael Pérez Vigil 22 de diciembre de 2018
Finaliza
para la oposición un año para el olvido, y disculpen el lugar común. Se decidió
no participar en dos procesos electorales importantes. Sobre las razones para
hacerlo o no, no vamos a volver a discutir. Hay que superarlo, restañar esa
herida y prepararse desde ahora para un 2019 que políticamente contendrá, al
menos, dos eventos importantes.Sobre el evento del 10E, la írrita e ilegal
juramentación presidencial, ya he expresado antes mi opinión, por eso la
omitiré ahora y me concentraré en el temido, por algunos, referéndum para
aprobar o improbar una supuesta “nueva” constitución que nos debe presentar la
inefable e ilegítima Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
Uno de
los conspicuos voceros de esa ANC, el doctor Hermann Escarrá, después de
afirmar en agosto del año que concluye que la ANC ya tenía redactado un 80% de
la “nueva” constitución, ha declarado, después, que en realidad la ANC, tras
año y medio de vacuidad, no tiene ningún proyecto que presentar, apenas algunas
propuestas y lanzó, como quien lanza una presa a una jauría, algunas ideas
sobre las comunas.
Lo
cierto es que “podría” darse un eventual referéndum constitucional en el 2019;
¿Y, por qué digo que “podría”, entre comillas?, porque no estoy tan seguro de
que tal evento se vaya a realizar en algún momento. Para lo que valgan,
comparto con ustedes mis reflexiones y dudas al respecto.
Comencemos
por las razones por las cuales pienso que sí, que habría de efectuarse tal
evento. Se me ocurren dos: Una, porque la dictadura quiera “acelerar” el
proceso revolucionario e ideológicamente profundizar el desastre al que ha
conducido el país. Semejante insania en este gobierno siempre es posible, pero
creo que hasta sus simpatizantes más lerdos se dan cuenta, aunque no lo
reconozcan públicamente, que la crisis que vive el país no aguanta ninguna
“aceleración revolucionaria”.
Y la
segunda razón para que se efectué un referéndum constitucional sería porque
algún “sector” del régimen quiera “acelerar”, no la revolución, sino la
impopularidad y salida del actual presidente. No olvidemos que quien preside la
ANC tiene evidentes diferencias con Miraflores –y aspiraciones políticas– y la
“nueva” Constitución, cuya presentación en sociedad pudiera ser muy polémica e
incluso impopular, ante la crisis económica y social que vive el país,
aceleraría el evidente disgusto de la población con la actual administración,
responsable directa del desastre que tenemos; la propuesta de una nueva
constitución minaría al régimen, aunque el obsecuente CNE le organice a la
dictadura un referéndum para que lo gane de cualquier manera, como le organizó
unas elecciones de ANC y le adelantó unas presidenciales, convocadas por esa
ANC.
Examinemos
ahora por qué creo “que no” se presentaría una nueva constitución o, aunque se
presentase, no se realizaría un referéndum constitucional. Aquí las razones son
más abundantes.
Uno,
porque en realidad nadie del régimen pensó en una “nueva” constitución; lo que
el régimen quería era tener una Asamblea Nacional (AN) que al igual que los
otros poderes, fuera dócil y domesticada, obediente a los deseos del Poder
Ejecutivo, sin ínfulas de independencia de poderes o exigencias de rendición de
cuentas. Eso, evidentemente, era imposible con una AN dominada por la
oposición, de allí ese rocambolesco invento de una ANC. Pues bien, ilegal e
inconstitucional –lo que en realidad es una nimiedad para la dictadura– ya
tiene su ANC; y claro, si es una ANC, tiene que hacer una constitución. Con lo
que no contaban era con la resistencia, nacional e internacional, que esa
acción ha tenido y por eso la han dejado de lado, relegándola y ocultándola en
un rincón, sacando de ella a sus útiles acólitos para llevarlos al gabinete y
enviando y dejando allí –para anularlos– a personajes molestos que estorban o
entorpecen su desempeño hegemónico.
Dos,
porque la “nueva” Constitución –como ya dije– en el contexto de país que
vivimos, luciría innecesaria y puede ser muy polémica e impopular; seria
ocasionar un “ruido” inútil en las precarias condiciones en que vivimos y sin
que una “nueva” constitución tenga algún beneficio real. En lo personal estoy
de acuerdo porque creo que la que tenemos, la de 1999, es ya suficientemente
mala, ¿para que buscar otra, que empeore las cosas?
Tres,
porque el régimen sabe que en un referéndum constitucional, para el pueblo
“chavista/madurista”, no hay nada importante en juego, no se arriesga nada
“esencial” del poder, no hay cargos de por medio que disputar, ocupar o perder;
por lo tanto, algunos de los sectores populares, proclives al régimen, pero que
sufren la crisis como todos los demás, podrían tener la tentación de aprovechar
para pasarle factura al régimen, como ocurrió en 2007 con la reforma constitucional
propuesta, tan ansiada y fracasada de Hugo Chávez.
Cuatro,
el régimen también sabe que la “postergación” o no presentación de una “nueva”
constitución puede ser elemento de “negociación” para otra ronda de “diálogo”
que le dé alguna “salida honorable”, que sería la única manera en que la
oposición aceptaría sentarse a negociar; y aclaro, que es por lo de “salida”,
no por lo de honorable. Ese mensaje, la postergación definitiva o la
cancelación de la supuesta “nueva” constitución, sería una buena señal además
para la “comunidad internacional”, con la que la dictadura mostraría cierta
flexibilidad o en todo caso, trataría de mostrar que la intolerancia a
encontrar una salida es de la oposición.
Por
último, como la dictadura sabe que hay una gran probabilidad de perder la
consulta, en caso de que llegue a realizarse, sus voces más agoreras y
radicales le deben estar diciendo: “¿Para qué consultar al pueblo, corriendo el
riesgo de que nos rechace, si tenemos la ANC, que es un “poder originario” y además
contamos con el TSJ para bendecir cualquier cosa que haga la ANC y en última
instancia a la FANB y los colectivos para sostenernos y “persuadir” a la
posible disidencia? Mejor dejar todo como esta, no alborotar un avispero”.
Este
es el “terreno”, los escenarios en el que la oposición democrática debe
desplegar su estrategia, su juego:
1) El
régimen / ANC no presentará ninguna constitución, seguirá relegando a un
rincón, dejando de lado a la ANC
2) No
se presentará a referéndum la “nueva” constitución, será aprobada por la ANC,
avalada por el TSJ y defendida a sangre y fuego por las FANB; y
3) Se
presentará a referéndum la “nueva” constitución para ser aprobada o improbada.
Los
dos primeros escenarios ameritan una cuidadosa evolución y una estrategia de la
oposición, que no es el caso discutir ahora ni aquí; en el tercer escenario, no
tengo ninguna duda en que habría que participar para infringir una nueva y gran
derrota al régimen y ya hay mucha gente ganada, que aunque no participó el 20M
ni el 9D, si lo haría en el caso de un referéndum constitucional.
Ismael
Pérez Vigil
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