Por Piero Trepiccione
El tema más sentido por la
ciudadanía en Venezuela durante el último año ha sido el malestar de la
economía, no cabe duda. Más del noventa por ciento de la población se resiente
del estatus actual de las condiciones económicas que les han venido afectando,
particularmente, desde la inauguración oficial de la hiperinflación en
noviembre de 2017. Pero, este tema por sí solo, no se puede corregir sin un
cambio radical en el enfoque del modelo y de la concepción de las políticas
públicas en general. Y, es aquí, donde justamente entra el tema político.
La política venezolana tiene
un abierto desafío para 2019 y es poder lograr alinearse con ese altísimo
porcentaje de descontento que vive la gente para convertir, esa amplia mayoría
social, en un vector de fuerza transformadora, capaz de impulsar los cambios
políticos necesarios para romper el paradigma ideológico que mantiene paralizadas
las modificaciones requeridas en materia económica.
Hoy en día, los partidos
políticos y el liderazgo están absolutamente disociados de esa realidad
circundante. No se ha sabido interpretar el deseo de las grandes mayorías
tanto así, que los más recientes estudios de opinión pública efectuados en el
país, dan cuenta de una identificación de apenas el 15 por ciento de la
población con los partidos políticos tanto del oficialismo como de la
oposición. Vale decir entonces, que de cada diez venezolanos menos de dos
se identifican con su liderazgo partidista; esta circunstancia particular, deja
huérfanos a esa mayoría social a la que hemos hecho mención y no le permiten
conciliar un rumbo definitivo que genere un momento-cumbre capaz de cambiar la
parálisis del Estado frente a la terrible coyuntura.
Ese desafío no puede
esperar mucho tiempo en ser abordado y esclarecido por la clase política.
Si la política quiere recuperar el protagonismo en 2019 debe tejer esas redes
necesarias entre la cotidianidad y las ideas-fuerza para que realmente se
produzcan los resultados que tanto interna como externamente se anhelan desde
hace largo rato. El sistema político venezolano debe ser capaz de producir los
movimientos constitucionales y políticos que los tiempos actuales demandan.
Cuando conciliar se vuelve
desafío
Los riesgos son demasiado
enormes. Con el deterioro progresivo de los indicadores sociales que impactan
severamente las condiciones de vida de los venezolanos y de proseguir la
desconexión del liderazgo político alternativo junto a la parálisis del
Estado, los escenarios de ingobernabilidad y explosividad social pudieran estar
desatándose a la vuelta de la esquina.
No se puede seguir tentando
al diablo, es hora que la política asuma plenamente su responsabilidad
conciliatoria frente a las visceralidades ideológicas que han deteriorado en
veinte años la convivencia ciudadana en el seno de la nación. 2019 va a
ser un año definicionespara responder a la coyuntura o ésta responderá a las
indefiniciones.
No hay otro escenario
posible. El liderazgo será sometido a su más dura prueba. Una parte debe
comprender la dinámica y actuar en consecuencia. Otra parte seguramente será
barrida por las circunstancias como ha solido ocurrir en muchos procesos
históricos parecidos o de índole similar…
16-12-18
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