Redacción ACI Prensa 22 de diciembre de 2018
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Al
celebrar la “Misa de la Esperanza” en la víspera del inicio del Adviento, el
Cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, Arzobispo de Mérida y Administrador
Apostólico de Caracas, destacó que “en medio
de esta noche oscura, mantenemos viva la luz de la esperanza”.
El
Cardenal Porras Cardozo presidió la Misa el sábado 1 de diciembre, en la Plaza
Bolívar del municipio venezolano de Chacao, en el área metropolitana de
Caracas.
“No
hace falta que recordemos, porque lo tenemos muy presente, los problemas y
contratiempos que vivimos: la inseguridad, la falta de lo más elemental, la
imposibilidad de llevar el alimento al hogar o poder socorrer en la enfermedad
al que sufre”, señaló el Purpurado.
“Son
muchos los servicios públicos que no funcionan y nos ponen los pelos de punta
porque falta la luz, el agua, el gas, el transporte. Nada de eso tiene la
última palabra”.
El
Cardenal aseguró que “como gente de Iglesia y de fe trabajamos por mantener
viva la llama de la esperanza, para anunciar que somos Pueblo de Dios que
camina en el desierto, en medio de la adversidad inhumana, pero que no nos
resignamos porque el Señor a quien esperamos es un Dios de vivos, no de
muertos”.
La
esperanza evangélica, dijo, “nos dice: ‘levántense, alcen la cabeza, que se
acerca su liberación’. Esa esperanza de la que el Papa Francisco tanto insiste
al decirnos: ‘que no nos roben la esperanza’”.
“Pero,
¿cómo hacerlo? En primer lugar, vivamos el tiempo del adviento como preparación
a la navidad, retomando las bellas tradiciones venezolanas de este tiempo”.
“El
pesebre en cada hogar, hecho con cariño e ilusión, no es una simple tradición.
Es poner en nuestra casa el misterio completo de la Navidad: Jesús nace en un
pesebre, rodeado de animalitos y pastores. A lo lejos están los palacios y las
luces resplandecientes de los que no se ocupan de los pobres. Y todo lo que
adorna el pesebre no es otra cosa sino el símbolo de la alegría de rodear aquel
singular nacimiento de cosas bellas y hermosas. No dejemos perder esta bella
tradición”, alentó.
El
Purpurado aseguró que los venezolanos viven “tiempos muy similares” a los de
María y José, que “en medio de dificultades y contratiempos, con un embarazo a
cuestas, por los polvorientos caminos desde Nazaret hasta Belén buscaban con
afán un lugar para guarecerse y poder dar a luz al Mesías”.
“La
primera reacción, de ellos y nuestra, pudo haber sido de desánimo, de
desaliento. Pero no, fue de búsqueda y de esperanza. Esa debe ser también
nuestra mirada de hoy: de esperanza, de construcción de bien, de arrancar de
nuestro corazón los pesimismos y los odios”, señaló.
Además,
dijo, “estamos propiciando también una costumbre venida de otras latitudes, más
sencilla de hacer, rodeada también de un gran simbolismo. La corona de
adviento, hecha con material de reciclaje, con la creatividad propia de cada
quien, con cuatro velitas que se van encendiendo domingo a domingo, evocando la
luz que es Jesús, que a medida que se acerca el 24, alumbra más y mejor”.
Sin
embargo, añadió, “todo ello no basta. La oración y las tradiciones religiosas
navideñas nuestras han estado siempre acompañadas con una preocupación por los demás”.
“La
parranda nace como una continuación de la celebración en la que se distribuye
algo para saciar el hambre y el frío. Es decir por la ayuda mutua. Que este año
ese compartir tenga como primer recipiendario a los enfermos, a los más pobres
de la comunidad, a los niños desnutridos”, alentó.
El
Cardenal Porras Cardozo subrayó luego que “Adviento y Navidad no son
simplemente una conmemoración ritual, para olvidarnos de los problemas de cada
día y embotarnos en el licor y en la diversión hueca y sin sentido”.
“Nos
dejemos robar el sentido más propio de este tiempo que es el ser conscientes de
que el bien se construye desde la debilidad del pesebre, desde la sencillez de
la vida cotidiana, desde la ternura y la atención en el hogar y en el
vecindario, en la lucha por los derechos humanos más elementales a los que
todos tenemos derecho de disfrutar”, dijo.
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