Julio César Arreaza B 30 de diciembre de 2018
Si
algunas virtudes adornan a los católicos auténticos son la Esperanza y la
Alegría. A pesar de las vicisitudes que siempre emergerán en nuestras vidas (el
discípulo no será mayor que su maestro), nos llenamos de un contento
desbordante porque es tiempo de Navidad, y sobreabundan las gracias porque el
Niño Dios ha renacido en nuestros corazones.
Venezuela
cuenta con una porción de reconocidos intelectuales, llamados a jugar un papel
estelar en situaciones comprometidas como las vivida en esta hora; resulta
entonces oportuno que digan presente y ejerzan su papel de faro iluminador e
inspirador para los caminos a seguir por las sociedades que atraviesan momentos
aciagos.
Les
lanzamos desde aquí un alerta y un reto, no es tiempo de abandonar la tarea de
pensar e iluminar y dejarse impregnar por el desánimo y la pereza mental
causados por la desesperanza de creerse la reencarnación de una especie de
sísifos ante un Estado criminal que cierra la puerta a cualquier avance. Por
supuesto que nos enfrentamos a un régimen mafioso y poderoso en violaciones
sistemáticas de los derechos humanos, pero lo sabemos un enano moral y por
debajo de su estulticia lo descubrimos temblando de pavor de perder sus
privilegios e impunidad, y al que hoy solo sostiene la fuerza bruta de las bayonetas
que sirven para todo menos para sentarse. Se saben en caída libre hacia el
abismo cuando cada día se reduce su otrora base de apoyo.
Entonces
corresponde a los pensadores sacudirse de cualquier atisbo de pereza mental y
trabajar mucho para dar con la ruta decisiva a la convivencia en torno al eje
del retorno de la democracia. Abandonar los temores y buscar las soluciones
inteligentes a los problemas, sabiendo situarse en los puntos de vista
diferentes para comprender sus razones y temores.
Los
pensadores deben empinarse hoy sobre las dificultades que encuentran por todas
partes, resistencias, difamaciones injustas y sacudirse del cansancio que
produce el ser escuchados como quien oye llover. Llegamos al punto en que una
parte demasiado grande del pueblo venezolano decidió no escuchar, lo cual
implica el peligro cierto de entrar en un sonambulismo que conduzca a la
perdición.
Por
tanto el desafío de los intelectuales responsables es ponerle coto al
desaliento, y jamás ceder y dejar el camino a los que no tienen razón.
El
régimen forajido pretende mediante la represión, el asesinato, la tortura y la
cárcel, callar a esa mayoría del país que rechaza sus prácticas. Su
comportamiento dictatorial solo logra darnos más razones y fuerzas para nuestra
lucha cívica, pacífica y firme hasta conquistar la democracia y la libertad.
El 10-
E es la fecha de vencimiento de la ignominia y la mentira. El cambio viene, el
cambio va.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!
Julio
César Arreaza B
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