Ramón Flores 23 de diciembre de 2018
@liderhumano
Cuando
usted ve a esos niños con rostros esqueléticos en las calles de Caracas, de
Ocumare del Tuy o de cualquier parte de Venezuela, hurgando dentro de la basura
para buscar qué comer, sabe que este modelo chavista es inviable, indefendible
y criminal.
Y si
algo evidencia la magnitud del fracaso del “socialismo del siglo XXI” es
precisamente ese episodio lamentablemente cotidiano, refrendado con la promesa
que se convirtió en estafa que hizo Hugo Chávez en diciembre de 1998, apenas
resultó electo presidente de la República, cuando dijo que se “prohibía a sí
mismo” que existieran niños de la calle en Venezuela, o de lo contrario “se
cambiaba el nombre”.
Lo
doloroso es que 20 años después de esa farsa, no solo es que se disparó la
cifra de niños de la calle: también se multiplicaron los delitos que
cometieron; los asesinatos en los que fueron víctimas o victimarios; la miseria
en la que viven; las drogas que consumen; la desigualdad social que sufren; la
masiva deserción escolar que ahora los caracteriza; así como el abandono de sus
padres que escaparon del país que los vio nacer debido al hambre y la pobreza
generadas por Chávez y su sucesor Nicolás Maduro.
No
obstante, a pesar de esta crisis económica, social y cultural sin precedentes
en nuestra historia, esos venezolanos que no nos rendimos ni resignamos a esta
desgracia “socialista” planteamos y nos unimos al “Plan País”, una propuesta de
futuro, modernidad, progreso y prosperidad que presentamos a nuestra nación para
comenzar a implementarlo una vez le demos fin a estas dos décadas de atraso y
sufrimiento chavista.
Sin
duda que esta convergencia de ideas de distintos sectores opositores envía un
poderoso mensaje a los venezolanos, porque en medio de nuestras naturales
diferencias políticas, todos estamos de acuerdo en que para salir de esta
pesadilla debemos estar unidos en propósitos y objetivos que se alejan de
nuestras ambiciones personales en función del bienestar del país.
A
grandes rasgos, el “Plan País” en su primera fase contempla el inmediato
abordaje de la crisis humanitaria que mientras usted lee esto cobra la vida de
un venezolano ya sea por hambre o por falta de medicinas; una estabilización
económica que persigue combatir la hiperinflación, promover la producción y
abastecimiento nacional así como obtener financiamiento externo -debido que los
delincuentes de “cuello rojo” se robaron, y aún roban, hasta los bombillos de
las oficinas-; así como el área energética, que tiene la visión de reimpulsar
la industria petrolera que de más de 3 millones y medio de barriles diarios que
se producían antes de que le cayera la “peste roja”, hoy apenas llega al millón
de barriles.
En
este sentido, no puedo dejar de mencionar otro esfuerzo que para esa nueva
Venezuela que se asoma a pesar de la desesperanza de muchos, se forja desde la
Asamblea Nacional, donde ya los diputados tenemos un banco de leyes aprobadas
que entrarán en vigencia apenas ocurra ese cambio de régimen que tantos
anhelamos. Por supuesto que ese cambio no llegará “mágicamente”, porque aún seguimos
articulando nuestros planes y objetivos, pero sin duda lo lograremos más
temprano que tarde, porque se lo debemos a esos venezolanos que a esta hora no
han hecho hallacas ni comprado el regalo del Niño Jesús, porque el criminal
régimen de Maduro lo empobreció. Se lo debemos a esos niños que no han comido y
deambulan por estas calles. Se lo debemos a esos compatriotas que están
vendiendo caramelos en un autobús en Perú. Te lo debemos Venezuela y para ti
trabajamos.
Ramón
Flores
Diputado
a la Asamblea Nacional
Presidente
del Parlamento Amazónico
@liderhumano
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