Por Simón García
Maduro no es usurpador en el
exacto sentido de la palabra, puesto que no se arrebata el poder a sí mismo,
sino más bien desespera por incrementar el que tiene. Pero, lo es en tanto
expresión más visible de la imposición de un sistema destructor de la
democracia. No sólo en términos políticos, sino negando la capacidad de
producir libremente, la necesidad de comer o el deseo general de retomar una
vida normal, dejando atrás la aplastante socialización de la miseria y la
desesperanza.
En acertado interés de
resguardar lo principal, los partidos opositores respetarán el acuerdo sobre la
presidencia de la Asamblea Nacional. La ejercerá Voluntad Popular, pese
a juicios anticipados o rumores para dinamitar la unidad que, después de
aporreos propios y ajenos, todavía puede ser recompuesta como eje de una
coalición muy amplia, política y programática, para romper la hegemonía de los
sectores más nefastos del régimen.
¿Qué es lo principal? Que
las fuerzas democráticas de cambio no pierdan el único poder público legítimo,
desde el cual actuar para defender lo que queda de democracia en la sociedad,
apoyar las denuncias y movilizaciones de la población y orientar una acción
política pacífica/institucional eficaz para debilitar y fragmentar el bloque de
poder dominante.
Es relevante que el deslinde
con los sectores extremistas los haya reducido a la minoría que son y que la
alucinada jugada de tronos destinada a cubrir un supuesto vacío de poder,
inexistente en las causales constitucionales y en la verdad que emana del cañón
de los fusiles, ya no pueda sumar fuerzas que antes le dieron oxígeno o le
cedieron espacio por omisión.
Voluntad Popular dibujo el
marco de su actuación al anunciar su candidato para presidir la AN. El diputado
Guaidó, posee atributos que permiten esperar que ejecutará la letra de su
partido con estilo propio
Le corresponderá unificar
las respuestas de la AN a un gobernante deslegitimado y tomar decisiones
viables que contribuyan a que los venezolanos sean los actores de un proceso
para superar el conflicto de gobernabilidad y el agravamiento de las crisis, la
hiperinflación y el colapso de los servicios públicos que está emergiendo. Nos
conviene ayudar a que pueda combinar la urgencia de transformar el poder con
los modos democráticos para hacerlo.
Es importante adecuar las
políticas de la oposición al hecho de que la principal fuente de
legitimidad del régimen es la Constitución Nacional, sino una ideología que
valida a una falsa revolución como interés y valor supremo de la nación. Su
soporte no es la ley sino el control de todas las instancias del Estado y la
invasión ideológica de la Fuerza Armada para usar las armas de la república
para abolir la república.
El absoluto monopolio de la
violencia por parte del régimen dominante, indica que no es más que un
espejismo retórico llamar a combatir esta compleja y descompuesta estructura de
poder con la fuerza de la violencia. Menos aún si proviene de inadmisibles
invasiones.
La nueva directiva de la
Asamblea Nacional tiene que asumir la urgencia como un desafío para salir de
las crisis y reconvertir la actual opresión autoritaria en una reconquista de
la democracia. La guía es concentrarse en incrementar el peso de los
ciudadanos en las decisiones públicas, abrirle paso a soluciones políticas y
fortalecer la reconquista de derechos.
Ayudemos a que no tiren para
el monte la oportunidad de rectificación, porque el 10 no será el fin de Maduro
23-12-18
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