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miércoles, 8 de mayo de 2019

Cuando el chavismo apretó a los medios por @INFOCRACIA



Por Andrés Cañizález


El día del periodista del año 2001 marcó un verdadero punto de inflexión, a mi juicio, en la de por sí compleja relación del chavismo con los medios de comunicación y el periodismo. El fallido golpe de abril de 2002 dejó alineados a los medios con el breve poder de facto de Pedro Carmona, pero en realidad ya Hugo Chávez los había colocado en la acera de enfrente 10 meses antes.

Aquellos primeros años del chavismo todavía permitían cierta irreverencia. Mantengo en mi memoria el acto del día del periodista del año 2000, cuando una aguerrida Vanessa Davies se presentó con una pancarta en el acto para denunciar las desapariciones forzadas que ocurrieron durante la tragedia de Vargas, en diciembre de 1999. Chávez prometió investigar a fondo lo ocurrido. No lo hizo. Y Vanessa pasó a formar parte del staff de periodistas del régimen, hasta que hizo preguntas sin guion.

El bochorno de las desapariciones forzadas pasó al olvido en el seno del chavismo, al punto que este caso llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Y tal fue la decisión del régimen de negar lo ocurrido que recién el año pasado el Tribunal Supremo de Justicia denegó un recurso para sancionar a los responsables.

Volvamos al día del periodista de 2001. Dicho acto aún fue organizado de forma conjunta entre las autoridades y el Colegio Nacional de Periodistas, como había sido la tradición desde décadas atrás. Debe haber sido la última ocasión en que eso ocurrió, ya que después de abril de 2002 el regreso de un Chávez “reload” al poder abrió una verdadera brecha entre el periodismo y el poder político.

En el acto del día del periodista de 2002, en junio de aquel año, ya fue excluido el CNP y los premios tuvieron un claro sesgo con plumas que estaban al servicio del régimen.

Pero ya dicha brecha estaba anunciada antes del “Carmonazo”, precisamente en ese acto de junio de 2001. Chávez allí fustigó a los medios, sin distinguir, y sin hacer diferencias entre lo que podría ser la empresa periodística y los periodistas como tales.


A su juicio, la prensa en su conjunto representaba un enemigo de su proyecto político y estaban destinados a la confrontación. Con un Chávez que habló tanto en su vida, a veces se perdían mensajes inequívocos como éste, que luego terminarían convertidos en una política pública. Años después se entronizaría Andrés Izarra como el artífice de la “hegemonía comunicacional”
Chávez y los medios tuvieron una corta luna de miel entre 1999 y el 2001. Siempre se recuerda la pléyade de periodistas y personas del mundo mediático que abiertamente apoyaron al chavismo en la hora inicial y que luego le fustigaron tales como Alfredo Peña, Carmen Ramia o Napoleón Bravo.

O aquellos que dejaron el periodismo para ser fichas del poder chavista como Eleazar Díaz Rangel, Ernesto Villegas o la propia Vanessa Davies.

De las palabras a las acciones

Pero tal vez las figuras determinantes en lograr aquella luna de miel entre el chavismo estrenándose en el poder y el poder mediático resultaron ser el fallecido Luis Miquilena y José Vicente Rangel, con serios problemas de salud en estos tiempos.

Miquilena y Rangel fueron en aquel tiempo verdaderos operadores. Solían hacer llamadas a los medios cuando Chávez se refería a ellos y calmaban los ánimos. Visitaban de imprevisto a propietarios de medios. Su papel en aquel momento estaba en suavizar el discurso aguerrido del comandante.

Los sucesos de abril de 2002 también rompieron aquella comandita entre Miquilena y Rangel. Se perdieron los vasos comunicantes. Y a partir de entonces el chavismo, en relación con los medios, pasó de las palabras a las acciones.

07-05-19




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