Por Marcelo J. González
R.
En el cuarto mes de la
pandemia de covid-19, la gran mayoría de los países de América Latina tienen
severas dificultades para lograr el control. A la fecha, más de un millón de
casos han sido reportados en la región. El total de fallecidos asciende a 52 mil.
El 91% de los casos diarios se diagnostican en Brasil, Chile, Colombia, México
y Perú. En la semana en curso se podrían reportar cerca de 250.000 casos más.
Chile y Perú ya se encuentran entre los ocho primeros países en número de casos
por millón de habitantes.
En la última semana, 14
países de la región han reportado el número más alto de casos desde que comenzó
la pandemia. Esto significa que el control tomará con seguridad 100 días o más
desde el momento que se registró el primer caso de covid-19. Situación muy
diferente a la de Corea del Sur que logró el control en 48 días desde el primer
caso. Esa diferencia en tiempo para el control, significa un mayor deterioro de
los servicios de salud y más dificultades para reanudar la actividad
productiva. Por otra parte, la prolongación de la pandemia en unos pocos países
también aumenta el riesgo para el resto.
La urgencia de la
situación obliga a examinar las alternativas que pueden explorar los países. La
premisa central para el control es el aumento de la distancia entre las
personas. De esta manera se limita la posibilidad de que el virus se transmita.
Para ello se requiere
realizar el diagnóstico y colocar a las personas en aislamiento, y al mismo
tiempo identificar los contactos que requieran cuarentena. Los sistemas de
salud que estén en capacidad de realizar estas tareas sin medidas más
rigurosas, pueden controlar la pandemia más rápidamente y con menores costos
productivos.
El caso anterior es
justamente el de Corea del Sur. De acuerdo con el Índice de Rigurosidad de Políticas
(IRP), elaborado por la Escuela de Gobierno Blavatnik de la Universidad de
Oxford, Corea del Sur requirió un IRP promedio de 36 (el máximo es 100) para
alcanzar el control. Es por ello que no se implementaron medidas de
confinamiento nacional. En América Latina, Costa Rica, por ejemplo, también ha
logrado el control, aunque con un IRP mayor (80) al de Corea del Sur. En este
grupo también se puede incluir a Uruguay. Es claro que en estos dos países las
capacidades instaladas en los sistemas de salud juegan un papel preponderante.
Cuando la
institucionalidad del sistema de salud no facilita adecuadamente las
actividades de diagnóstico, aislamiento, cuarentena y detección de contactos,
entonces la tasa de crecimiento de los casos puede ocasionar una demanda
desproporcionada sobre los servicios.
Es en esa circunstancia
cuando se deben considerar las medidas más rigurosas. Esta es la situación
que afectó a la gran mayoría de los sistemas de salud de la región. De allí que
en muchos de ellos se alcanzaran niveles muy altos de rigurosidad de políticas.
De acuerdo con las últimas mediciones del IRP mencionado, Bolivia, Colombia,
República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Paraguay y
Perú tienen altos niveles de rigurosidad (valores superiores a 90), de manera
que es poco factible implementar medidas más estrictas, aunque tampoco han
logrado el control.
La coexistencia de
altos niveles de rigurosidad de políticas sin alcanzar el control, indica que
la reducción del distanciamiento de las personas, sea por la limitación de la
actividad productiva, educativa o social, no está cumpliendo los objetivos
propuestos. Es bastante obvio que, en países con altos grados de informalidad,
las personas deben salir de las viviendas para procurar los recursos para la
subsistencia. Esta es la lógica que fundamenta que para limitar la movilidad de
las personas se debe garantizar la protección del ingreso, vía la asignación
directa de recursos a las familias.
De acuerdo con la
información disponible para el análisis comparado de países, en el sitio web de
la Escuela Blavatnik, la gran mayoría de los países de la región aprobaron
mecanismos de transferencia de ingresos para aquellos que perdieran el empleo,
para los que no tuvieran empleo al momento de iniciar la pandemia, y para los
trabajadores en el sector informal.
Solo Haití, México,
Nicaragua y Venezuela no implementaron estos mecanismos de protección social de
corto plazo. Ahora bien, en el resto de los países, con la excepción de
Honduras, el monto de la asignación de recursos es inferior al 50% del salario
mensual promedio. Es bastante claro que, en estas circunstancias, las personas
tienen mayor incentivo para no cumplir estrictamente el confinamiento.
El incremento sostenido
de los casos de covid-19 está asociado, en consecuencia, con la imposibilidad
de garantizar los ingresos requeridos por las familias. No existe información
hasta la fecha sobre las dificultades derivadas de poner en marcha programas de
esta naturaleza en tan corto tiempo, y si efectivamente están siendo recibidos
por las personas en mayor necesidad.
Todo lo cual implica
que el control efectivo de la pandemia en las próximas semanas requiere
considerar si es posible ampliar esos montos, al menos en el mes en curso.
Habría que agregar, dentro de las dificultades, el desgaste y cansancio
experimentado por las familias en un confinamiento que más bien habría que
prolongar. El efecto que tiene este estado de ánimo de la población es un
aspecto que debe ameritar especial consideración por parte de los gobiernos.
En América Latina era
bastante conocida la debilidad de los sistemas de protección social,
fundamentalmente para identificar riesgos individuales y familiares. Lo que la
pandemia ha puesto en evidencia, por la rapidez de los acontecimientos, es la
notable debilidad de los gobiernos para responder rápidamente con la calidad
requerida, pero también con los recursos fiscales necesarios para programas de
protección social de corto plazo.
El curso en las
próximas semanas estará determinado por la capacidad para tomar medidas
audaces, expresadas en recursos suficientes, que permitan alcanzar el control.
De lo contrario, en muchos países de la región, aumentará lamentablemente la
severidad de la pandemia.
03-06-20
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