Fernando Mires 04 de julio de 2014
Cuando leemos una novela o vemos una
película histórica, nos son reveladas imágenes cuya intensidad no puede ser
captada por textos de historia. La razón reside en que novelas y filmes al no
estar centrados en el análisis de los llamados procesos y estructuras, no nos
atiborran de datos ni pretenden dar cuenta “objetiva” de la realidad. Por el
contrario, sus actores son seres imperfectos, sujetos a ideales, pasiones e
intereses: Como todos los humanos.
De tal modo, después de una novela o
de un film histórico, solemos pensar si a diferencias de lo que ocurre en los
textos de historia, las cosas podrían haber sido de otra manera bajo el
supuesto de que los actores no hubieran sido (tan inteligentes o tan estúpidos)
como fueron. Por supuesto, esa duda no podemos plantearla al leer un libro de
historia. Pues, si hay un tiempo verbal prohibido a los historiadores, es el
subjuntivo.
¿Cuántas veces dije a algún
estudiante?: “No hable en subjuntivo, la historia no se ocupa de lo que pudo
haber sido, sino de lo que fue. El tiempo de la historia es el pasado y nada
más que el pasado”.
Pero sin el subjuntivo no podemos
entender una obra literaria o fílmica. Sin la posibilidad de la conjetura,
afirmo, no puede, además, haber ninguna obra de arte. Esa es la razón por la
cual ahora, cuando quiero escribir una nota conjetural sobre la Primera Guerra
Mundial, no comenzaré hablando sobre ningún libro de historia sino sobre un
“thriller”: “El Atentado”,
“El Atentado” es una producción
alemana-austriaca de 2014 dirigida por Andreas Prochaska. Su primer actor es
Florian Teichmeister en el rol del inspector Leo Pfeffer, encargado de
dilucidar el atentado que terminó con las vidas del príncipe heredero Franz
Ferdinand y su esposa. La mayoría de los historiadores opina que ese atentado,
si no “causa”, fue el origen de la Primera Guerra Mundial.
¿Qué habría pasado si el príncipe
hubiera sobrevivido? ¿O si el atentado realizado por el serbio Gavrilo Princip
no hubiera tenido éxito?
El film insinúa que no habría sucedido
nada distinto. La decisión de declarar la guerra a Serbia ya había sido tomada
en Viena. No obstante, Franz Ferdinand no estaba a favor de una guerra a
Serbia. La pregunta del filme queda flotando en el aire. ¿Fue enviado Franz
Ferdinand al sacrificio por las autoridades austro-húngaras?
¿Y que habría sucedido si el
presidente Poincaré de Francia, comisionado por las potencias europeas para
convencer a Nicolás ll no intervenir en Rusia, no hubiese en vez de eso azuzado
al Zar en contra de Austria y de Alemania? ¿Y que habría sucedido si el monarca
alemán Wilhem ll –convencido por sus generales de que Rusia, dada su
inferioridad militar, no iba a reaccionar- no hubiese dado un cheque en blanco
a los austriacos para que actuaran cuando y como estimaran conveniente? ¿O si
no hubiera declarado la –perfectamente evitable- guerra a Francia? ¿Y si no
hubiera decidido atacar a Francia a través de Bélgica donde encontró una
inesperada resistencia? ¿Y si Inglaterra no hubiese acudido en defensa de
Bélgica para ponerse al lado de Rusia y Francia? ¿Y si Nicolás ll y Wilhem ll
no hubiesen sido tan irresponsables e irse de vacaciones justo cuando iba a
estallar la guerra?
Esas preguntas llevan a otra pregunta
decisiva: ¿Y qué habría sucedido si el conflicto no hubiese pasado de una
escaramuza entre Austria y Serbia como todo el mundo creía que iba a ser? La
respuesta es obvia: la Primera Guerra Mundial nunca habría estallado.
¿La Segunda Guerra Mundial habría sido
entonces la primera? Tampoco es tan cierto: Ni la política ni la historia
tienen que ver con matemáticas. El razonamiento histórico y político dice en
cambio: La Segunda Guerra Mundial solo fue posible gracias a la Primera.
Pensemos otra vez en subjuntivo: Si no
hubiese estallado la Primera Guerra, no habría habido Tratado de Versalles. Así
la Socialdemocracia alemana no se habría dividido. Lo más probable es que los
socialdemócratas habrían gobernado Alemania y los socialdemócratas rusos
(bolcheviques y mencheviques unidos) habrían gobernado junto con los
nacional-revolucionarios y los liberales. No olvidemos que hasta el momento de
su muerte, Lenin tenía un pie metido en la Socialdemocracia. En breve, no
habría habido estalinismo.
A la vez, sin el leonino tratado de
Versalles a que fue sometida Alemania por Francia e Inglaterra, y sin
estalinismo, no habría habido ascenso nazi. En el peor de los casos, Hitler
habría sido un breve y pintoresco episodio. ¿Quién iba a pensar que ese
atentado llevado a cabo por un grupo de enloquecidos nacionalistas serbios iba
a desencadenar dos guerras mundiales, el holocausto, más millones y millones de
muertos?
El filme “El Atentado” termina cuando
el comisario Pfeffer entrega a sus superiores los resultados de la
investigación en la que se demostraba que el asesinato a Franz Ferdinand no
tenía nada que ver con el gobierno de Serbia. Las autoridades lo miraron como a
un pájaro raro. ¿A quién le interesaba en ese momento el atentado?
Después del filme hube de pasar
inevitablemente del tiempo subjuntivo al condicional. Ocurrió cuando
aparecieron en el noticiario las imágenes de Ucrania.
Putin moviliza a los movimientos
separatistas de acuerdo a una doctrina religiosa y étnica del año 1914. Europa
mantiene -todavía- la unidad de su eje central (Alemania, Francia e Inglaterra)
y con ello la Alianza Atlántica sigue vigente. Pero por otra parte no hay
acuerdo en cómo enfrentar la expansión rusa. ¿Qué pasará si las débiles
sanciones no logran detener a Putin? ¿No sería mejor –opinan otros- dejar que
Putin haga lo que quiera en Ucrania? Pero ¿Qué hacer con esa mayoría de
ucranianos que piden ayuda? Y sobre todo, ¿qué hacer con los países bálticos y
con Polonia, amenazados desde Rusia?
Y, no por ultimo, si un grupo de
exaltados, de esos que sobran en Europa, se les ocurriera hacer un atentado a
alguien políticamente importante ¿Qué podría pasar? (Imaginemos: Merkel visita
Kiev y un grupo de fanáticos separatistas pro-rusos hace volar su
automóvil) ¿1914 en el 2014? No quiero
ni pensarlo.
A veces tengo la impresión de que
Europa sigue siendo un barril de pólvora. Con esa imagen de horror decidí irme
a la cama. Afortunadamente no soy político y no tengo que tomar mañana ninguna
gran decisión. Igual, no dormí bien. El fantasma de 1914 produce insomnio en
las almas.
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