Thays Peñalver 09 de mayo de 2015
El chavismo ha encarcelado o acusado ya
a casi todos los líderes de la oposición. Están acusados de haber orquestado
hasta 70 planes hilarantes de magnicidio
Desde aquel día del 2002 en el que Hugo
Chávez apareció en cadena de radio y televisión explicando que la oposición
había comprado un misil para derribar su avión, había que tomárselo muy en
serio. De hecho, la realidad es que había que tomarlo como cierto. Sí, como
cierto, porque en política una acusación severa como esa no se puede tomar de
otra manera. Es como el Servicio Secreto que protege al presidente Barack Obama
que recibe 30 amenazas de muerte cada día (‘The Telegraph’) y cada una de
ellas, por más absurda que parezca debe ser tomada e investigada como “cosa
cierta”.
Por eso la oposición debió tomar como
cierta la acusación cuando el jefe de espionaje venezolano apareció en 2004,
también en cadena de radio y televisión, informando de que la oposición mataría
a Chávez con un súper Jet F-16. También cuando el jefe de espías explicó con
lujo de detalles cómo la oposición usaría otro F-16 en 2008. Cuando decidió
comprar ya aviones propios en 2010 para asesinar al presidente y cuando ya se
acusó a la oposición de comprar nada menos que una flotilla de F-16 en 2014.
Más serio aun cuando la oposición, ya evidentemente sin liquidez por haber
comprado tanto avión sofisticado, sólo pudo comprar un avión de hélices para
acometer la misma tarea, en el 2015.
Acusaciones
hilarantes
Imaginen los amigos lectores que el
presidente del Gobierno español aparece en una rueda de prensa, junto a los
jefes militares, explicando que la oposición actual ha invertido 2.000 millones
de euros en aviones a reacción e incluso que le han dado las coordenadas donde
bombardearían los poderosos y sofisticados aviones. Ahora imagínese usted que
va a los mapas de Google e introduce esas coordenadas para saber cuales eran
los objetivos militares de la oposición y descubre que el único objetivo del
bombardeo era el pueblito de Villamedianilla, en la provincia de Burgos.
¿Podía la oposición venezolana,
económicamente arruinada, gastar el equivalente al presupuesto de educación
primaria de Venezuela para comprar aviones F-16, con la finalidad de bombardear
un pequeño pueblo de menos de 10 habitantes, como reza una de las acusaciones?
No importa cuán hilarante sea la respuesta, porque lo importante es lo que
buscaba la acusación y lo que pretendía que respondiera la oposición.
Revisemos la realidad, que no es otra
que acometer un ‘genocidio político’. El primer candidato presidencial en la
era chavista, Henrique Salar Römer, y por quien votaron los venezolanos, hoy
está exiliado por una de esas acusaciones de magnicidio. El segundo candidato
presidencial también demócrata, Manuel Rosales, también está exiliado por
“conspirador y magnicida”. El líder de la Coordinadora Democrática, Enrique
Mendoza, quien llevó a la primera y única victoria electoral opositora, fue
juzgado por conspiración y magnicidio. El equipo de técnicos que ayudaron a
organizar la estrategia electoral de la oposición, también fueron acusados
formalmente y algunos están exiliados. Los banqueros, empresarios y financieros
de la oposición fueron barridos con esa estrategia y a los periodistas de medios
de comunicación que difundían opinión libremente como Miguel Henrique Otero
(periódico ‘El Nacional’), Rafael Poleo (periódico ‘El Nuevo País’) Marcel
Granier (canal de televisión RCTV) y Alberto Federico Ravell o Nelson Mezerhane
(canal de noticias Globovisión) no sólo les arrebataron esos medios o los
llevaron prácticamente a la ruina, sino que fueron acusados de magnicidas.
Nuevos
liderazgos
Luego surgieron los nuevos liderazgos.
Los precandidatos presidenciales de la actual Mesa de la Unidad Democrática,
como Cecilia Sosa, Oswaldo Álvarez Paz y César Pérez Vivas, también han sido
acusados por conspiración y magnicidio. Los liderazgos jóvenes y emergentes de
los partidos tradicionales como Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Voluntad
Popular y del Partido Copei fueron o están siendo diezmados por conspiración y
magnicidio. Quienes se marcharon del Gobierno como Henri Falcón para fundar su
partido político, ya cuenta con dos averiguaciones abiertas y una amenaza del
presidencial.
Los más jóvenes, el nuevo liderazgo
estudiantil que despunta está siendo perseguido y encarcelado por conspiración,
ya algunos han sido imputados por este delito, han rendido testimonio en la
policía política del Gobierno o acusan seguimiento y hostigamiento por parte del
servicio de espionaje. Los líderes que han surgido de las primarias de la Mesa
de la Unidad, como el candidato presidencial Diego Arria, quien acusó a Chávez
de sus vínculos con la ETA, hoy está exiliado por magnicidio. Los líderes
opositores Leopoldo López y el segundo a bordo de su Partido Voluntad Popular,
junto a Antonio Ledezma -quien no sólo es el alcalde mayor, sino también líder
de su partido político-, hoy están presos en una cárcel militar, mientras que
María Corina Machado se encuentra a la espera de ser imputada por segunda vez
por el delito de conspiración y magnicidio.
A la oposición venezolana le queda un
solo líder en libertad, Henrique Capriles, no así su partido político, cuyo
máximo dirigente Julio Borges, su jefe de estrategia política y su jefe de
estrategia electoral, quienes casi logran ganarle a Maduro en las últimas
elecciones presidenciales, ya han sido formalmente acusados, buscados por
Interpol o exiliados, por el mismo motivo; mientras no pocos creen a pies
juntillas, que absolutamente toda la oposición ha planificado aproximadamente
70 planes de magnicidio.
Diría Fidel Castro que hoy, en el siglo
XXI, ya no son necesarios los fusilamientos en el malecón, cuando se puede
acometer un “genocidio político” a la vista de todos y que encima, muchos lo
aplaudan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico