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jueves, 20 de agosto de 2015

Conjugar la indignación y la esperanza, por @EdgarRivero_14



Edgar Rivero 19 de agosto de 2015

Mucho se ha hablado últimamente sobre la aplicación del Art 350 consagrado en nuestra Constitución, que reza: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”.


Para nadie es un secreto que no tenemos independencia, ni paz, ni libertad, puesto que dependemos de las decisiones de Cuba, somos el país más violento y con más muertes de América Latina y gran cantidad de dirigentes, estudiantes, militares y hasta alcaldes han sido apresados por pensar diferente y expresarlo.

Por otro lado, los valores y principios que antes nos inculcaban desde la escuela, han desaparecido; así como las garantías democráticas y los derechos humanos han sido violados una y mil veces, lo que nos evidencia que no vivimos en democracia.

De manera que no hace falta llamar a un 350, al que tanto teme el gobierno, porque el descontento se escucha y se palpa en cada cola, en casa mesa familiar, en cada aula de clases, en el transporte público, en la farmacia, en un hospital, en los supermercados, en el campo y en la ciudad; en fin, de norte a sur y de este a oeste del país, la escasez y el descontento van de la mano, creando un gran caldo de cultivo para el temido y no deseado estallido social.

En efecto, el pueblo demanda un cambio de rumbo, un golpe de timón y de un momento a otro podría estallar esta bomba de tiempo, en cualquier cola, donde el pueblo sufre la escasez en medio de atropellos y humillaciones. El miedo, hasta ahora, ha sido quedarse sin comida. Esto no está muy lejos de la realidad y puede tornarse más grave, cuando al pasar el tiempo en lugar de ver soluciones, se anuncian más cierres de plantas, con la merma de la producción y por ende la distribución de alimentos, que sigue sin resolverse. Todo lo contrario, continúan llegando alimentos por cuenta gotas, las pocas marcas que quedan. Cada vez llega menos comida a los abastos y no han podido acabar con las colas que día a día se forman fuera de todos los comercios grandes y pequeños. Nadie quiere quedarse sin comida. Hay quienes dicen que ésa será el arma que esgrimirá el régimen el 6D, “tu voto por una bolsa”.

Es ahí donde debemos estar más alertas que nunca. No hay mejor estrategia que jugar las mismas cartas del régimen. Claro está, no tenemos las bolsas de comida que utilizarán para comprar tu voto, pero sí podemos repetir hasta el cansancio: recibe lo que por derecho te corresponde y vota con conciencia. Hay que repetir hasta el cansancio NO al voto asistido, porque es ahí donde eres extorsionado, chantajeado, manipulado y claro que te “resuelven”, pero eso es momentáneo, mientras les interesa tu voto. Una vez hayas traicionado de nuevo a tu país, ya no les serás útil y volverás a sentir el hambre en el estómago conforme pasan los días, mientras ellos siguen comiendo a cuerpo de rey.

Es propicio y oportuno, comenzar aclarando lo siguiente: capitalizar el descontento puede ser complicado. Nadie dijo que era fácil. Tampoco imposible. Debe privar la cordura. Hay que actuar con la razón, aplicar la inteligencia ante todo, para evitar la violencia. Claro está, existe una gran oportunidad para vencer al régimen de turno por la vía electoral y democrática. Precipitarse y subestimar al adversario político, sería un gravísimo error. Es clave tener siempre presente que ellos no se quedarán de brazos cruzados.

De modo que aprovechemos todo ese descontento que sentimos cuando se nos acaba el jabón de baño, la leche para los niños, el papel higiénico, el azúcar o el arroz; cuando se nos acaban los medicamentos para la tensión, la diabetes o el asma. Eso es lo que el pueblo debe valorar, a la hora de votar.

Por ello resulta muy importante que quienes hacen colas e intercambian frases de descontento con sus compañeros de penurias, se mantengan unidos en una solo idea: acabar con la escasez y la miseria del siglo 21. El pueblo debe unirse y ser coparticipe del cambio, ser protagonistas de una tarea en función del gran objetivo que perseguimos: recuperar nuestro país, nuestra soberanía, nuestra producción, nuestra identidad, nuestros sueños, nuestros anaqueles llenos. Por eso debemos ganar y ganar bien, para ello es crucial hacer del voto popular una realidad.

Finalmente, lo relevante es estar en la fiesta, es decir, saber conjugar la indignación y la esperanza, para recuperar lo perdido y restablecer el orden Constitucional, para volver a ser el país democrático, amigable, solidario, rico en recursos, en paisajes, en mujeres bellas, en optimismo, en derechos humanos y en democracia. Por eso debes decidir si tu voto será por tu país o contra tu país. Conjuga la indignación y la esperanza y el resultado será un país libre, renovado y amado. El resultado será una nueva Venezuela.

Edgar Rivero


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