Edgar Rivero 19 de agosto de 2015
Mucho se ha hablado últimamente sobre la
aplicación del Art 350 consagrado en nuestra Constitución, que reza: “El pueblo
de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia,
la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad
que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los
derechos humanos”.
Para nadie es un secreto que no tenemos
independencia, ni paz, ni libertad, puesto que dependemos de las decisiones de
Cuba, somos el país más violento y con más muertes de América Latina y gran
cantidad de dirigentes, estudiantes, militares y hasta alcaldes han sido
apresados por pensar diferente y expresarlo.
Por otro lado, los valores y principios
que antes nos inculcaban desde la escuela, han desaparecido; así como las
garantías democráticas y los derechos humanos han sido violados una y mil
veces, lo que nos evidencia que no vivimos en democracia.
De manera que no hace falta llamar a un
350, al que tanto teme el gobierno, porque el descontento se escucha y se palpa
en cada cola, en casa mesa familiar, en cada aula de clases, en el transporte
público, en la farmacia, en un hospital, en los supermercados, en el campo y en
la ciudad; en fin, de norte a sur y de este a oeste del país, la escasez y el
descontento van de la mano, creando un gran caldo de cultivo para el temido y
no deseado estallido social.
En efecto, el pueblo demanda un cambio
de rumbo, un golpe de timón y de un momento a otro podría estallar esta bomba
de tiempo, en cualquier cola, donde el pueblo sufre la escasez en medio de
atropellos y humillaciones. El miedo, hasta ahora, ha sido quedarse sin comida.
Esto no está muy lejos de la realidad y puede tornarse más grave, cuando al
pasar el tiempo en lugar de ver soluciones, se anuncian más cierres de plantas,
con la merma de la producción y por ende la distribución de alimentos, que
sigue sin resolverse. Todo lo contrario, continúan llegando alimentos por
cuenta gotas, las pocas marcas que quedan. Cada vez llega menos comida a los
abastos y no han podido acabar con las colas que día a día se forman fuera de
todos los comercios grandes y pequeños. Nadie quiere quedarse sin comida. Hay
quienes dicen que ésa será el arma que esgrimirá el régimen el 6D, “tu voto por
una bolsa”.
Es ahí donde debemos estar más alertas
que nunca. No hay mejor estrategia que jugar las mismas cartas del régimen.
Claro está, no tenemos las bolsas de comida que utilizarán para comprar tu
voto, pero sí podemos repetir hasta el cansancio: recibe lo que por derecho te
corresponde y vota con conciencia. Hay que repetir hasta el cansancio NO al
voto asistido, porque es ahí donde eres extorsionado, chantajeado, manipulado y
claro que te “resuelven”, pero eso es momentáneo, mientras les interesa tu
voto. Una vez hayas traicionado de nuevo a tu país, ya no les serás útil y
volverás a sentir el hambre en el estómago conforme pasan los días, mientras
ellos siguen comiendo a cuerpo de rey.
Es propicio y oportuno, comenzar
aclarando lo siguiente: capitalizar el descontento puede ser complicado. Nadie
dijo que era fácil. Tampoco imposible. Debe privar la cordura. Hay que actuar
con la razón, aplicar la inteligencia ante todo, para evitar la violencia.
Claro está, existe una gran oportunidad para vencer al régimen de turno por la
vía electoral y democrática. Precipitarse y subestimar al adversario político,
sería un gravísimo error. Es clave tener siempre presente que ellos no se
quedarán de brazos cruzados.
De modo que aprovechemos todo ese
descontento que sentimos cuando se nos acaba el jabón de baño, la leche para
los niños, el papel higiénico, el azúcar o el arroz; cuando se nos acaban los
medicamentos para la tensión, la diabetes o el asma. Eso es lo que el pueblo
debe valorar, a la hora de votar.
Por ello resulta muy importante que
quienes hacen colas e intercambian frases de descontento con sus compañeros de
penurias, se mantengan unidos en una solo idea: acabar con la escasez y la
miseria del siglo 21. El pueblo debe unirse y ser coparticipe del cambio, ser protagonistas
de una tarea en función del gran objetivo que perseguimos: recuperar nuestro
país, nuestra soberanía, nuestra producción, nuestra identidad, nuestros
sueños, nuestros anaqueles llenos. Por eso debemos ganar y ganar bien, para
ello es crucial hacer del voto popular una realidad.
Finalmente, lo relevante es estar en la
fiesta, es decir, saber conjugar la indignación y la esperanza, para recuperar
lo perdido y restablecer el orden Constitucional, para volver a ser el país
democrático, amigable, solidario, rico en recursos, en paisajes, en mujeres
bellas, en optimismo, en derechos humanos y en democracia. Por eso debes
decidir si tu voto será por tu país o contra tu país. Conjuga la indignación y
la esperanza y el resultado será un país libre, renovado y amado. El resultado
será una nueva Venezuela.
Edgar Rivero
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