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jueves, 20 de agosto de 2015

DE LA RAZÓN A LA PASIÓN, por @AmericoMartin


Américo Martin 14 de agosto de 2015

En su obra capital que, según JL Borges, es “todas las obras”, Dante envía los violentos de cualquier pelaje a los círculos finales del infierno, el séptimo, octavo y noveno. En la Comedia (La “divina”, como prefirió llamarla Bocaccio) el gran escritor florentino explica los motivos que guiaron a Dios a colocar en cada círculo o recinto de círculo los miles de millones de pecadores de la historia humana.


Dante fue un hombre apasionado, muy dado a cimentar sus afirmaciones sobre especulaciones racionales o cuando menos de lógica poética. Político militante como era, fue expulsado varias veces de Florencia, su amada ciudad. Regresó tantas cuantas pudo para incorporarse al partido de los “güelfos” contra los “gibelinos”, quienes fueron echados a su vez por los compañeros de Dante, cuando el carrusel del Destino colocó a los güelfos en el poder. En fin, la clásica vuelta de tortilla. Los perseguidos de ayer convertidos en perseguidores de hoy, atados a las viejas cuentas de la venganza. Por no prevalecer el sentido común nadie fue capaz de detener la espiral de la violencia.

Más de siete siglos después estamos, en la agobiada Venezuela, en el corazón de esa macabra espiral. Fiel a lemas primitivos como aquel de que “con la burguesía no se dialoga” o que quien disiente se convierte automáticamente en feroz enemigo y carne de patíbulo, el gobierno fundado por Chávez y empeorado por la yunta Maduro-Diosdado, está envuelto en un dilema crucial: puesto que no le resulta fácil derogar las elecciones conforme la pauta del dictador Pérez Jiménez en 1957, extrema su imaginación para evitar una derrota que lleva grabada en la piel

¿Cómo retener el mando el 6D sin recurrir a un fraude abierto y masivo?

Entendamos esto: la causa de los DDHH y el derecho internacional humanitario se han fortalecido en grado tal que el sistema jurídico y los pactos multilaterales regionales se han cerrado a la presencia de gobiernos sin legitimidad de origen u origen electoral. La OEA, Mercosur y varios más incluyen semejante prohibición en sus estatutos. Maduro sabe que cometer fraude equivale a ser expulsado y arriesgarse a castigos que en las dramáticas condiciones que abruman a Venezuela, serían terminales. Chávez lo supo siempre y de allí su afición a las elecciones mientras pudo reunir o forzar mayorías, pero su modelo ha naufragado. Al reducir el país a escombros, la esperanza de retener el poder por la vía del sufragio se aleja cada vez más.

El cuadro no es estático, está en franco deterioro y por eso lo que haya que hacer no puede esperar demasiado. Sin embargo el objetivo es claro: aprovechar las diferencias, incoherencias y fallas de la oposición para activar sentimientos abstencionistas o separatistas, de modo que la diferencia en los votos desaparezca por la eventual incapacidad opositora de reunir todo su potencial antes del 6D

El asilamiento mundial del gobierno madurista crece diariamente. Una muy reciente declaración de los Ayuntamientos de España solicitando la libertad del Alcalde Ledezma y de Leopoldo López y demás presos políticos ha sido suscrita por los concejales de los tres partidos mayoritarios, PP, PSOE y Podemos, tenido este último como corriente afín a Maduro, y no obstante firmando una dura condena de su política.

El gobierno de Maduro se debilita aceleradamente. Hay un temor foráneo al estallido de una crisis humanitaria devastadora en Venezuela. Según la CEPAL, al cierre de este año nuestro país será el que más decrecerá en Sur América (-5.5%) seguido de Brasil (-1.5%) Y con mucho será el de más demoledora inflación (180% o más). Por el peso muerto de Brasil y sobre todo de Venezuela, el crecimiento de toda la región se reducirá amargamente a solo 0.5%

Por su creciente pobreza, Venezuela encabeza los conflictos sociales del continente. El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social notifica que en el primer semestre de 2015 hubo 2836 protestas sociales, 56 saqueos materializados y 76 intentados. Los estallidos tipo San Félix se están expandiendo por la corteza del país.

No se ha podido cuantificar, desde luego, el deterioro del PSUV, pero se percibe un fuerte malestar con especial desapego de los sectores más pobres. Quienes escribieron con insistencia acerca del chavismo como doctrina socialista, hoy exhiben una visible frustración.

Son dos rivales sobre la arena separados por los dilemas de democracia o dictadura, crecimiento o retroceso, mejor o peor calidad de vida. En este momento los pronósticos se complican.

Con evidente desesperación el gobierno confía en su capacidad para desmoralizar y confundir a sus rivales.

Maduro insulta, provoca, se entrega a un lenguaje chabacano y procaz, acompañado de agresiones contra aquellos a quienes más teme. Inhabilitada María Corina y encarcelados Ledezma y López, siguen en pie Capriles y Falcón. Capriles opta por responder cara a cara, Falcón deja pasar lo que considera falaz y sigue armando su red nacional.

He dicho, he insistido en que se debe votar el 6D pero sería irresponsable asegurar que aquello será fácil o al final inevitable. Los que adivinan el futuro, dando por fatal el fraude o el triunfo electoral, son políticos impropios. Se puede estimar la tendencia pero sobre el resultado pesan muchos imponderables. Ahí se disocian los oficios de “político” y “adivino”, porque si el peso de las provocaciones oficialistas destruyera la unidad de la oposición acarrearía una situación inmanejable de efectos imponderables. Con más razón la oposición debe apechugar, ofreciendo una alternativa democrática unida por sobre las olas encrespadas.

Única fórmula capaz de ofrecer soporte susceptible de vencer la borrasca.


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