Por Froilan
Barrios, 04/08/2015
Los informes de
instituciones reconocidas como la CEPAL y los análisis de intelectuales de
talla mundial como Andrés Openheimer y Moisés Naim, resaltan la tendencia en el
último quinquenio a la caída del crecimiento económico de América Latina; de
hecho para 2015 se pronostica un máximo de 2%. Comportamiento diferente a otras
economías de Asia y Europa donde se registran cifras cercanas al 6% y 7% anual,
donde resalta el milagro irlandés por su acelerado desarrollo.
Estas
investigaciones reflejan en realidad las dificultades que tiene América Latina
para insertarse en el mercado global, competir eficientemente y el desarrollo
de tecnologías y crecimiento del empleo en la región. Estas constataciones del
rezago de nuestras economías, es el centro de preocupación de diferentes
gobiernos de cualquier corte ideológico, de centro, izquierda o derecha;
quienes ante la alarma de “América Latina se está quedando en el aparato”
actúan en procura de superar los obstáculos que frenan un crecimiento
sostenido.
De allí vemos como
los gobiernos de Panamá, Costa Rica, México, Brasil, Chile, Uruguay, Colombia,
Perú, entre otros, promueven acuerdos comerciales con la Unión Europea, Asia
del Pacifico, EEUU, en procura de un despegue de las economías del continente.
Aún cuando logros significativos estén por verse, visualizamos esfuerzos para
salir del atolladero y alcanzar mejores niveles de vida para los habitantes de
sus respectivos países.
En el caso de
Venezuela, el curso gubernamental que observamos a diario va por la carretera
vieja, como aquel viejo almacén de telas de Cabimas cuyo irónico lema era
“pierde y se ríe”. A tal punto que universidades e investigadores del mundo
entero ven perplejos la negligencia de un gobierno que conoce la caída del PIB
en 2014 en -3%, con un pronóstico de disminución de -7% para 2015 y continua
incólume en el rígido control del mercado, nulo otorgamiento de divisas y el
cierre paulatino de mas de 10.000 empresas, con la pérdida acumulada en los
últimos 2 años de 500.000 puestos de trabajo y el éxodo desde 2005 de 1.600.000
venezolanos.
¿Cómo se puede
calificar un gobierno y su indiferencia ante el cierre anunciado de empresas
automotrices con una plantilla de 30.000 empleos y favorece la importación de
centenas de autobuses en sus convenios con China? ¿O la afectación de la
Industria Química que afectaría más de 20.000 empleos?, o el caso de los
galpones de la Yaguara que afecta el empleo de 2.000 puestos de trabajo.
Igualmente ocurre con las licorerías, pymes que registran una nomina de mas de
15.000 puestos de trabajo, el de las autopartes que indican cifras similares y
el caso de los trabajadores de la Harina y Polar con cifras que sobrepasan los
50.000 empleos.
¿Ante tanta
negligencia gubernamental como puede ser su único argumento “la guerra
económica” y ser promotores por su actitud cómplice del bachaqueo, como medio
de expandir la miseria a unos y la expoliación del salario a otros? Definitivamente
el Fascismo también tiene rostro económico y lo sufrimos a diario en Venezuela.
Movimiento
Laborista
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