El reciente viaje de Francisco a
Sudamérica representó un giro importante. Se trata del inicio
de una segunda etapa en la que deja claro el nexo existente entre sus discursos
y lineamientos teológico-pastorales, y el enfoque propuesto por la
llamada Teología del Pueblo o Teología de la Cultura.
Desde el estudio de esta rama de la teología latinoamericana, que surge en el
contexto socio-histórico de la recepción del Concilio Vaticano
II en América Latina, podemos comprender que lo que propone Francisco no es un
mero cambio de enfoque en la pastoral eclesial, como tampoco un refrescamiento
del lenguaje o actualización de las formas religiosas existentes, sino el replanteo
de un modo de ser Iglesia que reconoce los graves efectos de
la crisis estructural que vive y se propone retomar la senda trazada por el
Concilio Vaticano II.
Este nuevo modo de ser de Iglesia asume un talante profético, entendiendo a la acción pastoral a partir de nuestra inserción en la realidad del pobre y la asunción de los valores que brotan de estos sectores populares. Se trata de un nuevo modo de ser Iglesia a partir de la opción preferencial por esa parte del pueblo que son los pobres, la periferia, y el impacto que ellos tienen para generar procesos de conversión en todos aquellos que hacemos vida en la institución eclesiástica y en la sociedad en general. No cabe, pues, la postura de quienes "viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y de una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría de la población mundial" (Laudato Si, 49). Esta falta de conexión con la realidad, ayuda "a cauterizar la conciencia" (LS 49).
La Teología del Pueblo es una rama de la teología latinoamericana de la liberación que fue desarrollada en Argentina por los teólogos Lucio Gera y Rafael Tello. Sin embargo, sus orígenes se remontan al año 1966 cuando se crea la Coepal (Comisión Episcopal de Pastoral), que acuña el término de "pueblo" entendido como "la existencia de una cultura común, enraizada en una historia común y comprometida con el bien común".
Esta Teología no busca el cambio de las estructuras sociales y políticas por sí mismas, sino el discernimiento de la misión e identidad de la institución eclesiástica a partir de su opción por el pueblo pobre, expresada en un firme discurso religioso que impulse el diálogo sociopolítico y promueva una praxis pastoral informada por la justicia social como valor de ese "pueblo fiel" que quiere ser seguidor de la praxis de Jesús (Sebastián Politi, Teología del Pueblo).
Esta opción teológico-pastoral no parte del análisis de las condiciones económicas y sociopolíticas para interpretarlas a la luz del método marxista, sino de la conexión real con el pueblo y el estudio de su cultura o ethoscomún, y apuesta por la promoción integral del sujeto humano, el fomento deldiálogo sociopolítico y la práctica de la justicia social.
El reto que dejó Francisco en su reciente viaje a Sudamérica es, pues, el de repensar a una Iglesia que está llamada a "optar por el pueblo pobre" y "alejarse de tentaciones de propuestas unicistas, cercanas a dictaduras, ideologías y sectarismos" (Quito, 7-7-2015). Una Iglesia que debe alejarse de "los elitismos socioeconómicos y las desconexiones con lo real", y que, como ha dicho en repetidas ocasiones, "desmonte el clericalismo y el carrerismo eclesial" que reina en la mente de tantos clérigos que sólo piensan en ser obispos y llegar a puestos de poder por el mero hecho de ser ministros ordenados. En palabras de Francisco, "estos son signos de una fe que no es fiel al Evangelio" y que "necesita salir de sí".
Este nuevo modo de ser de Iglesia asume un talante profético, entendiendo a la acción pastoral a partir de nuestra inserción en la realidad del pobre y la asunción de los valores que brotan de estos sectores populares. Se trata de un nuevo modo de ser Iglesia a partir de la opción preferencial por esa parte del pueblo que son los pobres, la periferia, y el impacto que ellos tienen para generar procesos de conversión en todos aquellos que hacemos vida en la institución eclesiástica y en la sociedad en general. No cabe, pues, la postura de quienes "viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y de una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría de la población mundial" (Laudato Si, 49). Esta falta de conexión con la realidad, ayuda "a cauterizar la conciencia" (LS 49).
La Teología del Pueblo es una rama de la teología latinoamericana de la liberación que fue desarrollada en Argentina por los teólogos Lucio Gera y Rafael Tello. Sin embargo, sus orígenes se remontan al año 1966 cuando se crea la Coepal (Comisión Episcopal de Pastoral), que acuña el término de "pueblo" entendido como "la existencia de una cultura común, enraizada en una historia común y comprometida con el bien común".
Esta Teología no busca el cambio de las estructuras sociales y políticas por sí mismas, sino el discernimiento de la misión e identidad de la institución eclesiástica a partir de su opción por el pueblo pobre, expresada en un firme discurso religioso que impulse el diálogo sociopolítico y promueva una praxis pastoral informada por la justicia social como valor de ese "pueblo fiel" que quiere ser seguidor de la praxis de Jesús (Sebastián Politi, Teología del Pueblo).
Esta opción teológico-pastoral no parte del análisis de las condiciones económicas y sociopolíticas para interpretarlas a la luz del método marxista, sino de la conexión real con el pueblo y el estudio de su cultura o ethoscomún, y apuesta por la promoción integral del sujeto humano, el fomento deldiálogo sociopolítico y la práctica de la justicia social.
El reto que dejó Francisco en su reciente viaje a Sudamérica es, pues, el de repensar a una Iglesia que está llamada a "optar por el pueblo pobre" y "alejarse de tentaciones de propuestas unicistas, cercanas a dictaduras, ideologías y sectarismos" (Quito, 7-7-2015). Una Iglesia que debe alejarse de "los elitismos socioeconómicos y las desconexiones con lo real", y que, como ha dicho en repetidas ocasiones, "desmonte el clericalismo y el carrerismo eclesial" que reina en la mente de tantos clérigos que sólo piensan en ser obispos y llegar a puestos de poder por el mero hecho de ser ministros ordenados. En palabras de Francisco, "estos son signos de una fe que no es fiel al Evangelio" y que "necesita salir de sí".
Rafael Luciani
Doctor y Profesor de Teología
rlteologiahoy@gmail.com
@rafluciani
Doctor y Profesor de Teología
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@rafluciani
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