Por Jesús
Alexis González, 06/08/2015
El último
estudio del Centro de Investigaciones Brookings: “Vulnerabilidades Macroeconómicas en un Mundo Incierto” (09/2014)
que examina a las 7 principales economías de América Latina, señala que Venezuela presenta la macroeconomía de
mayor vulnerabilidad para enfrentar el nuevo contexto global caracterizado
por una caída en los precios del petróleo, un aumento en el costo del
financiamiento internacional, una disminución gradual del PIB chino, un crecimiento
del PIB de EEUU a una tasa promedio de 2,7% en el periodo 2014-2018 y un
crecimiento de la zona euro por debajo de su promedio histórico.
En el
caso venezolano, el epicentro de su vulnerabilidad podemos localizarlo en la caídade las reservas internacionales
(RI)como consecuencia de la baja del precio petrolero en más del 55% y su
negativo impacto en el ámbito de la economía en su conjunto, habida cuenta de
representar una fuente de protección y de seguridad contra los desequilibrios de la cuenta corriente de la
balanza de pagos—importaciones y exportaciones--, asunto de relevante
importancia para un país como Venezuela donde la casi totalidad de las divisas
que ingresan provienen de las exportaciones petroleras al tiempo que importamos
más del 70% de los alimentos que consumimos, razones que obligan a mantener un nivel adecuado de reservas en
correspondencia con el valor de las importaciones ya que son (1) el respaldo—la fortaleza—de los
bolívares que circulan en la economía (contrapartida del dinero circulante) y (2) la “liquidez internacional” con que
cuenta el país para hacer frente a los choques
macroeconómicos tal como las salidas de capitales y la volatilidad del tipo
de cambio. Resulta oportuno mencionar, que un muy alto vocero del Gobierno Nacional
precisó (octubre 2013) que el nivel óptimo de RI (NOR)requerido por
Venezuela se sitúa en US$ 29.000
millones,aun cuando en realidad el nivel de reservas ¡nunca es suficiente!,y si asumimos como valido el NOR
gubernamental se contextualiza en el presente una situación sensiblemente
critica que coloca al país al borde de
precipicio económico, ya que desde el mismo 2013 (año de la “declaración
oficial”) las RI se situaron en US$ 21.479 millones (35% por debajo del NOR) habiendo experimentado una disminución con
relación al 2012 cuando estaban en US$ 29.890 millones (2,9% por encima del NOR); mientras que en 2014 estaban en US$
20.142 millones (50% por debajo del NOR)
y para el 27/07/2015 disminuyeron hasta US$ 15.363 millones (¡88,8% por debajo del NOR!), con el
agravante que las reservas internacionales liquidas apenas llegan a unos ¡US$ 400 millones! (equivalente a decir
que ¡no existen!). Tal caída de las RI, ha venido siendo perversamente compensada con un notable crecimiento de la liquidez
monetaria (M2) que al IS 2015 se situó en más de Bs
2.690.000.000.000 (2,7 ¡trillones!), impulsada por una sistemática emisión de dinero inorgánico que ha
inducido, entre otros males, (a) la
presencia de más bolívares con menos
respaldo en divisas, es decir una gran masa monetaria en circulación con
bajo respaldo en RI, e igualmente (b) un
alza inflacionaria en el lapso 1999-2014 de 2.770%.
La
vulnerabilidad de Venezuela, puede observarse a la luz de 4 indicadores
contenidos en el citado estudio del Centro Brookings: (A) El Índice de Liquidez de
Reservas Internacionales—relación de los pagos de capital de la deuda
interna y externa de corto plazo del sector público durante los próximos 12
meses dividido por la suma de las RI—que ubica al país como la segunda posición más débil (detrás
de Argentina) para hacer frente a una potencial interrupción del crédito en los
mercados de capitales, encontrándose en un nivel predeterminado de riesgo según
se desprende tanto de la relación RI/deuda externa, como de RI/deuda externa a
corto plazo; (B) El Índice de Vulnerabilidad Inflacionaria—relación
de la inflación proyectada al final de 2016—que nos coloca con la más alta calificación en el panorama
inflacionario de América Latina y el mundo, con el consecuente efecto
negativo (ampliación) de la brecha existente entre el tipo de cambio oficial y
el tipo de cambio del “mercado” paralelo; (C)
El Índice de Vulnerabilidad Fiscal—comportamiento
de la deuda pública (como % del PIB)para los próximos 15 años—que nos sitúa como
la Nación más débil de Latinoamérica como
resultante de la evolución de los déficits fiscales, del decrecimiento del PIB
y las alteraciones en el tipo de cambio real, que permite inferir una dinámica
creciente en las intenciones de deuda pública sin descartar un posible cese de
pagos (default) para el 2016; (D) El Índice de Vulnerabilidad Bancaria—solidez de los bancos para
enfrentar un contexto global menos favorable—que nos posiciona como un sistema bancario frágil habida cuenta
de mantener la más alta proporción de la cartera bruta contra capital, con el
riesgo de agotar las provisiones al momento de una crisis bancaria.
Ante el
escenario descrito, surge la inquietud de “acercarnos”
al precipicio para “visualizar” la
situación que lo bordea—con tendencia creciente-- si no se frena la vulnerabilidad: el PIB decreció durante el IT
2015 en un 6,7%, el salario mínimo
apenas supera los 12 $, el pago de
deuda previsto para el 2015-2016 (US$ 16,1 millardos) es superior a las RI, un déficit fiscal superior al 20% del PIB, caída de la producción nacional en más de
un 70%, nivel de escasez de un 65% en promedio, inflación anualizada
2015 superior al 160% con dinámica
hiperinflacionaria, disminución de las importaciones en más de un 70%, descenso del consumo superior al 6%, las importaciones se contraerán
cerca del 35%, de 3.400 Agencias de
Aduanas apenas están operando 500
(14,7%), el gasto público ha disminuido un 6% del PIB, y un largo etcétera.
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