Por Freddy Núñez
Un acto absolutamente
rutinario en todo país democrático, ha devenido en una irresponsable
confrontación entre civilización y barbarie. El sólido repudio de la ciudadanía
a este régimen incapaz y corrupto, se expresó en una avalancha de votos que
dieron a la democracia un claro mandato, otorgándole los 2/3 de la Asamblea
Nacional. La reacción del régimen ha sido de una histeria, una violencia y una
irresponsabilidad inaudita. Maduro, Cabello y Rodríguez, entre otros, han
exhibido un odio visceral, una pérdida de sindéresis, más propia de malandros
que de gente con un mínimo sentido del ridículo y del gobierno. Una frustración
e impotencia superlativa, los ha llevado a tomar decisiones temerarias e
ilegales estimulando un ambiente de confrontación violenta. Los discursos de
Maduro dirigidos a la Fuerza Armada Nacional, son un llamado a desconocer la
voluntad del pueblo y la realidad de una Asamblea Nacional que expresa los
deseos de cambio del país.
Grupos de facinerosos pagados
y armados por el régimen, informan que saldrán a la calle a “defender las
conquistas de la revolución”, amenazadas según ellos, por el imperio, la nueva
asamblea, etc. De este régimen siempre se debe pensar mal para poder acertar,
no escatimaran esfuerzos en generar conflictos, es lo único que han hecho
exitosamente durante 16 años. La creación de un ambiente hostil para impedir el
acceso de los nuevos diputados a la asamblea, no puede ser descartada. La
Fuerza Armada Nacional, en cumplimiento de sus deberes constitucionales, debe
garantizar la seguridad de los nuevos diputados, y mantener el orden público.
El 5 de enero, el país estará
en la agenda de todos los países que han seguido con interés lo que está
ocurriendo en Venezuela. Muchos observadores del proceso electoral vivieron in
situ, e informaron en sus países, el grotesco ventajismo, el irrespeto a las
leyes del país, por parte del gobierno y del instituto electoral descaradamente
a su servicio, y estarán pendientes ahora de ver hasta donde es capaz de llegar
un régimen estructuralmente antidemocrático, para impedir que la decisión
soberana del país se concrete en la instalación de la nueva asamblea. Mucho
trabajo les espera a los nuevos diputados, constituyen la esperanza de comenzar
la reconstrucción del país en todos los órdenes, cuentan con un inmenso apoyo
popular, y eso los compromete con la unidad. La Asamblea no es responsable del
gobierno, por eso es demasiado importante que los nuevos diputados aprovechen
el acto de instalación para presentar un documento a la nación y al mundo, en
el cual quede absolutamente clara la magnitud de la destrucción del país
llevada a cabo durante 16 años, y sean señalados sus directos responsables.
El futuro del país depende de
la habilidad política de los nuevos diputados, de su capacidad de diálogo, de
la firmeza, y de la claridad de objetivos. No se trata de venganzas, de pasar
facturas personales, se trata de crear las condiciones para que el país
prospere, posibilitando un rescate institucional, dentro del cual la
administración de justicia y un modelo económico coherente son prioritarios.
Confiamos en la nueva Asamblea, bienvenida la civilización, el dialogo, el
debate inteligente. Bienvenida la posibilidad de una nueva Venezuela.
30-12-15
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