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domingo, 27 de diciembre de 2015

Tiempo de política constitucional, @ffacchinb



Fernando Facchin B., 26/12/2015

La desacertada designación (momentánea) de los rábulas del régimen como magistrados del tsj, (así con minúsculas), es anticonstitucional e inconstitucional, al respecto la doctrina patria ha sostenido:

“Anticonstitucionalidad e inconstitucionalidad son acepciones tan antiguas como el mismo derecho constitucional. La primera quiere indicar una resolución (ley, decreto o decisión de autoridad) que va en contra de la letra, el espíritu y el sentido de la Constitución. La segunda, que no hay conformidad o apego de tal resolución a lo estipulado en la propia Carta Magna.”

“Con respecto a la Protección e inviolabilidad de la constitución: el sistema constitucional venezolano vigente se caracteriza por dos principios fundamentales: la supremacía de la constitución, que aunado al principio de la interactividad, dan origen al principio de inviolabilidad. Dichos principios actúan en protección de la integridad del texto constitucional además, para otorgarse mayor fortaleza a esta protección, se creó el control de la constitucionalidad de las leyes en mano de la sala constitucional del tribunal supremo de justicia, como órgano jurisdiccional, tiene la responsabilidad de ejercer la justicia constitucional.”

La anticonstitucionalidad e inconstitucionalidad de las designaciones, acto arbitrario reñido con la carta magna han sido suficientemente analizadas por excelentes juristas nacionales e internacionales, entre ellos me permito sugerir la posición del Dr. José Ignacio Hernández en su “blog de José Ignacio Hernández”, donde explica las razones legales y jurídicas que tiene el nuevo parlamento para resolver sobre la nulidad de dichas designaciones, según él son cinco violaciones expresas a los postulados constitucionales, base cierta para declarar la nulidad del acto arbitrario.

Es lamentable, pero aún existen quienes creen en idealismo, la buena fe, la generosidad y el desinterés personal de los “maduristas y cabellistas” y, sin esperanza alguna, consideran que el régimen va a resolver todos los males que aquejan a cada ciudadano y al país.

La generalizada percepción de un sistema carcomido por la arbitrariedad, el clientelismo y la corrupción. Donde ni los legisladores (¿?) y el falso jefe del régimen, ni siquiera cumplen las leyes que ellos mismos han promulgado, convirtiendo los poder fundamentales en instituciones degeneradas que han abusado sin límite y hoy están abocadas al fracaso. Cuando la arquitectura constitucional falla, como ha ocurrido en la designación de serviles seudo magistrados, la separación de poderes se difumina y pierden su objetividad, por tal razón hoy asistimos a hemos asistido a la consunción de un sistema desahuciado que, en su absurda huida hacia delante, se ha apartado de la ruta de la legalidad y de cualquier vestigio de legitimidad, si es que alguna vez tuvieron legitimidad los diputados salientes y designaron a un grupo de áulicos serviles para procurarse un blindaje del régimen, eso no es prueba de fortaleza, sino de miedo y debilidad política y jurídica. Asistimos a un momento histórico en el que las pésimas costuras constitucionales han devenido en desgarros institucionales imposibles de remendar. El régimen ineficiente e incapaz de salvarse a sí mismo tiene sus días contados. Es evidente que a partir del 6D se ha iniciado un proceso de cambio.

La designación de los rábulas al TSJ forma parte de las miserias políticas y los delirios “revolucionarios” por evadir la justicia que ha de recaer en su contra, pero que aún tienen secuestrado al país. Pero el catastrófico (des)orden, frente a la arrolladora victoria de las fuerzas democráticas libertarias que han descabezado al “dueño” del circo, dejaron a los payasos y maromeros como “cucarachas mal ´pisadas” y expandidas sin control y bajo el pánico de sus desafueros contra los derechos más elementales.

Es obvio que de la crisis no saldremos de inmediato, la crisis es, esencialmente, política, y es labor mancomunada de los ciudadanos responsables y en especial de los diputados electos, abrir el camino de la transformación del sistema político que tiene secuestrada a Venezuela, para lograr convertirnos en una sociedad libre, donde la Justicia, la Libertad y la Prosperidad estén al alcance de cualquiera y nadie juegue con ventaja. Lograrlo no es imposible, pero sí agotador. Pues requiere trabajar sin descanso, voluntad y cohesión política.


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