Fernando Facchin B., 26/12/2015
La desacertada designación (momentánea) de los rábulas del régimen como
magistrados del tsj, (así con minúsculas), es anticonstitucional e
inconstitucional, al respecto la doctrina patria ha sostenido:
“Anticonstitucionalidad e inconstitucionalidad son acepciones tan
antiguas como el mismo derecho constitucional. La primera quiere indicar una
resolución (ley, decreto o decisión de autoridad) que va en contra de la letra,
el espíritu y el sentido de la Constitución. La segunda, que no hay conformidad
o apego de tal resolución a lo estipulado en la propia Carta Magna.”
“Con respecto a la Protección e inviolabilidad de la constitución: el
sistema constitucional venezolano vigente se caracteriza por dos principios
fundamentales: la supremacía de la constitución, que aunado al principio de la
interactividad, dan origen al principio de inviolabilidad. Dichos principios
actúan en protección de la integridad del texto constitucional además, para
otorgarse mayor fortaleza a esta protección, se creó el control de la
constitucionalidad de las leyes en mano de la sala constitucional del tribunal
supremo de justicia, como órgano jurisdiccional, tiene la responsabilidad de
ejercer la justicia constitucional.”
La anticonstitucionalidad e inconstitucionalidad de las designaciones,
acto arbitrario reñido con la carta magna han sido suficientemente analizadas
por excelentes juristas nacionales e internacionales, entre ellos me permito
sugerir la posición del Dr. José Ignacio Hernández en su “blog de José Ignacio
Hernández”, donde explica las razones legales y jurídicas que tiene el nuevo
parlamento para resolver sobre la nulidad de dichas designaciones, según él son
cinco violaciones expresas a los postulados constitucionales, base cierta para
declarar la nulidad del acto arbitrario.
Es lamentable, pero aún existen quienes creen en idealismo, la buena
fe, la generosidad y el desinterés personal de los “maduristas y cabellistas” y,
sin esperanza alguna, consideran que el régimen va a resolver todos los males
que aquejan a cada ciudadano y al país.
La generalizada percepción de un sistema carcomido por la
arbitrariedad, el clientelismo y la corrupción. Donde ni los legisladores (¿?)
y el falso jefe del régimen, ni siquiera cumplen las leyes que ellos mismos han
promulgado, convirtiendo los poder fundamentales en instituciones degeneradas
que han abusado sin límite y hoy están abocadas al fracaso. Cuando la
arquitectura constitucional falla, como ha ocurrido en la designación de
serviles seudo magistrados, la separación de poderes se difumina y pierden su
objetividad, por tal razón hoy asistimos a hemos asistido a la consunción de un
sistema desahuciado que, en su absurda huida hacia delante, se ha apartado de
la ruta de la legalidad y de cualquier vestigio de legitimidad, si es que alguna
vez tuvieron legitimidad los diputados salientes y designaron a un grupo de
áulicos serviles para procurarse un blindaje del régimen, eso no es prueba de
fortaleza, sino de miedo y debilidad política y jurídica. Asistimos a un
momento histórico en el que las pésimas costuras constitucionales han devenido
en desgarros institucionales imposibles de remendar. El régimen ineficiente e
incapaz de salvarse a sí mismo tiene sus días contados. Es evidente que a
partir del 6D se ha iniciado un proceso de cambio.
La designación de los rábulas al TSJ forma parte de las miserias
políticas y los delirios “revolucionarios” por evadir la justicia que ha de
recaer en su contra, pero que aún tienen secuestrado al país. Pero el
catastrófico (des)orden, frente a la arrolladora victoria de las fuerzas
democráticas libertarias que han descabezado al “dueño” del circo, dejaron a
los payasos y maromeros como “cucarachas mal ´pisadas” y expandidas sin control
y bajo el pánico de sus desafueros contra los derechos más elementales.
Es obvio que de la crisis no saldremos de inmediato, la crisis es,
esencialmente, política, y es labor mancomunada de los ciudadanos responsables
y en especial de los diputados electos, abrir el camino de la transformación
del sistema político que tiene secuestrada a Venezuela, para lograr
convertirnos en una sociedad libre, donde la Justicia, la Libertad y la
Prosperidad estén al alcance de cualquiera y nadie juegue con ventaja. Lograrlo
no es imposible, pero sí agotador. Pues requiere trabajar sin descanso,
voluntad y cohesión política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico