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miércoles, 30 de diciembre de 2015

Por qué hay que cambiarlos, @Tamara_Suju



Por Tamara Sujú Roa, 22/12/2015

Durante los últimos 12 años, y se escribe fácil pero hay que ver como han sido de largos y angustiosos, los venezolanos vivimos la terrible división que Chávez sembró en la población, para así lograr mantener siempre cohesionados a quienes creyeron en su proyecto a pesar de que nunca les trajo verdadero bienestar social, pero siguieron votando por el oficialismo esperando la tierra prometida que nunca llegó, porque Chávez murió y quien lo sucede no tiene ni un ápice del carisma y la inteligencia que el militar tenía para controlar las masas a través su política populista y las grandes sumas de dinero producto de la renta petrolera que usó para proselitismo político, propaganda electoral, comprar conciencias nacional e internacionalmente y venderse como la maravilla del siglo XXI.

A medida que pasaban los días, meses y años, el país daba muestras de retroceso. Lo pudimos ver en la infraestructura en general, en el deterioro de los servicios públicos, en el lamentable estado de los hospitales y centros de educación, en el transporte público. Una muestra clara puede observarse en el parque automotor. Parece que estuviéramos viviendo todavía en los años 90, excepto cuando pasan a nuestro lado las camionetas o vehículos oficiales, que sí son renovados continuamente.

Así como se iba deteriorando la calidad de vida día a día, los venezolanos fueron perdiendo poco a poco también sus libertades. Ejemplo de ello, la libertad de circular libremente por todo el territorio nacional. La inseguridad y el deterioro de las autopistas y carreteras ha hecho que las personas piensen muy bien el simple hecho de tomar un autobús para viajar al interior del país o de vacacionar en una playa. Ningún lugar es seguro. El hampa es la dueña de las decisiones de movimiento de la población y por eso el venezolano se ha autoimpuesto un toque de queda a partir de cierta hora de la tarde y se ha encerrado en sus casas para autoprotegerse.

También nos quitaron la libertad de decidir cómo informarnos, el acceso a la información. El gobierno mantiene la hegemonía comunicacional, luego de haberle quitado la concesión a RCTV, de haber cerrado más de treinta emisoras de radio, de haber promovido por acción u omisión el cierre de periódicos y paginas Web, de haber perseguido a dueños de medios, a periodistas de larga trayectoria, a generadores de opinión y haber inducido a que algunos fueran despedidos de sus trabajos.

Los venezolanos no tenemos derecho a saber cuáles son las cifras reales de inflación, cuántas personas fallecen diariamente víctimas de la violencia, cuáles son las cifras reales sobre secuestros y robos, y además ya no podemos ver la transmisión en vivo de sucesos que tengan imágenes reales que ellos determinen como “violentas”. Por lo tanto, poco se transmite sobre alzamiento de presos en las cárceles del país, o sobre manifestaciones de la gente en las calles exigiendo sus derechos o el deplorable estado de los hospitales públicos, los enfermos tirados en el piso en las emergencias, las mujeres pariendo en los pasillos y los bebés acostados en cajas de cartón.

El cerco comunicacional es imprescindible para mantener el poder. Y les funcionó hasta el pasado 6 de diciembre. Las promesas y dádivas ofrecidas no les dieron resultados el 6 de diciembre. La gente ya no les cree y tiene motivos de sobra. Hoy los índices de pobreza, incluyendo la pobreza extrema, muestran el fracaso total del proyecto de poder que fue el socialismo del siglo XXI. El poder adquisitivo del venezolano se ha visto mermado por la inflación y el control impuesto por la escasez de productos de primera necesidad. Las enfermedades antes controladas por políticas sanitarias implementadas en anteriores gobiernos, han vuelto, y además, algunas como epidemias no reconocidas por el sector oficial. Enfermos mueren diariamente por falta de medicamentos. La insalubridad y la desnutrición por mala alimentación se muestran en los barrios populares, contrariando el discurso demagógico del gobierno ciego y sordo ante las calamidades reales de la gente.

Luego vendría la sistemática y malvada persecución contra un sector de la población que se les oponía y reclamaba respeto a la Constitución y a los DDHH. El despido de los 22 mil empelados de Pdvsa –ahora sabemos que el gobierno necesitaba el control total de la empresa para ponerla a la completa disposición presidencial y se convirtió en la caja chica de pocos que se enriquecieron e hicieron grandes negocios. La empresa estatal está hoy en la palestra mundial por escándalos de lavado de capitales. Luego vendría la persecución sistemática de miles de venezolanos que firmaron por el referendo revocatorio del presidente Chávez y cuyos nombres fueron recopilados en la llamada lista Tascón, la persecución contra miembros de la sociedad civil organizada, militares, ONG de DDHH y estudiantes, ha sido la pauta marcada por el régimen para tratar de someter a la población.

Cruel ha sido la manipulación del 1 x 10 que ha ordenado el gobierno entre sus seguidores para arrear a la gente a votar (1 busca y lleva a 10 votantes más), la obligatoriedad de los empleados públicos a acudir a marchas y concentraciones so pena de ser sancionados o botados, el proselitismo político impuesto en las oficinas y demás dependencias públicas de idolatría a la figura del presidente, la prohibición de hablar en contra del gobierno o de criticarlo en dichos lugares so pena de ser considerados traidores a la revolución y despedidos, hizo mella en los empleados públicos, causando que se inhibieran en el libre ejercicio de sus derechos ciudadanos.

Pero el conocimiento por parte de los venezolanos de la verdadera cara de lo inhumano y cruel de este régimen continuado, vendría después. De esto hablaré en mi próximo articulo.

Quiero desearles a mis lectores una Navidad en unión familiar llena de esperanzas. Venezuela es nuestro hogar, al que debemos cuidar y por el que debemos trabajar. El 6D se abrió una puerta para que juntos empecemos a enderezar esta ruina en la que han convertido a nuestro país. Y debemos hacerlo con honestidad y por el bien de todos.


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