Por Alexander
MARTINEZ / AFP
Para Elise Belisario, la
Navidad “está muerta”. Al menos en Petare, una barriada de Caracas donde la
decoración decembrina desapareció y sus vecinos restringirán las comidas
tradicionales por la crisis económica, en un país que durante años celebró
estas fechas en la abundancia.
Una de las mayores favelas de
América Latina, Petare refleja en cada esquina el castigo que significa para
los venezolanos tener la inflación más alta del mundo, por encima de 200% al
cierre del año, según cálculos privados (el gobierno de Nicolás Maduro no ha
publicado datos del costo de vida en 2015).
“Este año la Navidad está
muerta, la plata no alcanza. Las navidades se apagaron”, dice Elise, una morena
de 28 años, que se quedó sin empleo y debe ingeniárselas para pagar el alquiler
de la casa donde vive con sus dos hijos.
Poco tiempo atrás, con la
bonanza petrolera que se empezó a extinguir en agosto de 2014 y estimulaba el
consumismo en Navidad, las fiestas eran muy distintas.
Elise evoca los balcones
iluminados de Mesuca, uno de los barrios montañosos de Petare.
“Caminas por todo eso y no hay
una lucecita. El río Guaire pasaba alumbrado, ahora nada”, comenta la mujer.
“Eramos ricos y no nos dábamos cuenta”.
– Cochinos flacos –
Testimonio de esta situación
son los cochinitos de aguinaldos, alcancías donde los clientes de comercios
dejan propinas para repartirlas entre los empleados.
“Ahora está más pobre porque
la gente tiene menos dinero, se preocupa más por comprar sus alimentos que por
regalar”, cuenta Olga González, de 50 años, cajera de una charcutería del casco
central de Petare, quien vistió al puerco con un traje de Papá Noel.
Su local está vacío, a
diferencia de otras navidades. “Las ventas están más bajas que nunca”, señala.
En uno de los cientos de
negocios ambulantes de esta ruidosa zona, Karina afirma que su lechón solo
recibe billetes de cinco bolívares. Es decir, el precio de un caramelo.
– Navidad sin hallacas –
Paradójicamente, en Petare el
problema no es la escasez, sino que en muchos casos los productos se venden a
precios extremadamente elevados para el bolsillo de los venezolanos.
Es que -al igual que en el
resto del país- los problemas de desabastecimiento y el férreo control de
precios del gobierno han alentado el acaparamiento y la reventa.
El gobierno de Maduro responsabiliza
a empresarios y miembros de la oposición de lo que considera una “guerra
económica” que genera escasez e inflación.
Xiomara, de 38 años, cambió la
venta callejera de películas por la de huevos, que escasean desde que el
gobierno ordenó recientemente bajar el precio. Pero el efecto que la medida
desencadenó fue el contrario.
Hoy una caja de 30 huevos vale
1.300 bolívares, frente a 420 que costaría al precio regulado. Vale decir, que
el sueldo mínimo es de 9.600 bolívares.
Calcular esos costos en dólares
es complejo, pues en Venezuela -donde el gobierno monopoliza las divisas- hay
tres tipos de cambio más el del mercado negro, que excede 120 veces la tasa
oficial más baja e informalmente se lo usa para fijar precios.
Pero también las ganancias de
Xiomara se ven disminuidas porque diariamente tiene que pagarle a la policía
para que no le decomise los huevos, muy requeridos en esta época para la
ensalada de gallina, una típica comida navideña.
En un quiosco de periódicos,
con una vitrina a medio llenar y una heladera vacía, Ana Pinto, de 64 años,
cuenta que su plato llevará más vegetales que carne, y se consuela con que “es
bueno para bajar el colesterol”.
A inicios de noviembre, el
gobierno importó 50 millones de dólares solo en juguetes, así como alimentos y
adornos. Pero en Petare, un muñeco de plástico cuesta casi tres sueldos
básicos.
Los altos precios le impedirán
a Elise preparar hallacas, un bollo de harina de maíz envuelto en hojas de
plátano y receta navideña venezolana por excelencia.
“No se puede hacer”, afirma.
Es que un bulto de 20 kilos se vende en 5.500 bolívares (el precio oficial es
1.600). Eso sin contar que el plato lleva además carne, aceitunas, pasas y
alcaparras.
21-12-15
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