Fredy Rincón Noriega 20 de diciembre de 2015
@ferinconccs
La
contundente victoria alcanzada por la sociedad democrática venezolana el pasado
6 de diciembre, ya tiene un lugar destacado en nuestras luchas civilistas y
republicanas. Fue una memorable jornada.
Superó todas las expectativas. La participación alcanzó cifra record. La opción
vencedora trepó cifras más allá de lo esperado. Millones de ciudadanos se
volcaron a las urnas con el fin de expresar su descontento a un modelo obsoleto
y fracasado. Montones de electores, cansados de humillantes colas, alto costo
de la vida, escasez, inseguridad y
corrupción acudieron a la cita comicial para darle un rotundo respaldo a la
opción que ofreció rectificación y cambio. El resultado no dejó duda. La
magnífica victoria arrojó 112 diputados, es decir, 2/3 partes de sus miembros.
Suficientes curules para garantizar la mayoría calificada. Una victoria
arrolladora
Se
premió con creces la constancia y la perseverancia del liderazgo opositor. Se
favoreció sin reserva a quienes desde hace tiempo vienen transitando un camino
pacifico, constitucional y alejado de todo aventurerismo. Se le dio un fuerte
respaldo a los promotores del dialogo y la reconciliación nacional. Se premió a
los que nunca cedieron a la impaciencia. Vencieron los que con inteligencia y
aplomo superaron chantajes, presiones y todo tipo de laboratorios bien pagados
para enlodar a las principales figuras de la unidad democrática. A los que
supieron sobreponerse a las calumnias lanzadas desde trincheras opositoras y
esquivaron dardos envenenados como la infame acusación de tener negocios con el
gobierno a cambio de llevarnos mansamente a unas elecciones donde el CNE tenía
asegurada la victoria a favor del régimen. Triunfaron los que colocaron a
Venezuela por encima de intereses particulares y partidistas. Ganó la unidad.
Ganó muy bien la MUD. Y, fuera de toda
mezquindad, es justicia y gallardía reconocerlo.
Los
que se equivocaron dentro del campo opositor, hasta este momento, no han tenido
la entereza y el valor de reconocer su error. Allá ellos. Pero el amplio arco
iris de la unidad seguirá trabajando para anexar nuevas voluntades. Continuará
sumando descontento oficialista. Todavía hay gente con reserva que no da el
paso definitivo. En algunos casos, los frena el miedo. En otros, el mensaje de
la MUD no termina de convencerlos. Habrá que revisar el discurso para mejorarlo
y adecuarlo a las nuevas circunstancias. Es preciso mantener y acentuar el
contacto directo con los votantes. El compromiso con los electores no puede ser
defraudado.
En
este sentido, el país verá con buenos ojos las iniciativas que fortalezcan la
comunicación entre el parlamento y las demandas de la sociedad. Aplaudirá que
el Poder Legislativo rescate sus facultades constitucionales. Apoyará sin
reserva que los parlamentarios opinen con autonomía y responsabilidad.
Celebrará que en los debates por venir prevalezcan las ideas por encima del insulto. Se rescate
la sindéresis y la normalidad. Regrese el lenguaje civil y civilizado. Se
legisle pensando en la gente y para la gente. Reine la tolerancia y el sentido
común. Se actúe con recato, ponderación y sin exclusión de ningún tipo.
Si
alguna aspiración de cambio queda clara en estas recientes elecciones, es el rescate
de la función contralora del parlamento, relegada a la nada por la obsecuencia
de la mayoría oficialista. La fuerza del cambio tiene el compromiso de corregir
esta anomalía. Es promesa electoral de los ganadores. Una tarea prioritaria que
debe ser ejercida, sin venganzas ni retaliaciones y en la que solo debe privar
el interés del país y la defensa integral de su patrimonio. Es una labor
apremiante, difícil y llena de dificultades. Cumplir con eficiencia esta tarea
será vital para detener la irresponsabilidad con la que han manejado hasta
ahora las finanzas públicas. Es urgente ponerle coto a la voracidad con la que
han saqueado el erario nacional.
Tengo
confianza que estas tareas serán cumplidas con éxito. No guardo duda sobre la
capacidad y competencia de los asambleístas electos en las planchas de la MUD.
El numeroso grupo de parlamentarios sabrá responder a las exigencias del
momento. Es un nutrido grupo de luchadores políticos que se ha fraguado al
calor de duras confrontaciones. Tienen una indiscutible legitimidad. Se fajaron
cuerpo a cuerpo con un adversario inescrupuloso. Vencieron el ventajismo y el
descarado abuso electoral. Aplastaron la
campaña multimillonaria. Salieron airosos ante el apabullante control mediático
oficialista. Ahora les toca vivir una
nueva etapa. Tienen el reto de demostrar que son mejores. Que pueden
administrar con honestidad y pulcritud el presupuesto de la Asamblea Nacional.
Que sabrán seleccionar con base en méritos y competencia los cargos de
confianza. Aunque no será tarea fácil, confío que la selección de la nueva
directiva y los presidentes de comisiones se resolverán dentro del espíritu
unitario que hasta ahora ha prevalecido. Es el momento de saber emplear madurez
y energía juvenil. Llegó la hora de apelar a la experiencia. Es preciso
recurrir a las figuras que tienen dominio de las ideas políticas. Que la hayan
estudiado en profundidad. Se avecinan debates ideológicos. Será preciso
demostrar que estamos mejor equipados en esa materia. Es el momento de combinar
habilidad parlamentaria con valor personal. Es el escenario para que se luzca
la oratoria y un manejo apropiado del lenguaje. Como estoy seguro que elegimos
a los mejores, la tarea encomendada también será cumplida con notable éxito.
Manos a la obra.
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