Por Gregorio Salazar
La carrera del mediático
militante revolucionario “Cabeza e´ Mango” tiene que ser valorada, por donde
quiera que se le mire, como una de las más meteóricas entre las jóvenes
promesas de la revolución: de luminito a camarógrafo, de entrevistador a
conductor de un estelar programa de VTV y de allí, el salto espectacular más
reciente, a fogoso agitador de masas ante las que acaba de expresar, con apoyo
televisivo por cierto, una de las demandas más radicales que se haya escuchado
después del despatillamiento electoral revolucionario del 6D: “¡Hay que echarle
aceite a los fusiles!”.
Primera conclusión: estamos
ante una de las principales cabezas, sea o no de mango, de la revolución.
Uno encuentra que la vehemente
exigencia, hecha a voz en cuello desde la plataforma trasera de un camión-cava
estacionado en las cercanías de Miraflores, resulta toda una ofensa a las
Fuerzas Armadas. Si partimos que ellas tienen constitucionalmente la
exclusividad de las armas de la República, “Cabeza e Mango” insinúa que esos
Kalashnikov por los que tantos millones de dólares desembolsó con patriótica
preocupación el comandante eterno están en franco estado de desaseo,
herrumbrosos por el descuido, expuestos al polvo o a la humedad y hasta al orín
y los excrementos de las alimañas en algún galpón de Fuerte Tiuna y otros
comandos nacionales.
¿Eso por qué? ¿Acaso el
general Padrino no está cumpliendo cabalmente su responsabilidad de
vigilar que se mantenga al día el apresto militar? ¿Será que los militares
están dedicados a otras faenas, incluidas las non sanctas de las que tantas
veces ha sido acusado el componente verde oliva desde hace más de tres lustros?
Pero como el general Padrino
no se ha molestado en contestarle a Míster Mango,damos por entendido que los
fusiles que necesitan limpieza y lubricación son otros distintos a los de
las Fuerzas Armadas. Si eso es así, ¿cuántos son y quién los tendrá? ¿Todavía
andan por allí los enterrados en una vieja casona en La Pastora de donde trató
de recuperarlos infructuosamente Urdaneta Hernández?
Preferiría pensar que el amigo
Rivero, ese es su apellido, lo que quiso fue valerse de un sentido figurado,
una inocente metáfora, así como lo hizo quien lo bautizó Cabeza e´
Mango, a sabiendas de que eso nunca querrá decir que tenga las neuronas y las
dendritas formadas por hilachas de la pulposa fruta tropical.
Más digna de preocupación y de
tomar en cuenta fue su afirmación que de esa chivera donde quedó el 6D la
achatarrada maquinaria electoral del PSUV no pueden venir a rescatarla, según
él, “los mismos diez carajos que siempre lo deciden todo” y mucho
menos reunidos en el Hotel Alba Caracas.
Antes de entrar a lo
sustancial, una acotación: ¿Será que el amigo Mango cree que el Alba Caracas
derrocha esplendor, lujos y suntuosidades que ofendan el carácter socialista de
la revolución criolla? Nada que ver. Eso desde hace tiempo está convertido
en una ratonera, o sea que les viene más que al pelo.
Pero eso es accesorio. Lo
medular está en quiénes son “los diez mismos carajos de siempre” que ha sido
calibrados y descalificados por lo que pudiéramos llamar el
Mangómetro y saber si en ellos está incluido el presidente Maduro, pues
por lógica tendría que ser el primer achicharrado, perdón, chicharrón de la
cazuela en cuanta decisión de importancia tome el partido, el Gobierno, el
Estado y la revolución, que es una maraña parecida a esos pelitos que rodean
los bordes de la pepa del mango.
Yo imagino esos diez nombres,
pero no tengo espacio para decirlos. Sólo quiero dejar una sugerencia:
aprovechen el furor revolucionario de este joven cuadro y, antes de que
haga de su cabeza una zaranda, ofrézcanle la dirección de la privatizada ANTV.
Estoy seguro de que muy pronto la ofuscación le habrá pasado y no les va a
despreciar ese mango bajito.
21-12-15
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico