Por
Felix Seijas
En la
guerra de mercado el terreno a conquistar es el de las percepciones. Para
imponerse en tales arenas, no basta con tener la razón ni contar con el mejor
producto.
Antes
del 6-D, el diputado Diosdado Cabello anunció que de resultar la oposición
victoriosa vendría un choque de poderes. ¿Quién podía esperar lo contrario?
Tal
triunfo se materializó y ya hemos visto los obstáculos que el gobierno, desde
el Tribunal Supremo de Justicia, ha colocado en el camino de la nueva Asamblea
Nacional. No importa lo que ocurra, esas maniobras van a continuar y serán
impulsadas hasta las últimas consecuencias.
Ahora
bien, no queda duda de que son los diputados de la MUD a quienes les toca
resolver la estrategia que deben seguir. Tampoco hay dudas de que esos
movimientos deben realizarlos en un tablero de ajedrez en el que la única regla
clara es que la otra parte no respeta reglas. Eso es algo que la mayoría de los
venezolanos sabe y da por sentado. Precisamente, fue por creer que la oposición
podía con tal juego que los votantes la colocaron ahí. Hablemos ahora de
algunas premisas que deben guiar los pasos de estos diputados en el delicado e
histórico camino que les ha tocado transitar.
Empecemos
diciendo que no basta con tener la razón y obrar con buenas intenciones para
que te juzguen bien. Sabemos que el disparador primario de lo ocurrido el 6-D
fue el deterioro de la economía. Sabemos también que esta situación empeorará
en los próximos meses y que la presión social aumentará. Es aquí donde la
oposición no puede perder de vista que la percepción que la población posee
sobre lo que ocurre en la Asamblea, y el cómo eso afecta su vida, es
fundamental. En medio de la angustia, las personas evaluarán quiénes son los
responsables de sus problemas, y esto lo harán más pronto que tarde. La
conclusión puede ser que es el gobierno, que es la oposición o que son ambos. Y
ese juicio no se basará, necesariamente, en quién tiene la razón, sino en quién
se percibe que la tiene. Entonces, en el trabajo diario de los asambleístas no
basta con qué haces o dejas de hacer, con tener aciertos o errores; en
cualquier caso, es necesario contar con la habilidad para comunicar de manera
efectiva los hechos, mandando todo el tiempo los mensajes correctos.
¿Y qué
debe estar “impreso” detrás de cada mensaje transmitido? Grandes elementos que
reafirmen en la población que cada acción llevada a cabo responde a un único
objetivo: lograr los cambios positivos que las personas desean en su calidad de
vida. Y, además, que eso se logra con firmeza, pero sin atropellos ni egoísmos.
Al final, esa fue la oferta electoral de la MUD, porque ese era –y es– el
sentimiento que une a los venezolanos. Creer en ello motivó el voto opositor.
En el lado opuesto, el no visualizar al gobierno como un ente capaz de
lograrlo, llevó a 2 millones de chavistas a abstenerse –manteniéndose hoy en
día, vale decir, a la expectativa de si la oposición lo puede alcanzar.
Aquella
válvula de escape que representaba la proximidad de un evento electoral en el
que se podía depositar las esperanzas de un cambio, es historia. Ahora la
población brinda un compás de espera para empezar a sentir ese cambio por el
cual votó o por el cual votaron otros. Por ese motivo, concentrar la atención
pública en debates que sean percibidos como simples peleas de bandos por
conquistas personales, resulta perjudicial para la oposición. Los estudios han
demostrado que las reyertas en la Asamblea son interpretadas como acciones
egoístas que resultan “más de lo mismo”, y en donde el único perjudicado es la
población.
La
oposición, sin complejo alguno, ha dicho que su objetivo es hacerse del poder.
Y ha dejado claro que lo necesita porque es el medio para impulsar los cambios
que propone. Pues bien, cualquier cambio en democracia implica, tarde o
temprano, una consulta popular. Para ganar elecciones necesitas mayoría de
votos. Y para eso requieres convencer a la gente de que tú eres la mejor
opción. El 6-D la MUD logró tal éxito; sin embargo, aquello constituye solo un
paso –importante, sin duda– hacia el objetivo primario. Para la coalición
opositora es indispensable seguir creciendo, lo cual pasa por ganar la voluntad
de los 2 millones de venezolanos que alguna vez colocaron la confianza en el
gobierno y que ahora no se identifican con ninguna opción. Hacer una lectura
errada de quiénes son estas personas, de dónde vienen, qué quieren y qué no
quieren, constituiría un error garrafal. A ellos hay que tenderles puentes, no
espantarlos.
Porque
es ese grupo precisamente el que continuará creciendo y cuyo comportamiento
resultará definitorio en futuros procesos electorales. Como es obvio, su
conquista depende del desenlace de la guerra de percepciones que hoy, y hasta
el próximo proceso electoral, se librará entre una variedad de actores que van
más allá de lo que representan las ideas de la MUD y del PSUV. Solo con
pensamientos y acciones inclusivas se lograría un gobierno democrático estable.
El cambio es inevitable. Ojalá lo lideren personas de bien.
14-01-16
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