Por Vladimiro Mujica, 08/01/2016
Es todavía muy pronto y, sin embargo, ahí están las primeras señales de
lo que promete ser una navegación muy accidentada. Es imposible no percibir la
transición entre un estado de optimismo cauteloso por el descomunal triunfo que
significó la victoria de la oposición en las elecciones de la AN y esta
sensación creciente de preocupación por el curso de colisión que van tomando
las cosas.
No voy a intentar detenerme en la obviamente predecible conducta del
gobierno y el Psuv frente a la derrota política y electoral del 6D. Solamente
mencionar que la falta absoluta de disposición a negociar y a propiciar
acuerdos entre los poderes del Estado, aunque anticipable por lo que ello
significaría en cuanto a admitir la derrota del proyecto revolucionario, no por
ello menos condenable por lo que significa para Venezuela en un estado de
crisis como el que atraviesa la nación.
Me interesa sí, en grado sumo, analizar la conducta de la resistencia
democrática. Por supuesto que en primer lugar se impone un reconocimiento a la
constancia y disciplina del liderazgo de la MUD en mantener la ruta democrática
y la unidad que se tradujo en la victoria del 6D. Un logro que en sus
dimensiones excedió las predicciones más optimistas en cuanto al número de
diputados y cuyo análisis está todavía sujeto a interpretaciones. En principio
existen dos conjeturas extremas respecto a la composición del voto que
determinó el resultado del 6D: en una de ellas se le atribuye el resultado
esencialmente al voto castigo de un sector del chavismo; en la otra fue la
reducción de la abstención proveniente de sectores opositores radicales que
esta vez decidieron participar en las elecciones, estimulados, entre otras
cosas, por el éxito electoral alcanzado en Argentina por las fuerzas opuestas
al kirchnerismo.
Probablemente la verdad está a mitad de camino, como es frecuentemente
el caso con realidades tan complejas como la nuestra, pero lo cierto del asunto
es que la oposición agrupada en la MUD recibió un empujón electoral superior a
su capacidad intrínseca de convocatoria, si la misma se mide simplemente
asociada a la polarización. Un resultado que estuvo determinado por la crítica
situación del país y la necesidad de amplios sectores de la población de
expresar su descontento y su convicción de buscar una salida pacífica y
democrática al desastre nacional. En otras palabras: el mandato de la MUD va
mucho más allá de su universo natural opositor porque mucha gente simplemente
escogió el vehículo más directo para enviarle un poderoso mensaje de
descontento al gobierno.
Este solo hecho de tener un mandato amplio debería servir como
justificación para interpretar que los diputados elegidos en las listas de la
MUD son los diputados del pueblo en un sentido muy real y que están obligados a
comportarse como tales. Pero esto es solamente una parte de la historia, porque
en Venezuela tenemos una democracia minusválida, sujeta a la presión implacable
de un proyecto autoritario y aún habiendo conquistado una mayoría indiscutible
del mandato popular, esa mayoría que se traduce en 2/3 del número total de
diputados no puede, no debe, so pena de poner su triunfo y el del pueblo en
riesgo, actuar y proceder como si la conquista de la AN supusiera la conquista
del poder político real.
Los símbolos y el lenguaje tienen un valor determinante en política. Un
acto simbólico, ético y real de la máxima importancia es una ley de amnistía y
reconciliación nacional y eso fue reconocido sin ambages en el discurso de
Henry Ramos Allup al asumir la presidencia de la AN. Disponer de las imágenes y
retratos de Chávez en el recinto de la AN es también un acto simbólico, que no
tiene la misma importancia, ni de lejos, de la ley de amnistía, y fue
adelantado de forma que ofende no la sensibilidad del gobierno, sino la de la
gente que cree en la figura del comandante. Ello transforma este acto en un
error político independientemente de que fue celebrado ampliamente en las redes
sociales y en la prensa internacional. En la misma dirección está la
juramentación de los diputados de Amazonas. Si se iba a hacer esa acción de
desconocimiento de la decisión de la Sala Electoral del TSJ tenía que estar
acompañada de acciones del pueblo de Amazonas exigiendo la presencia de sus
diputados en la AN, para no darle la excusa al chavismo talibán de descalificar
la legitimidad de la asamblea.
Por otro lado, se perdió una oportunidad muy importante de combatir el
lenguaje falaz del chavismo utilizando sus propios argumentos el día de la
instalación de la AN. El artilugio retórico y retorcido del régimen es que las
ideas y el modelo adelantados por el Comandante son buenos pero que se ha
perdido el rumbo por la ineficacia de la acción gubernamental, por los errores
en la puesta en práctica y un cierto nivel de corrupción. Por ello le piden
disculpas al pueblo y prometen enmendar. Pues bien, era necesario utilizar la
tribuna del 5E para señalar de manera inequívoca que no solamente el modelo es
destructivo, sino que la corrupción ha sido rampante y que, en última
instancia, se ha producido una profunda traición al pueblo y que por eso el
pueblo le revocó su mandato de esperanza al chavismo. Es cierto que esto se
dijo fragmentadamente, pero no se transmitió este mensaje clave con la fuerza
necesaria.
Por último, el mensaje de la mayoría de la AN es que el énfasis debe
estar en el tema político y esto dicho en una forma que se traduce en la cabeza
de mucha gente en que no se podrá hacer mucho sin salir constitucionalmente del
gobierno. Esto puede ser verdad, pero dista considerablemente de lo que se dijo
durante la campaña al prometer que se podía corregir el desastre económico
votando por la MUD. Cambios de discurso de esta naturaleza no deben emprenderse
sin decirle la verdad a la gente sobre las verdaderas limitaciones de la acción
de la AN.
En síntesis, interpreto mi deber como ciudadano el decir lo que deba
decir para contribuir a que los diputados del pueblo lleven adelante una misión
en la que está en juego la existencia misma de Venezuela. La política real es
sobre disponer de la fuerza para actuar y la ética es sobre hacer lo correcto.
Combinar ambas conductas requiere sabiduría, liderazgo y vigilancia ciudadana,
para que no celebremos la caída del Muro de Berlín que divide a Venezuela
prematuramente. Tarea nada fácil y sobre la cual hay que ser positivo, generoso
y firme en la crítica de un liderazgo que ha dado mucho por Venezuela en una
lucha que requiere de todos, con sus aciertos y sus carencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico