Luis Manuel Esculpí 21 de junio de 2016
En los
regímenes democráticos más avanzados el diálogo constituye un aspecto esencial
de la vida política. La experiencia venezolana durante el período de la
República civil -pese a sus carencias y limitaciones- contempló rasgos
distintivos propios de regímenes progresistas. El intercambio de opiniones, la
búsqueda de consenso entre el gobierno y la oposición y los acuerdos
constituyeron parte sustancial de la vida política, en el lapso en que el país
logró sus avances más notables.
Son
suficientemente conocidos los acuerdos para la directiva del Congreso y para la
integración de los otros poderes, es más, en la República civil hubo varias
experiencias de coaliciones en distintos gobiernos.
A ese
diálogo propio de las democracias modernas no es al que queremos ahora
referirnos, por supuesto radicalmente distinto a la relación entre el gobierno
y la oposición en aquellos regímenes caracterizados por el autoritarismo y con
gran déficit de funcionalidad democrática.
El
diálogo político como un medio para resolver controversias agudas con el
propósito de evitar que la confrontación pase a niveles de mayor
conflictividad, que puedan resultar aún más traumáticas o cruentas. Como
señalamos el diálogo político en estas situaciones es una herramienta útil a
cada una de las partes, para alcanzar las metas propuestas en la búsqueda de
objetivos comunes. En otras palabras el diálogo político es un medio, no un fin
en sí mismo. Una obviedad que a veces se olvida.
Ante
la reunión del Consejo Permanente de la OEA convocado para tratar el caso
Venezuela esta semana, el gobierno hace desesperados esfuerzos para proyectar
la imagen de un gobierno que propicia el diálogo y que en el país se está
marchando en esa dirección. Intenta evitar el debate nuevamente en ese
escenario internacional.
Por
supuesto que ninguna organización política puede en medio de una crisis como la
que confrontamos negarse a dialogar, la Mesa de la Unidad ha mostrado su
voluntad en ese sentido, ahora bien, hay que definir muy claramente los
objetivos de las fuerzas democráticas al participar en los encuentros que se
han convocado.
Fue
justo participar en la primera reunión con la comisión de los ex presidentes en
República Dominicana, para conocer las proposiciones y la visión de esa
comisión a partir de las conversaciones con el gobierno. Igual de justo
consideramos no asistir a la segunda convocatoria, cuando el gobierno
introducía un recurso contra la Directiva de la Asamblea Nacional, y apelaba a
todo tipo de artimañas para dificultar el invento de la validación de las
firmas.
El
gobierno tiene claro su objetivo de ganar tiempo para evitar que el referéndum
revocatorio se realice este año, además pretenderá igualmente comprometer a la
oposición en algunos aspectos de su gestión. La MUD ha establecido como la
alternativa democrática y constitucional para el cambio político la realización
del revocatorio, en la agenda trasmitida por los facilitadores y propuesta por
el gobierno no figuraba el cronograma para el referéndum. Objetivo fundamental
para las fuerzas democráticas.
Hay
asuntos elementales para constituir una mesa de diálogo, la concertación de una
agenda con definición de prioridades, en caso de necesidad de participación de
un tercero (es el nuestro) bien como facilitador o mediador debe seleccionarse
de mutuo acuerdo para que pueda gozar de confianza de las partes.
La
comisión de los ex presidentes fue designada por UNASUR en acuerdo con el
gobierno, los tres han demostrado sus simpatías con el llamado
"proceso" su coordinador ha expresado su desacuerdo con el
revocatorio, labor impropia de quién tiene la misión de facilitar el diálogo.
El solo tendrá viabilidad si como aspecto prioritario de la agenda, se incluye
el cronograma para la celebración del referéndum, la libertad de los presos, el
regreso de los exilados y el respeto al poder legislativo.
Para
que la comisión designada por UNASUR pueda cumplir el rol de facilitador,
cuando menos ella debe ser ampliada con figuras imparciales que garanticen el
equilibrio necesario.
A
menudo para defender el diálogo en cualquier condición se menciona la
Conferencia de París, para referirse a las conversaciones sostenidas por
vietnamitas y norteamericanos a partir del año 1969, entre muchas anécdotas que
se relatan; allí se debatió previamente hasta las características de la mesa y
el orden de entrada al lugar de la reunión. De tal manera que no constituye
ningún exabrupto exigir el cronograma como tema prioritario y proponer la
ampliación de la comisión. Propósitos que se inscriben plenamente en la
estrategia diseñada, pese a las triquiñuelas y obstáculos del adversario se ha
venido ejecutando con éxito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico