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miércoles, 22 de junio de 2016

A propósito del diálogo, por @lmesculpi



Luis Manuel Esculpí 21 de junio de 2016

En los regímenes democráticos más avanzados el diálogo constituye un aspecto esencial de la vida política. La experiencia venezolana durante el período de la República civil -pese a sus carencias y limitaciones- contempló rasgos distintivos propios de regímenes progresistas. El intercambio de opiniones, la búsqueda de consenso entre el gobierno y la oposición y los acuerdos constituyeron parte sustancial de la vida política, en el lapso en que el país logró sus avances más notables.


Son suficientemente conocidos los acuerdos para la directiva del Congreso y para la integración de los otros poderes, es más, en la República civil hubo varias experiencias de coaliciones en distintos gobiernos.

A ese diálogo propio de las democracias modernas no es al que queremos ahora referirnos, por supuesto radicalmente distinto a la relación entre el gobierno y la oposición en aquellos regímenes caracterizados por el autoritarismo y con gran déficit de funcionalidad democrática.

El diálogo político como un medio para resolver controversias agudas con el propósito de evitar que la confrontación pase a niveles de mayor conflictividad, que puedan resultar aún más traumáticas o cruentas. Como señalamos el diálogo político en estas situaciones es una herramienta útil a cada una de las partes, para alcanzar las metas propuestas en la búsqueda de objetivos comunes. En otras palabras el diálogo político es un medio, no un fin en sí mismo. Una obviedad que a veces se olvida.

Ante la reunión del Consejo Permanente de la OEA convocado para tratar el caso Venezuela esta semana, el gobierno hace desesperados esfuerzos para proyectar la imagen de un gobierno que propicia el diálogo y que en el país se está marchando en esa dirección. Intenta evitar el debate nuevamente en ese escenario internacional.

Por supuesto que ninguna organización política puede en medio de una crisis como la que confrontamos negarse a dialogar, la Mesa de la Unidad ha mostrado su voluntad en ese sentido, ahora bien, hay que definir muy claramente los objetivos de las fuerzas democráticas al participar en los encuentros que se han convocado.

Fue justo participar en la primera reunión con la comisión de los ex presidentes en República Dominicana, para conocer las proposiciones y la visión de esa comisión a partir de las conversaciones con el gobierno. Igual de justo consideramos no asistir a la segunda convocatoria, cuando el gobierno introducía un recurso contra la Directiva de la Asamblea Nacional, y apelaba a todo tipo de artimañas para dificultar el invento de la validación de las firmas.

El gobierno tiene claro su objetivo de ganar tiempo para evitar que el referéndum revocatorio se realice este año, además pretenderá igualmente comprometer a la oposición en algunos aspectos de su gestión. La MUD ha establecido como la alternativa democrática y constitucional para el cambio político la realización del revocatorio, en la agenda trasmitida por los facilitadores y propuesta por el gobierno no figuraba el cronograma para el referéndum. Objetivo fundamental para las fuerzas democráticas.

Hay asuntos elementales para constituir una mesa de diálogo, la concertación de una agenda con definición de prioridades, en caso de necesidad de participación de un tercero (es el nuestro) bien como facilitador o mediador debe seleccionarse de mutuo acuerdo para que pueda gozar de confianza de las partes.

La comisión de los ex presidentes fue designada por UNASUR en acuerdo con el gobierno, los tres han demostrado sus simpatías con el llamado "proceso" su coordinador ha expresado su desacuerdo con el revocatorio, labor impropia de quién tiene la misión de facilitar el diálogo. El solo tendrá viabilidad si como aspecto prioritario de la agenda, se incluye el cronograma para la celebración del referéndum, la libertad de los presos, el regreso de los exilados y el respeto al poder legislativo.

Para que la comisión designada por UNASUR pueda cumplir el rol de facilitador, cuando menos ella debe ser ampliada con figuras imparciales que garanticen el equilibrio necesario.

A menudo para defender el diálogo en cualquier condición se menciona la Conferencia de París, para referirse a las conversaciones sostenidas por vietnamitas y norteamericanos a partir del año 1969, entre muchas anécdotas que se relatan; allí se debatió previamente hasta las características de la mesa y el orden de entrada al lugar de la reunión. De tal manera que no constituye ningún exabrupto exigir el cronograma como tema prioritario y proponer la ampliación de la comisión. Propósitos que se inscriben plenamente en la estrategia diseñada, pese a las triquiñuelas y obstáculos del adversario se ha venido ejecutando con éxito.

Luis Manuel Esculpí

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