Por David Morán Bohórquez
Es muy difícil etiquetar a
alguien de socialista-comunista, porque sencillamente es un término utópico.
Una fantasía. Todos los intentos bajo ese argumento han terminado en
estruendosos fracasos, con gobiernos tiránicos y pueblos hambrientos y
miserables. Hablemos mejor de gobiernos muy redistributivos y necesariamente
centralistas, como fueron la mayoría de los gobiernos civiles de adecos y
copeyanos, socialistas para los estándares de hoy de los países de la
Alba. Pero con la diferencia que aquellos eran democráticos, creyentes de la
alternancia en el poder. Por el contrario, el chavismo-madurismo se planteó
desde el principio no abandonar nunca el poder.
Nicolás Maduro pretende
comportarse con un monarca saudita, rey o príncipe de la familia real de Arabia
Saudita, se presenta como hijo de Chávez, heredero de derecho, del
nuevo linaje “revolucionario”. Y aunque Arabia Saudita y Venezuela, muy
distantes geográficamente, parecieran no tener nada en común, en realidad
comparten mucho más de lo que parece.
Los dos países tienen las
reservas petroleras más grandes del planeta, Venezuela la más grande, y en
ambos países las exportaciones de petróleo representan más del 90% de sus
ingresos de divisas. Ambos tienen aproximadamente la misma población (Arabia
Saudita 31,5 MM hab, Venezuela 31,8MM hab) y en ambos aproximadamente de
la población adulta depende directamente del gobierno como empleado o al menos
sus ingresos.
Pero uno es un país rico y
el otro pobre. El PIB per cápita en 2014 para Arabia
Saudita fue de 16.972 USD y en Venezuela de 6.088 USD. En Venezuela crecen los
saqueos por comida y medicinas, Caracas la capital, tiene la tasa de homicidios
más alta de cualquier ciudad del mundo. El 80% de la población quiere un
referendo revocatorio presidencial. En Arabia Saudita nadie pasa
hambre, la capital, Riad, tiene una tasa de homicidios más baja que
Toronto y nadie quiere una “revolución“.¿Por qué?
La explotación petrolera si
inició en Venezuela en 1930. En Arabia Saudita en 1960 y a finales de los años
90 todos en Arabia Saudita tenían una vivienda decente, abundante comida,
acceso a la educación y a la atención sanitaria, mientras la familia real
saudita se hacía inmensamente rica. En Venezuela menos de la mitad de la
población. Desde que llegó al poder, Chávez disfrazó de socialismo lo que la
familia real saudí venía haciendo por décadas: Gotear lo suficiente hacia abajo
del petróleo mientras se aseguraba el control de la economía del país. Lo pudo
hacer mientras se dió un superciclo de precios petroleros, que duró 10 años.
Luego todo comenzó a derrumbarse.
La corrupción se desató. El
Psuv se transmutó en una corporación mafiosa. El balance de poderes
desapareció. Pdvsa se vino al piso, y con reservas más grandes que Arabia
Saudita produce menos de un cuarto del petróleo que ellos. Mucha de la
importación de alimentos con sobreprecios, fue subsidiada en el mercado
interno, terminó en los mercados negros, dejando largas colas de personas
hambrientas frente a los mercados del gobierno, pero a muchos funcionarios
ricos.
Y entonces los precios del
petróleo cayeron. La cesta venezolana pasó de un promedio de USD 88,42 por
barril en 2014 a USD 44,65 en 2015 a USD 30,43 en lo que va del año 2016,
cerrando esta semana en USD 40,16. Cada año los sauditas ahorraron parte de sus
ingresos petroleros hasta acumular 750 MMMUSD, de las cuales ha utilizado,
desde mediados de 2014, unos 135 MMMUSD para mantener la calidad de vida de sus
habitantes.
Por el contrario Venezuela
no tiene reservas líquidas, apenas tenía USD 55 millones la semana pasada, con
reservas internacionales totales en 12.073 millones de dólares, el nivel más
bajo desde 2002. Aún peor, la deuda total del país alcanza los 130.000 millones
de dólares, sin contar la deuda derivada del sistema de control de cambios ni
los juicios internacionales por expropiaciones. El gobierno sin ingresos,
monetiza el déficit fiscal, causando hiperinflación que según cálculos del FMI
alcanzará el 700% este año.
Maduro pretende permanecer
en el poder para siempre. Como lo quería también Hugo Chávez. Como lo hacen los
monarcas sauditas. Pero éstos tuvieron la previsión de ahorrar lo suficiente,
para mantener contentos a sus habitantes, tuvieron la previsión de manejar con
eficiencia la renta petrolera. Aumentaron su producción al máximo mientras
ahorraban al máximo para los tiempos duros. No es que la monarquía saudita no
fuese corrupta, pero las familias reales se mantuvieron dentro de ciertos límites.
Chávez primero y Maduro luego desataron un festín de corrupción. Analistas
serios calculan que se han robado un tercio de los fabulosos ingresos
petroleros en 10 años, unos 300 MMMUSD que ha ido a parar a los bolsillos de
“amigos” nacionales e internacionales de la “revolución”.
Pero Venezuela y Arabia
Saudita tienen también grandes diferencias: Acá hay democracia y allá
monarquía. Allá hay un pueblo satisfecho, acá está desilusionado y mal
humorado. Allá nadie duda de la única nacionalidad del gobernante. Acá todo el
mundo. Allá nadie espera una “revolución”.
Acá la mayoría brega por la
restauración de la democracia. Y por ella van
Y por el dinero mal habido.
25-06-16
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