Por Vladimir Villegas
Se trata de un joven que
apenas hace unos meses cumplió sus 18 años. Tuvo largo tiempo esperando cupo en
una universidad, y finalmente logró comenzar su carrera en comercio
internacional, en la Universidad Alejandro Humboldt. Hoy está detenido en el
Servicio de Inteligencia Bolivariano, conocido como Sebin, antigua, Disip,
antigua Digepol, donde, por cierto, mi padre estuvo preso, y allí fui a
visitarlo también, cuando apenas yo tenía cuatro años. Una visita breve, tan
breve como la que ayer le permitieron al papà de este muchacho, la
primera luego de un mes de detención.
Es un caso que me ha llamado
la atención. Lo detienen en las inmediaciones del Sebin el día 18 de mayo,
luego de las protestas a favor del referendo revocatorio que se llevaron a cabo
ese día, y que culminaron con gases lacrimógenos, manifestantes y policías
heridos, y, por supuesto, detenidos.
Pero a Morales no lo
detienen en la manifestación sino cuando el, junto a un grupo de compañeros,
finalmente pudo abandonar la sede de su universidad, para tomar el metro e irse
a su casa. Las autoridades de la Universidad Humboldt les recomendaron a
los estudiantes no salir de su recinto por los hechos que ocurrían en los
alrededores. Transcurrido un tiempo prudencial, él y otros salen y Daniel es detenido,
como ya dijimos, en las cercanías del Sebin. Lo implican en el caso por el cual
sigue detenido el comisario Coromoto Rodríguez, jefe de seguridad de Henry
Ramos Allup.
Ese caso se lo expuse al
Defensor del Pueblo, Tarek William Saab, tanto pública como privadamente,
y a una importante funcionaria de la Fiscalía General de la República . Y
también se lo he expuesto a gente con responsabilidades en el gobierno. Tengo
la íntima convicción de que se trata de una detención arbitraria. Y tanto en
este como en otros casos ha habido denuncias de maltrato físico. Sé que a un
delegado de la Defensoría del Pueblo y a uno de la Fiscalía General le
impidieron el acceso para verificar las condiciones físicas de ese y otros
detenidos en la misma fecha.
Como he dicho y no me
cansaré de decirlo, soy firmante y doliente de la Constitución de 1999, y por
si fuera poco, fui vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos de la
Asamblea Nacional Constituyente. Tarek William Saab la presidió. Del trabajo
realizado salió la propuesta del Capítulo de Derechos Humanos que luego fue
aprobado por la plenaria .Esa circunstancia me obliga a expresar mi rechazo a
cualquier tipo de prácticas que eche por tierra lo que el constituyente aprobó
y el pueblo refrendó.
Tengo conocimiento de casos
parecidos al del joven Morales, que se resolvieron por la intervención de gente
allegada al gobierno. Un ciudadano, cuyo nombre me reservo, familiar de alguien
a quien conozco hace muchos años, es detenido y, luego de ser maltratado, lo
obligan a declararse culpable como condición para liberarlo. Se produce la
intervención de alguien con contacto y es liberado con excusa incluida. Y
para colmo, simpatizante del chavismo, el pobre. Había sido capturado en
circunstancias similares a la de la detención de Morales, pero en la avenida
Fuerzas Armadas, luego de unos saqueos. Temo que estamos en presencia de
casos " falsos positivos". Y mi sospecha aumenta cuando en el
Sebin le cierran el paso a la Defensoría y a la Fiscalía, sobre todo cuando hay
denuncias de maltrato físico o de otra naturaleza.
¿Qué hacemos con eso, mis
estimados amigos que ayer fueron detenidos y perseguidos y hoy ostentan cargos
en el gobierno? ¿Nos hacemos los locos u honramos la indignación que tantas
veces nos inundó en tiempos de la cuarta? ¿Quién, en una democracia,
tiene tanto poder como para estar por encima de la Constitución y de los
derechos que ella consagra? Es el Sebin, la policía política de hoy, un
órgano supra constitucional? Ayúdame a salir de esa duda, mi estimado
Tarek. Y tú también, mi estimado José Vicente, a quien siempre tuve como
referencia en mis tiempos de diputado sobre lo que debe hacer un parlamentario
comprometido con la causa de los derechos humanos.
Llamo la atención sobre este
caso de Daniel Morales, y seguramente otros bajo el mismo patrón. Me gustaría
saber si a estos mismos amigos, perseguidos de ayer, y hasta torturados e
incomunicados, les parece justo que un joven detenido pase un mes sin poder
recibir la visita, el abrazo y el apoyo de sus padres. Su papá estaba feliz
porque pudo verlo cuarenta minutos, apenas el domingo, como "regalo"
del Día del Padre. No imagino el tamaño de su felicidad cuando se haga justicia
y quede en libertad ese muchacho venezolano que puede ser mi hijo o el de cualquiera
de ustedes.
21-06-16
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