Por Ángel Lombardi
Leo algunos reportes y
pronósticos esperanzadores sobre economistas que modelan la realidad
estableciendo tendencias racionales aunque imaginarias. No son del régimen, los
cuales siguen empeñados en terminar de hundir lo que aún poco queda funcionando
de la economía nacional. Son tecnócratas y gerentes, la mayoría más con un pie
en el extranjero que en el desastre de aquí. Los profesionales con más talento
están emigrando masivamente, saben bien que por estos lares priva la
improvisación junto a la mediocridad. Además, la remuneración que perciben en
bolívares devaluados les condena a vivir una vida como mendigos.
La tarea de los universitarios
como “orientadores del país”, de un sector que por su naturaleza alberga a los
más capaces y expertos en cada área del conocimiento, hoy es anecdótica. El
régimen se dedicó a destruir las universidades y a cercar la cultura. Tampoco
propuso una alternativa mejor. La Bolivariana y UNEFA son universidades de
pensamiento único, sin elecciones ni sindicatos y con docentes obligados a
cursar seminarios sobre el “pensamiento” de Hugo Chávez Frías. Cualquier
sospechoso por inquietudes disidentes, aunque tibias, es expulsado.
Un amigo muy estimado
reflexionaba sobre éste tenebroso ciclo de treinta años, iniciado con el
Caracazo del año 1989, y que según su apreciación, hoy ya estaba terminando de
la misma manera como se inició: con saqueos populares masivos en todos los
rincones de la geografía nacional. No sé si su pronóstico es exacto, sólo
quiero señalar que nuestros atajos históricos, son terriblemente corrosivos.
Mi generación, creció con la
IV Republica, que vista desde la izquierda ideológica, era una hechura
reaccionaria y contraria a la revolución que pueblos como Cuba lideraban a
partir del año 1959 en todo el continente. Leyendo hoy a Julio Cortázar en
“Papeles Inesperados” (2009) nos encontramos al intelectual comprometido con
estos procesos de cambio social desde la placidez de un exilio de treinta años
en Francia, y callando por “lealtad”, ante los abusos y la violencia terrible
que desataron Stalin, Mao y el mismo Fidel sobre sus dirigidos. Al cielo en la
tierra se transitaba desde el infierno.
En 1989, a los 22 años y
como estudiante universitario, nuestra percepción del fatídico “Caracazo” fue
romántica e infantil. Los intentos de Golpe de Estado del año 1992 llevado a
cabo por algunas logias militares conspirativas las aplaudimos como si fuesen a
representar una nueva independencia nacional. Marx, definió a la ideología como
una falsa conciencia. No mucho tardamos en abrir los ojos cuando el proyecto
militarista se vistió con el ropaje de la institucionalidad democrática para
terminar de socavarla. Desde entonces mi generación se inmoló aceptando el
papel de ciudadanos mancillados en una Venezuela saqueada y arruinada.
Treinta años de un ciclo
histórico perverso. Que hemos tratado de resistir desde un antagonismo
intelectual no libre de los naturales desfallecimientos. Ayer mismo, me decía
una joven pareja, que sus planes para traer hijos en las actuales
circunstancias se posponían hasta que la situación tuviese un desenlace
esperanzador que les permitiese volver a creer en el país.
23-06-16
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