Miguel Méndez Rodulfo 24 de junio de 2016
Incumplo
el compromiso asumido conmigo mismo de no desenfocarme de los graves sucesos
que hoy nos agobian en Venezuela, por el motivo de analizar lo que significará
el Brexit para el mundo. La mayor construcción de la humanidad no es la Gran
Muralla China, ni las grandes pirámides de Egipto, ni los canales de Suez o de
Panamá, ni el Burj Dubai, el mayor reto humano ha sido construir entre la
diversidad un espacio para la paz, la unidad supranacional, el libre tránsito
de personas y mercancías, el más grande mercado conformado por naciones
diferentes y la mayor integración cultural de países afines. La. Unión Europea
es por tanto la mayor construcción política, económica y cultural de la
humanidad. Es un ideal y un sueño, en mundo signado por los nacionalismos y la
división. La UE no es como dicen algunos legos una invención para contener a
Rusia, confundiendo al proyecto europeo con la Otan. En sus casi 60 años,
considerando a su antecesora la Comunidad Económica Europea, la UE no ha dejado
de ser un milagro de integración, una concreción del fenómeno globalizador y un
instrumento de prosperidad para sus pueblos.
Por
supuesto ha sufrido muchas crisis, como cualquier modelo de gestión
gubernamental, unas más serías que otras: la crisis financiera de 2008, la crisis
del euro en 2010, el Grexit de 2014, la crisis migratoria de 2015, por sólo
mencionar las más recientes. Sin embargo, ha sabido sortear airosamente sus
retos, hasta ahora. El Brexit coloca a la UE en un punto de inflexión que
suponemos va a tener severas consecuencias sobre su viabilidad. Aunque no está
herida de muerte como afirma Farage el líder del UKIP, si está muy sentida en
sus fundamentos. Podríamos traer a colación miles de argumentos por los cuales
el Reino Unido se sentía incómodo en la UE, pero su pertenencia a ella trajo
amplias ventajas para ambas partes. Aquí lo importante de destacar es el rol de
líderes populistas, con una visión sesgada e ideológica, sean de izquierda o de
derecha, los cuales envenenan a los pueblos con argumentos nacionalistas y
primitivos, que logran dar al traste con la institucionalidad largamente
construida por las naciones. Cuando Boris Johnson, después de conocerse los
resultados del Brexit habla una Gran Bretaña “europea y más unida”, no sabemos
a qué se refiere, porque se acaban de disolver los vínculos con la UE y su país
enfrenta decididamente la separación de Escocia y de Irlanda.
Los
populismos, amparados en la ignorancia, hablan con una audacia que no admite
dudas, sino verdades sacrosantas. El tema es que tocan fibras nacionalistas o
sociales y ese mensaje se hace permeable a los sectores menos educados y con
menos recursos. Uno no puede sino estremecerse por el panorama que se avecina,
pero que los encandilados del discurso barato apoyan ciegamente que se
materialice. No será sino años después, destrucción del país por medio, que se
darán cuenta del gran engaño de que fueron objeto, pero entonces en mal estará
hecho. Un día después del Brexit la libra esterlina cayó a niveles de 30 años,
el Banco Central de Inglaterra se aprestaba a inyectar 250.000 MM de libras
para estabilizar su moneda, la “City” londinense ve perder su atractivo
financiero en tanto que JP Morgan piensa mudar sus instalaciones de Londres a
otra capital europea, el FMI anticipa una recesión en la UK, y los mercados
prevén la pérdida de miles de puestos de trabajo en GB.
Esto
preocupa a India que ha invertido miles de millones de dólares en compañías
asentadas en el Reino Unido, por el interés del comercio libre con Europa;
preocupa a Portugal por sus ventas de vino de Oporto, a España por los miles de
ciudadanos ingleses que residen al sur, a Francia que verá más fortalecida a
Alemania y a ésta porque perderá a su tercer socio. Gran Bretaña pierde, Europa
pierde, el mundo pierde y ganan los populistas ignorantes.
Caracas,
24 de junio de 2016
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