Omar Villalba 21 de marzo de 2017
En la
conferencia celebrada en Brasil, durante los días de junio del año 1992, la
Naciones Unidas propuso dedicar un día al Agua. Esto en gran medida se debe a
que el agua es un elemento vital y de suma importancia, solo basta con ver que
el 71% de la superficie es agua, pero solo el 2% es dulce. Partiendo de esta
premisa, la Asamblea General adoptaría, el 22 de Diciembre de ese año, una
resolución en la cual se decidía que todos los 22 de Marzo se celebraría El Día
Mundial del Agua.
Como
recurso, el agua es valiosa, no solo para saciar la sed o para la higiene, sino
que es una fuente de trabajo. Este rubro genera un centenar de empleos a través
del mundo, ya sea de forma directa o indirecta. Al mismo tiempo, la calidad, el
acceso, la disponibilidad, la cantidad de este líquido es un indicativo de la
calidad de vida que tiene los ciudadanos en un determinado país. Por ejemplo,
los Estados más desarrollados cuentan con excelentes servicios públicos,
especialmente en lo referente al agua. Sus ciudadanos tienen acceso a este bien
preciado, entre otras cosas. Mientras que, países con niveles de desarrollo
menor no cuentan con este servicio.
Conscientes
de este fenómeno, cabria preguntarse ¿Cómo está la situación del agua en
Venezuela? O, para ser menos dramáticos y más razonables ¿Cómo es el estado del
vital líquido en la Gran Caracas?
Hace
unos días fui moderador del foro: “El Agua en Caracas, Escasez y Riesgos” allí
varios especialistas compartieron sus puntos de vista sobre la situación del
fenómeno en nuestra ciudad. Este fue abordado por el ingeniero civil y ex
presidente de HIDROCAPITAL José María de Viana desde una perspectiva técnica.
Por su parte, la médico parasitóloga de la Escuela de Medicina José María
Vargas (UCV), Leonor Pocaterra dio cuenta del problema desde su perspectiva
académica y vivencial. A la par de ello, los asistentes a la contertulia
expusieron sus ideas, inquietudes y propuestas para solventar este problema.
Cabe
destacar que las ponencias fueron harto informativas, y las propuestas del
público aportaron mucho, a la par de ser muy pintorescas. Pero, al margen de
esta situación, la actividad puso sobre la mesa una realidad que es conocida
por unos pocos; la cual por cierto, el gobierno central siempre ha intentado
ocultar, a mi juicio, con escaso éxito.
La
doctora Pocaterra nos reveló que la gran mayoría —si no todos— los venezolanos
se encuentran en gran riesgo de contraer hasta media docena de enfermedades
parasitarias por consumir agua contaminada con deposiciones. En Caracas el
porcentaje aumenta de forma significativa y, todo esto, al margen de las
medidas de potabilización. Gracias a la merced Dios, esta situación no ha
decantado en algo grave de verdad, como una epidemia.
La
parasitóloga, a su vez, indicó que los filtros no detienen la totalidad de
parásitos presentes en el agua; por lo tanto es necesario —de vida o muerte—
hervir el agua por un periodo de tiempo comprendido entre 10 y 15 minutos. Este
marco de tiempo hace que el agua sea potable en el sentido más estricto y
previene la mayoría de los problemas. En cuanto al lavado, recomendó lavar muy
bien las ropas y tenderlas al sol. Con estos simples pasos, podremos poner fin
a los males que producen los parásitos.
Lo expuesto
por la doctora es realmente preocupante, porque se puso sobre la mesa una
interrogante ¿Qué está haciendo el Estado para mejorar la calidad de agua que
recibe el venezolano? La respuesta es escandalosa y preocupante: poco o nada;
ya que gracias a la crisis económica el gobierno no ha importado los
componentes necesarios para potabilizar el agua. Y el poco que hay es
repartido, casi al azar, entre los diferentes embalses una o dos veces al mes.
Por lo tanto, nos encontramos frente a una “suerte” de ruleta rusa del agua en
Caracas.
En
cuanto a la visión técnica, esta fue aportada por el doctor de Viana, quien
fuere presidente de Hidrocapital. En esta ponencia, el ingeniero desmontó unas
cuantas mentiras de la revolución, la principal de ella es que la escasez de
agua se debe a la sequia. Según el ingeniero civil, los embalses que surten de
agua a Caracas, y los ríos se encuentran con capacidad. Es más, Camatagua, uno
de los principales embalses tiene agua para cerca de tres años. El verdadero
problema, según de Viana radica en un hecho más sencillo: el Gobierno no ha
invertido más en los sistemas de bombeos, y a la par de ello ha cerrado unos
cuantos dentro de la ciudad.
Antes
de continuar, es necesario indicarles que nuestra querida ciudad se encuentra
en un altiplano, mientras que las fuentes de Agua se hallan en terreno más
bajos, por lo cual es necesario bombear el agua para que suba a nuestra
metrópoli. Esta situación implica un gran gasto de energía y recursos, más de
la mitad de energía que consume la Gran Caracas se ve invertida en las
estaciones de bombeo. Sitios que han sido abandonados por el Ejecutivo. Se ha
invertido poco en ellos, o cuando se ha realizado la tecnología empleada es
pésima.
No
conforme con esta situación, el Gobierno se ha negado a la fiscalización de la
calidad del agua y la labor de HIDROCAPITAL. Además, para más, muchas de las
estaciones de bombeo se encuentran en mano de cooperativas, las que están
integradas por personas que carecen —en su gran mayoría— de la formación, las
aptitudes para lidiar con los problemas técnicos que implica el traslado del
agua.
Por
último, José María De Viana detalló los errores garrafales en los que —a su
juicio— incurrió la Revolución en materia hidrológica. Contó que desde hace
siete años 3.000 litros de aguas servidas, son transportadas de Taguaiguao al
río Tucutunemo, por medio de un tubo, terminan en el Embalse de Camatagua.
Esto, ha traído como consecuencias la muerte de la flora y fauna de este cuerpo
acuífero, el cual por cierto era de gran calidad.
A su
vez, agregó que en la actualidad entran a caracas 15.000 litros del vital
líquido, mientras que en su gestión se bombeaban 20.000 litros, por lo tanto
hay una deficiencia en la accesibilidad al recurso. Recordó, a la par que en
los últimos años la población ha crecido exponencialmente, cerca de un 30%, lo
que hace imperativo la incorporación de nuevas obras. Obras que no se están
realizando, y a las pocas que existen se les hace un mantenimiento inadecuado o
se ignora la condición en la cual se encuentran.
A la
luz de lo expuesto aquí, es evidente que la condición del agua en Caracas es,
cuando menos, de terror. Nos encontramos con un servicio cuya calidad ha
mermado por muchas razones, las cuales van desde la apatía gubernamental hasta
la fuga de personal capacitado. A la par, estamos frente un bien de calidad
inferior que está siendo ofrecido sin control alguno; lo que pone a la
población venezolana en gran riesgo. Sin duda, nos encontramos frente a unas
condiciones críticas, a las que le falta poco para transformarse en una crisis
de proporciones épicas.
Ahora
bien, frente a esto ¿Qué podemos hacer los ciudadanos? Pues exigir a las
autoridades que se pongan manos a las obra para solventar este problemas. Pero,
no solo deberíamos conformarnos con ellos. Sí el gobierno no quiere que entes
ajenos hagan contraloría al desempeño de HIDROCAPITAL, entonces el pueblo,
amparados en los principios de democracia participativa y protagónica, debería
realizar la contraloría social. Observar, preguntar, proponer, denunciar todos
lo relacionado con el tema del agua. Al fin y al cabo, el ciudadano es el
principal afectado y el más interesado en el mejoramiento de las condiciones
del agua en la ciudad.
Nos
encontramos en una situación crítica, la cual por la grandeza de Dios no ha
pasado a mayores, por eso debemos estar más atentos al problema del agua. Y,
ahora que se acerca el Día Mundial de este recurso (22 de Marzo) debemos hacer
todo lo posible para visibilizar el problema, además de realizar las propuestas
necesarias a fin de conseguir una solución idónea.
Sin
duda un mejor mundo es posible, pero debemos poner de nuestra parte,
especialmente cuando tenemos una caterva de pillos que no gobierna y, mucho
menos no está dispuesta a cooperar o resolver.
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