Por Susana Morffe, 04/03/2017
Por ahora no se vislumbra una salida
del grotesco y apátrida régimen, convertido hoy en un amasijo de hierro, debido
a que su existencia se controla con una inversión de armas que se quedaran
oxidadas en el tiempo corto por no tener una causa real para ser utilizadas.
Cuando Hitler invadió a Polonia
su ejército fue fácilmente derrotado, según narra la historia, porque el líder
estuvo bien apertrechado para dar inicio a
la Segunda Guerra Mundial. Murieron 20% de la población polaca judía. Es
un dato que llama la atención.
En Venezuela, pese al
almacenamiento de armas, muchas de ellas con origen de chatarras y solo sirven
para exhibir poder, pero no uso efectivo, aunque efectiva fue la negociación en
dólares pagada por Venezuela a Rusia, lo cierto es que el “armamentismo
criollo” se estima que no pasaría de
Guiria si se llega a producir un estallido.
¿Cuántas guerras o ataques fueron
anunciadas por el difunto comandante? Ahora Venezuela está en peligro, pero no
por un ataque foráneo, sino por un ataque interno, así como aquel del 27 y 28
de febrero de la década pasada. Aquí en nuestro patio se ha desatado una guerra
por tantos anuncios lanzados al aire por los mismos seguidores del comandante y
los bichitos que hicieron crecer a la luz de grupos urbanos, nombre decente
para no herir susceptibilidades por lo que escribo.
La guerra nos ataca por todos los
puntos geográficos del país. Estamos acorralados, la población muere, quizás
con más porcentaje que en Polonia. Susto, pánico, terror se apodera de la
población porque la guerra es silenciosa, las chatarras no suenan como misiles
o balas automáticas. Señores y señoras, la guerra ataca al estómago de cada
venezolano, nos están matando por hambre y apunta a tu mesa.
Años atrás se hablaba de “balas
frías” y esas mismas son las que ocasionan el genocidio de estos aciagos
tiempos frenéticos por demás. Debido al oxido que emana de las chatarras
acuarteladas en un almacén protegido por soldados de plomo, se han sacado a las
calles de nuestro país, bombas que aniquilan a cualquier ser humano que
atraviese la raya amarilla en un ensordecedor ruido a su paso: Clap! Clap!
Clap!
Ni Trump con sus geniales ideas
pudo haber advertido que en Venezuela, hace rato, comenzó la tercera guerra
mundial, con solo dejar que la pasta, la arepa y derivados alimenticios, dejaran de correr
por las calles, en una suerte de guerra que no daña el ecosistema, sino los
estómagos de sus ciudadanos.
Golpes certeros, sin meter los pies debajo de una
mesa.
Ante tanta mortandad de seres
humanos, los hospitales, ambulatorios y las clínicas, no se dan abasto porque
no hay medicinas para curar a tanta gente, debido a esta guerra alimenticia que
aún no sabemos cuándo acabará. Estamos frente a un exterminio de la raza afrodescendiente,
cultivada por el régimen y desnaturalizada desde las vísceras revolucionarias.
No hay elección posible en
Venezuela, escoger entre una bala de cañón o una “bala fría”, así se debate la vida y muerte de su gente.
@susanamorffe
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