Por Leonardo Morales P.
La sindéresis huyó de
Venezuela. Hay una pérdida del sentido y de la razón para enfrentar una crisis
cuya evidencia está en la ausencia de salidas efectivamente razonables. Cada
quien tira de un delegado hilo hacia su lado, nadie suelta ni entrega un ápice.
Uno y otro se creen dueños de una verdad que no están dispuestos a confrontar.
Tragedia de los extremistas.
Maduro, acusado de paisa, se
comporta como el turco de moda. De la misma manera que el presidente Erdogan
enfrenta la disidencia contra su gobierno Maduro lo imita, tal como alguna vez
lo advirtió.
Mil veces se ha dicho que el
gobierno no desea dejar el gobierno y para ello recurre a una lógica de la cual
pretende conseguir réditos: represión, pura y dura, que los muertos lo ponen
otros. Para todo eso se vale del único elemento de legitimidad que le queda y
que, por lo pronto, le rinde obediencia y fidelidad: los militares.
La MUD es una estructura que
opera electoralmente de manera eficaz; ha hecho posible que las diferencias
entre sus asociados, que no son pocas, posibiliten acuerdos como la de
diciembre del 2015, donde obtuvo un resonante triunfo. En otras materias su
accionar es débil, las diferencias afloran, las estrategias, si las hay, lucen
difusas. Es, en definitiva, errática.
Luego del lamentable fracaso
del diálogo y de la reestructuración de la MUD poco se sabe de su objetivo. Ya
no busca ganar una elección, no define una estrategia política, sino que actúa
para sacar a Maduro. Es una estructura en las que sus miembros se van de bruces
anunciando iniciativas de calle, cada quien se adelanta y lanza la suya. Una
agenda que, según el real saber y entender de cada individualidad, pretenden
imponer a los demás. La MUD es hoy una agencia que solo genera convocatorias
para actos de protesta en las que la violencia domina. Si no fuera así no
estuviéramos rondando el medio centenar de asesinados. Las excepciones son
contadas.
En esta abigarra crisis unos
se preocupan por mantenerse en el poder, otros se dedican a elaborar una
listica de protestas para cada día y hay, también, aquellos que se angustian y
critican la bulla, gritos o con el término en boga escrache, a las
que se someten a hijos y familiares de la jerarquía roja. Se desagarran en
juicio morales contra unos como si los otros no tuvieran conciencia de las
razones por las que viven y disfrutan de la Vie Bohème. Como bien
dice la psicóloga Yelena Yanes en entrevista a Dossier33: “una expresión de
rabia como una respuesta a la agresión que recibe el pueblo […] agresión genera
agresión.”
Mientras esta terrible
tragedia sigue su curso, el ejercicio de la política sigue abandonado.
Pareciera que nadie logra ver el horizonte, solo lo cercano e inmediato está
signando el accionar de los políticos. Muy pocos advierten sobre el desdichado
destino que espera a los venezolanos.
Cada protesta no obliga a
aumentar la represión, cada muerto no exige, necesariamente, otra protesta más
exacerbada. Cada acto que se desarrolle, de lado y lado, no debe dirigir al
mutismo de sus actores.
Superar la necia visión existencialista
de la política es una urgencia para impedir el enlutamiento de la familia
venezolana y la acentuación de las diferencias entre venezolanos. Cada muerto,
cada obstáculo entre los actores políticos ratifica la necesidad del tránsito
hacia una salida POLÍTICA, así, en mayúsculas. Continuar en este largo, oscuro
y tenebroso callejón, cargado de incertidumbres, no nos proveerá la paz que los
venezolanos anhelan.
Voces sensatas, que las hay en
el mundo de la política, dentro y fuera de Venezuela, deben acudir para
procurar una salida política y democrática, que solo será posible con la
participación de todos los sectores.
19-05-17
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