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domingo, 24 de junio de 2018

¿Cuál es la enseñanza oficial de la Iglesia sobre la homosexualidad?, por @JamesMartinSJ ‏




James Martin SJ 23 de junio de 2018

Desde que se publicó Construyendo un Puente, un libro sobre el ministerio a Católicos lesbianas, homosexuales, bisexuales y transgénero, me han preguntado — en Parroquias Católicas, centros de retiro, institutos, universidades y conferencias — algunas preguntas que se repiten una y otra vez. Las más comunes son: “¿Qué le podemos decir a las personas homosexuales que creen que Dios los odia?” “¿Cómo podemos ayudar a los jóvenes que se sienten tentados a suicidarse debido a su orientación sexual?” Y “¿Qué le podemos decir a los Católicos homosexuales y lesbianas que siente que su propia Iglesia lo ha rechazado?”

Otra pregunta común es sobre la enseñanza oficial de la Iglesia sobre la homosexualidad, la actividad homosexual y los matrimonios entre personas del mismo sexo. Usualmente estas preguntas las hacen no los Católicos que desconocen las enseñanzas de la Iglesia (ya que la mayoría de los Católicos conocen las enseñanzas); sino más bien son hechas por Católicos que quieren entender las bases de las enseñanzas de la Iglesia sobre estos temas.

Construyendo un Puente intencionalmente se aleja de los problemas de la moral sexual, ya que esperaba fomentar el diálogo centrándose en las áreas de posible coincidencia; y la jerarquía eclesiástica y la mayoría de los Católicos lesbianas, homosexuales, bisexuales y transgénero permaneces alejados en estos temas. También tiene poco sentido comenzar una conversación con temas sobre los cuales los dos lados están los más alejados. En general, el libro trata sobre el diálogo y la oración, en lugar de teología moral. (Como sacerdote Católico, tampoco nunca he desafiado esas enseñanzas, ni lo haré.)

Pero para que ocurra un encuentro significativo entre la jerarquía eclesiástica y cualquier comunidad, es útil que ambos grupos entiendan al otro tanto como sea posible. Como lo mencioné en el libro, los buenos puentes llevan a las personas en ambas direcciones.

Entonces es importante preguntar: ¿Cuál es la enseñanza oficial de la Iglesia sobre estos temas? Como un aparte, dado que el Catecismo de la Iglesia Católica, un compendio de la enseñanza de la Iglesia sobre varios temas, no se dirige a personas bisexuales o transgénero sino más bien a “personas homosexuales,” Me referiré aquí a las personas homosexuales y lesbianas para ser más preciso.

La enseñanza de la Iglesia en el más básico nivel está contenido en los Evangelios, y más básicamente, en la revelación del amor del Padre en Jesucristo. Así que la más fundamental de todas las enseñanzas de la Iglesia sobre las personas homosexuales y lesbianas es esta: Dios las ama. Son hijos amados de Dios, creados por Dios y necesitados del cuidado amoroso y misericordia de Dios — como todos nosotros.

Además, en su ministerio público Jesús continuamente se acercó a aquellos que se sentían ignorados, excluidos o marginados, lo que muchos Católicos homosexuales y lesbiana hacen. De hecho, los Católicos homosexuales, lesbianas, bisexuales y transgénero son probablemente el grupo más marginado de la Iglesia en la actualidad, por lo que creo que Cristo los ama con un amor especial.

Cuando se trata de homosexuales y lesbianas, entonces los valores del Evangelio de amor, misericordia y compasión son los pilares de toda enseñanza de la Iglesia.

Para ese fin, es importante afirmar que, a los ojos de la Iglesia, el simple hecho de ser homosexual o lesbiana no es un pecado — a diferencia de una creencia generalizada, incluso entre los Católicos educados. Esta puede ser una de las enseñanzas de la Iglesia más pobremente entendida. Regularmente me hacen preguntas como, “¿No es pecado ser homosexual?” Pero esta no es enseñanza de la Iglesia. En ninguna parte del Catecismo dice que simplemente ser homosexual es un pecado. Como cualquier psicólogo o psiquiatra de buena reputación estará de acuerdo, las personas no eligen nacer con una orientación sexual particular.

Pero cuando la mayoría de la gente hace preguntas sobre la “enseñanza de la Iglesia” no se refieren a esta pregunta, sino a las restricciones a la actividad homosexual o del mismo sexo, así como también a la prohibición de matrimonio entre personas del mismo sexo. Los actos homosexuales son, de acuerdo con el Catecismo, “intrínsecamente desordenados” y “contrario a la ley natural.” (La mayor parte de la atención del Catecismo a la homosexualidad está contenida en Nos. 2357-59.) En consecuencia, la orientación homosexual (y por extensión, cualquier orientación diferente a la heterosexualidad) se considera como “objetivamente desordenada.”

¿De dónde viene esta enseñanza, y qué significa? Si bien esta enseñanza tiene algunas raíces bíblicas (Gén 19:1-29; Rom 1:24-27; 1 Cor 6:10; 1 Tm 1:10), tal vez podamos entenderla mejor a partir de la dependencia tradicional de la Iglesia de la Ley natural, que en sí misma estaba muy influenciada en las escrituras de Santo Tomás de Aquino (quien se basó en Aristóteles).

La Ley Natural se basa en la idea de que la voluntad y el plan divino de Dios para el mundo y para la humanidad no sólo se revelan en el mundo natural, sino que son, quizás más importantes, evidentes para la mente humana. Durante mis estudios de filosofía, la hermana Católica que nos enseñó filosofía medieval nos dijo, “Aquino quiere que veamos que el mundo tiene sentido.” Uno puede entender el plan de Dios, dice Aquino, no solamente observando la naturaleza sino también usando nuestra razón.

Podemos comenzar con la idea Tomista de que el mundo “tiene sentido.” Desde ese punto de partida, Aquino diría que está claro que todo está “ordenado” hacia algo. Su telos aristotélico, o punto final, debería ser obvio tanto a nuestros ojos como a nuestra razón. Por ejemplo, una bellota es obviamente “ordenada” para convertirse en un roble. Un niño es “ordenado” para convertirse en un adulto. De la misma manera, cada acto es juzgado según si está orientado adecuadamente hacia su fin apropiado. En términos de sexualidad, todo sexo es “ordenado” hacia lo que se llaman los fines “afectivos” (amor) y “generativos” (tener hijos), dentro del contexto de un matrimonio.

En consecuencia, de acuerdo con la interpretación tradicional de la Ley natural, los actos homosexuales no están ordenados hacia esos fines específicos y por lo que son considerados “desordenados.” Por lo tanto, “bajo ninguna circunstancia pueden ser aprobados,” como lo señala el Catecismo. Consecuente con eso, la orientación homosexual en sí misma es vista como un “desorden objetivo” ya que puede llevar a actos “desordenados”.

Aquí debemos aclarar que la frase “desorden objetivo” no se refiere a la persona misma sino a su orientación. El término no es tampoco una descripción psicológica, sino que proviene de la perspectiva de la filosofía y teología. Además, no resta valor a la dignidad inherente de ningún ser humano, ya que Dios crea a todos los seres humano iguales y buenos.

Esto lleva a la enseñanza oficial de la Iglesia sobre la castidad para las “personas homosexuales.” Ya que la actividad homosexual no está aprobada, la persona no debe participar en ningún tipo de actividad sexual: “las personas homosexuales están llamadas a la castidad.” Aquí el Catecismo quiere decir la castidad del celibato, ya que cada persona es llamada a la expresión casta del amor — incluso las parejas casadas. (En términos generales, la castidad, en la enseñanza Católica, es el uso correcto de nuestra sexualidad).

El Catecismo de la Iglesia Católica también afirma que los homosexuales y las lesbianas puede y deben acercarse a la “perfección Cristiana” a través de la castidad, con apoyos tales como “las virtudes del autodominio que les enseñan la libertad interior, a veces con el apoyo de la amistad desinteresada, la oración y la Gracia sacramental.” En otras palabras, los homosexuales y las lesbianas, afirma el Catecismo, pueden vivir vidas santas.

De más está decir que todas estas consideraciones descartan el matrimonio entre personas del mismo sexo. De hecho, la enseñanza oficial de la Iglesia descarta cualquier tipo de actividad sexual fuera del matrimonio de un hombre y una mujer — por lo tanto, las prohibiciones de la Iglesia sobre actividades como el sexo prematrimonial, el adulterio y la masturbación.

Pero hay más en la enseñanza de la Iglesia sobres este tema en el Catecismo, Quizás consciente del lenguaje filosófico y teológico especializado, la Iglesia enseña que “todas las señales de discriminación injusta” en contra de los homosexuales y lesbianas (de nuevo, aquí “personas homosexuales”) debe ser evitada, y los homosexuales y lesbianas deben ser tratados con las virtudes del “respeto, compasión y sensibilidad.” En mi experiencia, esta es la sección de la enseñanza del Catecismo sobre la homosexualidad que es la menos conocida por la mayoría de los Católicos.

Más allá del Catecismo, en su reciente Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia,” el Papa Francisco hizo tres puntos relacionados con este tema de la homosexualidad. Primero, el Papa reiteró la oposición de la Iglesia a equiparar el matrimonio de personas del mismo sexo con el matrimonio tradicional entre un hombre y una mujer. Segundo, el repitió la prohibición en contra de la “discriminación injusta.”

El tercer punto que el Papa Francisco hace es representativo de su enfoque de la práctica pastoral y la guía moral. El Papa Francisco observa que nosotros debemos reconocer el bien en el trabajo en cada persona, incluso en situaciones que no alcanzan lo que la Iglesia propone como la plenitud de vivir el Evangelio. Él dice que Jesús espera de nosotros que entremos en la realidad de las vidas de las personas; “acompañándolos” lo más que podamos, ayudándolos a formar sus conciencias, el árbitro final de la toma de decisiones morales, y alentándolos a llevar vidas fieles y santas.

Parte de ese acompañamiento es el diálogo. Esa es una razón por la cual es importante que las personas lesbianas, homosexuales, bisexuales y transgénero entiendan la enseñanza de la Iglesia en su totalidad — los Evangelios, la tradición de la Ley Natural y sus raíces en el razonamiento Tomista y Aristotélico, el Catecismo, “Amoris Laetitia” y otros documentos — en su deseo de convertirse en buenos Católicos.

Como se menciona en Construyendo un Puente, es importante que la Iglesia institucional comprenda las experiencias vividas por los Católicos lesbianas, homosexuales, bisexuales y transgénero. Es también importante que este grupo de Católicos entienda lo que la Iglesia cree y enseña.


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