Por Piero Trepiccione
Maduro insiste en seguir
decretando la economía. Sus anuncios dan la sensación que despachan
los problemas económicos en un “dos por tres” con suma facilidad. Su
fórmula mejor conocida es “crear” entes que atiendan el manejo de situaciones
económicas desde el “decreto” puro y simple que todo lo resolverá. En esta
dirección ha nombrado a Tareck El Aissami como vicepresidente de
economía encargado de “resolver” los problemas, especialmente, interviniendo
los mercados municipales que son gestionados
por militares y alcaldes alineados totalmente con la
“revolución”, pero cuya administración ha dejado enormes vicios que
van desde el bachaqueo desconsiderado e inmisericorde hasta
el contrabando dejando al pueblo absolutamente desamparado.
A esto, hay que sumar su
decreto de “reestructuración” de más de 700 empresas públicas que están
envueltas en una enorme corrupción, que han sido desmanteladas debilitando
su producción. Pero es más fácil -según Maduro- reestructurar lo que no
funciona bien antes que privatizarlo y entregarlo a la “oligarquía”
que jamás ha querido al pueblo.
Y así, Maduro sigue usando
la metafísica para resolver los problemas del país. Su esquema
de decretos que no ha funcionado absolutamente y nos ha llevado a la
peor inflación en 200 años de historia republicana, sigue
aferrado a un modelo económico cuyo horizonte cercano es el desastre.
Afortunadamente, cada día se suman voces dentro de las filas partidarias
del Gobierno sobre la necesidad de cambios.
El último ha sido Jesús
Farías quien ha dicho claramente que ya es hora de levantar
el control cambiario después de 15 años consecutivos generando las
peores distorsiones de la economía. Pero ¿se hará realidad su deseo en el corto
plazo? Es algo que veremos pronto. No obstante, desde afuera Maduro diera la
impresión de seguir al frente del Gobierno sin tener fisuras graves que le
debiliten su posición de mando y su esquema de modelo económico.
Pero el futuro inmediato es
impredecible. Las condiciones de vida de los venezolanos se
deterioran diariamente y el país luce paralizado. Nos hemos quedado sin
respuestas económicas y lo que es peor, sin respuestas políticas frente a la
coyuntura dejando un boquete abierto de desesperanza colectiva. ¿Podrá
extenderse por mucho tiempo una situación de esta naturaleza? Es una pregunta
que muchos se hacen desde diferentes perspectivas, pero aún no se encuentran
respuestas y lo más triste es que, al igual que Maduro con sus fórmulas
económicas, se apela también a la metafísica para interpretar el momento-cumbre
que vive Venezuela.
El indicio más claro de ello
es la parálisis del liderazgo opositor que no da señales claras
de comunicación política para que la gente analice el rumbo a seguir.
En este escenario, la figura del “salvador de la patria” cobra más vigencia que
nunca como si no hubiésemos aprendido la lección durante estos años.
Es prioritario que la política
se reconecte con la sociedad. Es el escenario más sensato en esta hora
ruda. A mi juicio, aunque todavía incoherentes y disconexas, ya están
apareciendo algunas señales.Esperemos que pronto se conviertan
en fórmulas para atacar la realidad-país.
24-06-18
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