Por Vanessa Davies
La oposición debe prepararse
para un escenario electoral, así sea con este Consejo Nacional Electoral
"espantavotos", enfatiza el exrector del CNE
Decir Vicente Díaz es pensar
inmediatamente en el Consejo Nacional Electoral (CNE). Pero decir Vicente Díaz
es, también, pensar en sociología, en política, en diálogo, en negociación. En
el clima de intolerancia, medias verdades y dimes y diretes de Twitterzuela, a
Díaz le tocó aclarar por Twitter lo que hizo la semana pasada en Caracas con el
exjefe de Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, y precisar que
conversó con él en un encuentro social y a título personal.
El exrector del CNE, defensor
del voto, no ha dejado de hacerlo ahora a pesar del deslave que ha sufrido el
voto como instancia para resolver conflictos. Díaz, en conversación telefónica
con Contrapunto el pasado viernes 22 de junio, afirma que el bloque
antigobierno debe prepararse para las elecciones que puedan llegar,
sobrevenidas.
“Si el proyecto constitucional
que se presenta acaba con la vida republicana de Venezuela, aquí tenemos que
movernos todos” y votar, asevera. “Todo indica que lo más probable es que
vayamos a un referéndum constitucional, si el Gobierno no colapsa antes”.
Otro detalle de Díaz: es el
hombre de los tres. A cada pregunta, desgrana tres razonamientos, tres
argumentos, tres perspectivas, tres problemas, tres soluciones. Dice que le
gustan los números impares.
"El perverso ecosistema
electoral lleva a la búsqueda de opciones diferentes a la electoral",
afirma
La alternabilidad genera paz
política
—Se presentó el informe de
ONU. ¿Qué cosas deben cambiar en el país a raíz de eso?
—Es un informe muy duro para
Venezuela, y se corresponde con las denuncias que se han hecho ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Hay un juicio que entabló Rocío San
Miguel (activista de derechos humanos), y terminaron dándole la razón: en
Venezuela se desató una persecución muy fuerte contra quienes firmaron para el
revocatorio en 2004; hasta Chávez dijo que esa lista hay que enterrarla. Hace
tres días hubo denuncias de que páginas web dedicadas a la industria del sexo
fueron canceladas, pero más allá de eso lo que está en juego es la libertad de
expresión. Eso pasa con portales de noticias, como CNN, NTN24. También hay
violaciones de la libertad de pensamiento. En otros periodos hubo prácticas
terribles, pero se verificaron en el marco de un proceso de guerra insurgente y
de un proceso de guerra fría. Con Maduro ha habido un deterioro de los derechos
humanos terrible. Hay denuncias documentadas que hablan de torturas. En la
insurrección civil de 2017 vimos, incluso, cómo encerraban personas en
camiones.
Vicente Díaz cuenta que
compartió el jueves 21 de jueves con Roberto Picón, expreso político, quien
“estuvo un montón de semanas durmiendo en un baño”. Señala que hay presos
“sometidos a aislamiento, lo que es considerado tortura” y que “hasta se han
producido simulacros de fusilamiento”.
—¿Pero qué pasó en estos años?
—No puede pasar nada que
justifique las violaciones de derechos humanos. Sí creo que ha habido de la
oposición una búsqueda de atajos y de buscar soluciones rápidas frente a un
gobierno que decidió quedarse en el poder. Uno de los graves problemas de
Venezuela es que este gobierno anunció que venía por décadas, y lo que genera
paz política en un país es la alternabilidad. Cuando la política de quien está
en el poder es impedir la alternabilidad, porque se ve el Estado como
herramienta para generar un proceso de transformación revolucionaria con
independencia de lo que piensen las mayorías, eso significa que se buscará
cualquier mecanismo para salir del gobierno.
En su análisis, observa que
"ninguno de los que están en el poder se ve a sí mismo como oposición, y
mientras no se vean en la oposición van a hacer todo lo que esté a su alcance
para quedarse en el poder. El ecosistema electoral está hecho para que nadie
diferente pueda llegar al poder, y se utilizan cosas como la entrega de
programas sociales vinculados con el hecho de votar. Es un ecosistema diseñado
de manera perversa, lo que genera lamentablemente la búsqueda de opciones
diferentes de la electoral".
La pillería como norma
Venezuela “tiene tres graves
tragedias”, además de la escasez, opina Díaz: “Una generación completa de gente
que busca en otros países la esperanza que no consigue en Venezuela”. La otra
tragedia “es que hemos perdido la cultura de la productividad, el país se ha
convertido en un país de pillería en el que todo el mundo busca rebuscarse” y
esa es una consecuencia de la situación en la que estamos.
La tercera tragedia “es que se
ha perdido la institucionalidad: me refiero a la institución como norma de
convivencia social. La peor institución que hemos perdido es la institución del
voto: hablar de elecciones y voto es una grosería”, critica.
—¿Es una señal peligrosa?
—Extremadamente peligrosa,
porque se cancela la única vía civilizada para resolver los conflictos. El daño
que se le ha hecho al país es de generaciones completas, y la reconstrucción se
va a pagar con mucho sacrificio. Y, por cierto, hay que reconstruirlo entre
todos; entre todas las personas de bien.
—Usted dice que es un país de
pillería. ¿Cómo volvemos a ser un país de trabajo?
—No hay una sola medida que
nos lleve a eso. Antes, las madres se sacrificaban para darles a sus hijos
educación. Hasta que no se retorne a un mecanismo que garantice movilidad
social por el esfuerzo productivo, el país seguirá en la pillería.
—¿No hay razones para ser
honesto?
-No hay suficientes razones
para ser honesto y hay incentivos para no serlo. El país tiene que “echarle
pierna”, saber que si estudia y trabaja va a vivir mejor.
—¿La expectativa de la gente
es enchufarse?
-No me atrevo a decirlo, pero
sí te puedo decir que hay una tendencia creciente de la gente de buscar con
quién relacionarse para sobrevivir. Es más valioso tener un amigo que te pueda resolver
algo, que hacer el trámite ante una institución.
"Hay gente de todos los
sectores en la que priva la racionalidad", dice el exrector del CNE
Una empresa quebrada
No puede dejar de ver el país
como sociólogo, y alarmarse ante lo que observa. “Cuando un país se queda sin
ley, cuando la ley es el capricho o lo que me conviene, la gente no tiene a
dónde acudir”, evalúa.
—¿No tenemos mediadores de la
vida social?
—No los tenemos. Si Venezuela
fuese una empresa privada estaría quebrada, pero los países no se quiebran: son
como un barril sin fondo que sigue hundiéndose.
—¿Qué regula las relaciones,
entonces?
—Hay una inercia institucional
todavía, hay muchos años de vida republicana. Hay una creciente desbandada de
la gente hacia el exterior que disminuye la demanda social. La migración tiene
varios efectos: 3 millones de personas que se convierten en embajadores en
contra del Gobierno, pero disminuye la demanda social en Venezuela y son
personas que envían dinero a Venezuela por la vía de las remesas. Las remesas
se están convirtiendo en un petróleo alternativo para el Gobierno: quiere que
entren por los canales regulares.
—¿Cómo se hace la
recomposición de un país en el cual no hay mecanismos de mediación social?
—Hay gente de todos los
sectores en los que priva la racionalidad. Quiero creer que, por encima de esta
catástrofe y de mirarse los ombligos, hay gente que puede pensar en las
próximas generaciones. Hay una reserva importante de gente que está haciendo
esfuerzos para que el país no se termine de ir por el despeñadero. Me resisto a
ver el gobierno como un bloque monolítico, y la oposición tampoco es un bloque
monolítico. Hay gente que está buscando encontrar un camino para el país. Pero
la viveza criolla, el dejar en el CNE unos “espantavotos”, el anular a los
principales partidos de la oposición, deja un camino electoral maltrecho. Por
eso debe haber gestos importantes del Gobierno para abrir las puertas que están
cerradas.
—¿Cuáles son los gestos?
—Las excarcelaciones son un
gesto en la dirección correcta. El Gobierno debe reconocer las competencias y
potestades del Parlamento. Se necesita una sustitución de la autoridad
electoral, que debe hacerla la Asamblea Nacional (la fórmula de los dos tercios
obliga a las fuerzas parlamentarias a negociar) y que haga cambios en el
ecosistema electoral; hay cosa que se deben acabar, como el uso del carnet de
la patria. Otra condición indispensable, que le conviene a todo el mundo, es un
Tribunal Supremo de Justicia Independiente de verdad. Aquí hace falta una
justicia que sea justa para todo el mundo. Por ejemplo, en este momento paga
cárcel en España el cuñado del rey.
Para Díaz es preferible tener
instituciones que existan aunque no funcionen bien, que instituciones que no
funcionan, “y ejemplo de ello es el revocatorio” y lo que ocurrió con este
mecanismo en 2016. La figura del referéndum “fue prostituida, abortada,
cancelada; la gente ya no cree en eso”, deplora.
Prepararse para ganar las
elecciones
—¿Debe la gente prepararse
para un referéndum?
—Una labor de la oposición es
prepararse para las elecciones, prepararse para ganarlas. ¿Por qué digo esto?
Porque en el peor de los casos, que haya elecciones dentro de seis años, es tal
la monstruosidad que vas a enfrentar que tienes que preparar un ejército para
defender el voto.
Pero además, anticipa, “es tal
el colapso que aquí puede pasar cualquier cosa”.
En su criterio, para el
Gobierno es mejor afrontar elecciones “que enfrentarse a una insurrección o a
una aventura militar”, que podría ocurrir. “Creo que vamos a tener elecciones
nacionales más pronto que tarde”, avizora. Viene una nueva Constitución que
“debe ser sometida a un referéndum”, y ojalá sea “con un nuevo CNE, si la
racionalidad se impusiera”.
Estar listos para lo que
ocurra es lo que Díaz, con sus años de experiencia, le plantea a la dirigencia
de la oposición. “Si el proyecto constitucional es un mamarracho, hay que
movilizar todas las fuerzas políticas para impedir que se apruebe”, incluso con
este CNE. Por eso, de todas todas, “lo que le conviene a la oposición es
prepararse para un escenario electoral”.
Vicente Díaz pide imaginar qué
pasaría “si el gobierno implosiona”, porque entonces “habría elecciones y hay
que prepararse” para ese escenario.
—¿Qué implica, para la
oposición, prepararse para un escenario electoral?
—La primera cosa es prepararte
orgánicamente y organizativamente. Convertir cada centro de votación en un
centro en el que debe haber un comando, con un líder social y un líder
político. Es maquinaria no solo electoral, sino también política y social,
porque la gente tiene problemas todos los días.
También, agrega, “hay que
revertir la corriente de opinión que se ha instalado y que dice que las
elecciones son una mala palabra, que quien vote es un colaboracionista, que
dictadura no sale con votos. La opinión que hoy prevalece es que, cualquier
cosa que signifique buscar una salida civilizada a la situación dramática que
vive Venezuela es una locura, y el que lo propone es un loco o un vendido”.
Y en tercer lugar “hay que
trabajar duramente, de la mano de la comunidad internacional y nacional, de los
sectores progresistas del país, y apelar a la racionalidad de sectores del
propio gobierno para que haya una modificación del ecosistema electoral
venezolano”. Porque “con este ecosistema y este CNE espantavotos que tenemos,
un CNE que es un jugador más, es mucho más cuesta arriba”, concluye.
"Quienes hoy son gobierno
no pueden verse a sí mismos en la oposición", asegura Díaz
Ponerse del lado de la demanda
social
La dirección opositora “puede
que se haya equivocado en algunas oportunidades, pero no se ha equivocado por
hacer cosas a espaldas del país ni por beneficios personales”, porque “ha
tenido la mejor de las intenciones”. Pese a las críticas, Díaz cree “que ha
habido gestiones de mucha respetabilidad, a costos altísimos, como la decisión
de ir a República Dominicana a sentarse con el Gobierno”.
Pero en este momento, por
encima de otras consideraciones, la oposición “también tiene que ponerse al
lado de la gente para incrementar la demanda social”, y hacer “de la gestión
opositora una gestión de mucha respetabilidad”.
Tal como lo remarca, “tienes
que enviar un mensaje a la Fuerza Armada, al chavismo de base, a sectores
descontentos dentro del chavismo que manda, porque ellos deben sentir que de
este lado habrá una gestión que se corresponde con el ejercicio de la verdad y
la democracia”.
—Usted cuestiona el ecosistema
electoral pero considera que la gente debe participar en elecciones.
—¿Cuál era el objetivo
político de exigir que los gobernadores se juramentaran ante la constituyente?
Dividir a la oposición, y hacer que incluso muchos decidieran no postularse.
Frente a esas cosas hay dos formas de pararse: o pienso que es un obstáculo
indebido y no paso, o me voy por allá y trato de avanzar en este campo minado.
O me paro ante ese campo minado y no avanzo, y busco aliados para desactivarlo;
o busco como sortear las minas.
Por si acaso, Díaz aclara que
no ha tomado la decisión de llamar o no a votar en las elecciones de concejos
municipales, que posiblemente se celebrarán en diciembre. Y mantiene su
posición de que el sector opositor debe moverse ante un posible referéndum
constitucional.
—-¿Por qué quienes gobiernan
ahora no pueden verse como oposición?
—Creo que operan tres cosas.
Una de ellas es que este gobierno es conceptualmente marxista, y como tengo que
hacer una revolución, las elecciones son una ventana táctica para hacerme del
poder del Estado y no una concepción de vida; se ve el Estado como un mecanismo
de liberación de una clase para oprimir a la otra. La otra cosa es que hay un
compromiso con el legado de Chávez, creen que son herederos e intérpretes de
Chávez. Y la tercera es que el Palacio de Miraflores es muy atractivo; si te
acostumbras a una vida de palacio, levantas el teléfono y todo el mundo
tiembla, y no tienes un espíritu de demócrata, no te quieres ir. Estos amigos
se han acostumbrado a las mieles del poder.
—Usted dice que el daño para
el país es de generaciones. ¿Qué implica eso?
—Hay cosas que se pueden
resolver en lo inmediato. Por ejemplo: los problemas en materia de salud y
acceso a la alimentación se puede resolver más o menos rápido. La segunda cosa
es rescatar la producción del país, porque tenemos que dar sostenibilidad y eso
pasa por incrementar la producción.
Aparte “tenemos un proceso más
complicado, de reinstitucionalizar el país, depurar los poderes públicos y
darles independencia” y emprender “un trabajo más complicado, que es reeducar
el país. Eso va a tomar tiempo”.
El mensaje que deja Vicente
Díaz no es en absoluto pesimista. Por el contrario, sus palabras tienen la
brújula en el futuro: “Venezuela sigue siendo un país de tremendas
oportunidades. Está todo por hacer”.
24-06-18
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