Por Simón García
Después del grave error de la
abstención del 2005, la oposición fue capaz de iniciar una política para salir
del desierto y cumpliendo una travesía que resultó larga, llegar al tiempo de
las victorias prometidas. Triunfos parciales y difíciles de sostener en medio
de un régimen agresivo contra la democracia. Pero, nadie imagino, que la misma
oposición iba a empuñar la pala para abrir su tumba. Y sin embargo fue lo que
ocurrió.
Las situaciones son
diferentes. Pero regresamos, gracias a una acumulación de errores, a una
derrota. Tenemos la pala en la mano y hay que decidir si la tiramos o cavamos.
Ni los que se abstuvieron ni quienes votamos pudimos evitar que el gobierno
alterara su continuidad. La crisis se potencia y de la mano del descontento, la
desesperanza crece y se extiende.
Entramparse en seguidillas
incriminatorias de no fui yo, fuiste tu, es confesar que no entendemos las
debilidades y carencias de la oposición en su conjunto. Pero eludir el debate,
sin pase de facturas, sobre la abstención como caballo de Troya de la
antipolítica y daño a la cultura democrática, paradójicamente, no permite pasar
la página.
La oposición democrática, la
abstencionista y la participacionista, tienen como reto enderezar la ruta hacia
escenarios, pacíficos y democráticos, de cambio posible. La pregunta es si
en ellas existen las capacidades suficientes para examinarse sin prejuicios,
para corregir norte y recrear una política unificadora, sustentable y eficaz
para confrontarse con el régimen.
Esa política debería definir
criterios, componentes y objetivos de una oposición alternativa, capaz de
enfrentar, denunciar y movilizar intereses contrarios al régimen y
relacionarse, sin sumisión, con un poder que, desconociendo la ley y la
Constitución, tiene la fuerza para imponerse en la conducción real del país”
Entre sus criterios hay que
debatir sobre: asuntos que no se pueden eludir si se quiere hacer política en
vez de gestos testimoniales: 1. No es sostenible una oposición ofensiva en
todos los tableros con el grado de debilidad, fragmentación y encono de la
oposición. 2. No es sustentable una política que pretenda situarse fuera del
sistema y en una dimensión puramente simbólica, colocada fuera del país. 3. No
se puede excluir en forma absoluta ninguna vía y decretar cerrada la vía
electoral por la existencia de un sistema electoral autoritario. Esa es la meta
de un régimen que se propone perpetuarse contra la opinión de la sociedad y el
interés del país.
Sobre sus componentes es
ineludible verificar si se ratifica o se abandona la naturaleza pacífica,
democrática, constitucional y electoral de lo que se proclamó como estrategia
opositora. La Unidad no es un mito, ni una narrativa ni una
abstracción. El consenso estratégico se rompió y no es conveniente
recuperarlo restableciendo la concepción y el funcionamiento de la MUD. Debe
innovarse el concepto de Unidad. .
Entre los objetivos de la
oposición hay que contemplar diversas posibilidades de iniciar una transición
del autoritarismo a la democracia. Transición, que si es negociada, excluye que
una de las partes destruya a la otra. Y si es pacífica implica el entendimiento
para la coexistencia entre fuerzas y proyectos que han sido rivales. Y si es
efectiva, reclama verdaderos cambios.
Meter la cabeza en vetos,
paradas y fantasías es seguir separándose del país que sufre la crisis.
24-06-18
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